Baje del autobús con mi rostro casi en el piso, observando en qué nos convertimos. Seres rectos, grisáceos, con fecha de nacimiento y la fecha del día en que el sol ya no alumbra. Miré a mi alrededor, muchas flores habían, algunas de ellas estaban muertas, pero otras, muy alegres con tonos que suelen encantar al corazón. Avancé saltando sobre las losas, siguiendo a la multitud que iba delante. Seguí mirando y escuché el llanto de una madre, que rozaba con las yemas de sus dedos, aquel lugar donde yacen los sueños muertos. Pronunciaba su nombre, actualmente no recuerdo cual era, pero con él se adhería la palabra “hijo”. Palabra que repetía una y otra vez. Palabra que se clavaban en mi alma. Y ese instante recordé, que yo también, iba a ese último encuentro.
Mi subconsciente que no es nada consciente a veces, revivió las visiones que guarde d
Aron es un hombre agradable, valiente y amoroso. Es detective de policía y es difícil mentirle. Él es mi padre y en mis quince años, todavía no sé cómo mentirle a pesar de que él guarda muchos secretos y no le gusta compartirlo con nadie. A veces creo que quiere decirme sus cosas, pero se calla y, cuando lo dice, salen de su boca palabras a medias. No hemos tenido problemas, ¡gracias a Dios! Aunque, no me gusta que sea así. Me oculta tantas cosas en ocasiones cambia el rumbo de mi vida, como la vez que aceptó un puesto con mayores beneficios en una comisaría en Oslo, la capital del país. ¡Volver a empezar! Esto ocurrió tantas veces que ya perdí la cuenta. De la misma manera ocurrió cuando trajo a Belén a casa.—¡Nos vamos a casar! —expresó, emocionado.Mientras él se emocionaba, yo me quedaba boca abierta por
A un cuarto para la seis de la mañana, se encuentra sentado sobre su cama Arnold, asustado, esperando a que ella toque a su puerta. Las manos le sudan y tiembla, sabe que ha tomado la mejor decisión o eso cree él.—¿De qué me sirve ser sincero y amante de la verdad si de igual manera moriré como el resto? —piensa en un momento de duda. De un golpe, llena sus pulmones de aire y suelta un fuerte suspiro, empuña sus manos y, aunque quiere llora, detiene las lágrimas diciendo—Todos morimos, es ley de vida. Yo no lo puedo evitar, no soy eterno.Observa el reloj analógico enfrente de su cama, solo ha pasado un minuto. Se levanta y se dirige al salón de su casa. No está casado, no tiene hijos ni mascotas. Vive solo y los únicos parientes que le quedan, unos hermanos que viven en Chiapas, que no le verán morir; aunque ya se despidió de ellos horas antes. Transcur
Me llamo Mariana y quiero contarte mi experiencia con un amigo que tuve en mi infancia. No era un buen amigo en realidad, pero fue el único que tuve por una larga temporada y, al darme cuenta de sus intenciones, tuve miedo. Y así, él desapareció de mi vida. Fue demasiado peligroso, no solo para mí; sino para mi familia. Cuando era pequeña, como a la edad de 8 aproximadamente, mi padre viajaba mucho de un país a otro. Papá era arquitecto, por eso nunca nos quedábamos mucho tiempo en un lugar y junto a mi madre, una ama de casa, y mi hermano, un chico todo desaliñado, pero que se le daba bien tener buenas relaciones sociales. No sé cómo las hacía, pero en donde llegábamos siempre dejaba un amigo del cual le costaba desprenderse. Nos mudamos de Nueva Jersey a las afueras de Barcelona cuando tenía 9, nos quedamos allí como 6 meses, en una casa que, raramente, tenía un ático. Digo raro; por la excentricidad de mi padre, que colocaba espacios innecesarios a las casas. No obstante, no me q
