Sin mentiras

George se acurrucó en el suelo y comenzó a gemir de dolor.

Valeria se dio la vuelta y vio a Sebastián. La expresión feroz en su rostro se suavizó de inmediato.

Su carita bonita estaba llena de agravio, sus largas pestañas temblaban y las lágrimas brillaban en sus grandes ojos.

Se lanzó a los brazos de Sebastián y dijo con coquetería—Sebastián, ¿por qué llegaste tan tarde? Casi me muero de miedo...— Acostado en el suelo, George observó sorprendido el cambio de Valeria.

En el momento en que vio a Sebastián, se sintió como una persona completamente diferente.

¿Seguía siendo la misma Valeria que él conocía? ¿Cuándo aprendió a lanzar con el hombro a una persona más pesada que ella? Él era el que debería estar asustado, no ella....

Las preguntas en la mente de George aparecieron una tras otra. Ni siquiera se dio cuenta de que todavía estaba tirado en el suelo en un estado miserable.

En el momento en que Sebastián vio a Valeria, la ira que albergaba en su corazón desapareció. Estiró los braz
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