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Llevo una mano a mi pecho mientras respiro con dificultad, aún siento mis piernas temblar como gelatina y la mirada que me da el chico delante de mí me aterra.

–¿Qué haces aquí?– preguntó con un hilo de voz.

–Esperándote.

–¿Qué?– intenté levantarme pero no puedo.

–Mira tus pies Izel– hago lo que me pide, mierda– estás encadenada– son unas cadenas azul casi transparente sujetan mis pies haciendo que no pueda levantarme y pierda la fuerza de ellas.

–¿Por qué estás haciendo esto?

–Me gustas– comienza a acercarse. Me remuevo pero no puedo safarme, las cadenas son muy pesadas.

–Eso no es posible – murmuró– Lionel debes liberarme, Hunter va a matarte– empiezo a desesperarme al ver que cada vez más se acerca a mi.

–Nadie va a matarme, tengo esto– saca de su bolsillo una daga de trevor, el único material que puede herir a un lobo alfa.

–No, debes soltarme, si me dejas ir prometo que no diré nada– mis labios tiemblan. Se que Hunter vendrá por mí y no quiero que le pase nada, Diosa realmente s
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