No sabría cómo explicarlo, pero tengo una extraña manía que, por cierto, mi mejor amigo adquirió hace un año. El hablar de eso me aterra un poco, porque nadie comprende como he podido habitar con ella por 45 años. No recuerdo con exactitud cuándo la adquirí, no sé si fue por las innumerables ocasiones cuando mi padre me castigaba dentro de algún armario de la casa o por las veces cuando mis compañeros de clase se burlaron de mí y se aprovechaban de mi raquítica contextura para encerrarme en alguno de los salones abandonados ubicado en la parte trasera del colegio. En fin, tenerla conmigo no es nada fácil y más, cuando no te sientes seguro ni en tu propia casa.Hace un año, mi amigo y yo trabajábamos en una empresa del ramo industrial, especializado en motores acuáticos. Y por ser uno de los especialistas del área automotriz me designaron
Grande hombres marcaron la historia con ideas surgidas de sus sueños. Así como ha sucedido con algunos escritores que, según he oído, dieron vida a sus personajes mientras dormían. Ellos le otorgaron personalidad y forma que, aun nosotros, le hemos visto como personas completamente reales. Miss Marple, por ejemplo, es un personaje ficticio de Agatha Christie y fue creada bajo este concepto e, incluso, se dice que, Miss Marple es el retrato original de la misma autora que, utilizando esta apariencia, disfrutó de todo su mundo criminal. Sé que esto no es seguro, sin embargo, en esto decido creer porque pasó a mí. Cada relato está lleno de drama, suspenso, terror o romance y fueron creados mientras dormía o iba a dormir. Por supuesto, la idea surgió de algo visible en el consciente. Indignación, por ejemplo, fue la experiencia obtenida a
—No lo recuerdo —dije, asustada, mientras tartamudeé—. ¿Por qué no me creen? Yo no lo hice…, no les hice nada.Me encontraba sentada detrás del estrado siendo observada por mi acusador. Todo mi cuerpo estaba rodeado de escalofríos que no paraban, debido a esos oscuros ojos posados sobre mí; los cuales me juzgaban a ratos. Me mataban. Entonces, vagando entre mis memorias busqué una explicación lógica de lo acontecido; sin éxito, por cierto. Puede que en esa ocasión me volviera loca, pero no lo estaba; y, por no tener evidencia que mostraran mi inocencia, fueron esas las únicas palabras que podía repetir:—No lo hice... Yo no lo hice.—¿No lo hiciste? —Preguntó el fiscal con implícita ironía en su voz—. Explícanos o mejor, ayúdanos a entender ¿por qué estabas all&ia
Abrí mis ojos. Estoy segura. Traté de tocar a mi esposo que se encontraba a mi lado, pero no me moví ni un milímetro. No pude despertarlo. Rece el Padrenuestro, el Ave María y el Credo como mis amigos lo indicaron; no obstante, seguía sin funcionar.Entonces, como en las anteriores ilusiones, apareció a mi lado el cuerpo voluptuoso y oscuro de una persona semejante a un simio. No detallé su rostro por la oscuridad que le rodeaba. Unos blancos cuernos sobresalían por encima de su cabeza, pero al mirar su procedencia, supuse que eran colmillos. Al acercarse, lo confirmé, era un orangután. Temblaba agitando nuestro lecho. ¡Lástima que eso tampoco despertó a mi esposo!Estiró sus manos que parecían humanas, sin embargo, sus largos dedos cubiertos con un pelaje ocre, poseían negras pezuñas deformadas mostrando su rareza. Acarició mi vientre sie
No quise creer las evidencias que yacían en frente de mí. No sé si por incrédula o avariciosa, no las vi, y eso que me lo advirtieron. ¡¿Por qué fui tan estúpida?! A esa edad, solo quería ser libre de la maldición regente en la Ciudad del Oeste. Salir de este miserable lugar que nos deja como muertos vivientes, sin nada más que acostumbrarnos a la visita de un juez despiadado que no nos escucha ni nos enseña, solo nos condena a la petrificación y a la vergüenza. Siempre ha sido mi sueño escapar de aquí, aunque aprendí que no será posible. Por cierto, no es una maldición que considere mía, pero con el pasar de los años, la resistencia ha disminuido y creo, por pequeña que sea la posibilidad, que tu abuela estuvo en mi lugar y esto lo digo por lo que viví en mi noche más oscura.Mi hermano jugaba como siempre en la