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4. Brazos equivocados.

— ¿Estás bien?— su voz es fuerte  e impersonal. El perfume del comandante  inundó la nariz de Arizona  pero estaba demasiado asustada para detenerse en este detalle.

— Sí, estoy bien.  ¿dónde está mi padre?— preguntó en busca de protección, no podía evitar sentir que fue parar a otros brazos equivocados.

— Está en su despacho,  tuvo que tomar una llamada del presidente— Arizona asiente y poniendo las dos palmas de las manos en el pecho del comandante intenta liberarse de su abrazo. Pero es totalmente inútil, es como si hubiese tratado de empujar un glacial,frío fuerte e imponente.

Pasaron varios segundos en los que sólo se miraron y ella volvió a repetir

— ¿Me puedes soltar?—insistió con impertinencia arqueando una ceja, sacando más valor del que sospechaba que tenía,  pues no tenía intención de seguir en los brazos ese hombre.

Él sonrió y la  apretó  más fuerte contra él,  su sonrisa era malvada pero hermosa.

— Te soltaré cuando dejes de temblar y esté seguro que no te vas a desplomar al suelo —le dijo relajadamente haciendo a Arizona  rabiar.

—Vaya,  pensé que no sabías sonreír —le comentó una sarcástica Arizona. 

— Sé demasiadas cosas las cuales no tengo que demostrarle a nadie señorita— diciéndole esto la soltó.

Ella caminó en silencio rumbo al despacho de su padre y tocó en la puerta despacio. El comandante la había seguido a unos pocos pasos.

Kevin fue quien abrió la puerta y la miró con furia.  Arizona observó a su padre relajado aún hablando por teléfono con un vaso de licor en la mano.

Ella entró y le dio la espalda a Kevin y a Jack. Cuando se dio la  vuelta se sorprendió ya que  la puerta del despacho estaba cerrada y no estaba allí ninguno de los dos hombre que llevaban  la tarde entera asustándola.

{***}

En las afueras de la casa Kevin es  arrastrado por el brazo izquierdo por Jack,  quien  lo llevó al lugar más alejado del patio.

— Te voy a acusar con mi padre idiota, eres solo un estúpido soldado —grita Kevin  tratando de soltarse —nunca más volverás a trabajar, haré que te despidan, no tienes idea con quién te estás metiendo— los gritos del muchacho  eran ahogados por las paredes de piedra de la casa.

— Niñato tonto,  el que no se hace  una idea de con quién se está metiendo eres tú — precisa Jack con voz cortante y luego le propina un  fuerte golpe a Kevin en las costillas haciéndolo caer. Le da una patada en el estómago seguida de otra aún más fuerte en la entrepiernas.

Kevin gime en el piso, pero ha quedado de momento sin aire para gritar. El dolor corporal lo deja totalmente a merced de Jack.

—Ahora escúchame bien chico listo— le dice a modo de advertencia pisándole el pecho con su pie derecho— Si tan solo le vuelves a tocar un solo cabello a la señorita Arizona Bronwbear   desaparecerás de la faz de la tierra— Kevin intento protestar y se le escaparon unos gemidos  sin sentido.

—Si estúpido, Sé lo  que intentaste hacer, te informo que forzar a una dama no es propio de chicos de tu clase social y posición— el comandante aumenta la presión de su pie sobre el pecho de Kevin haciéndolo lloriquear aún más.

—Estas advertido, le tocas un solo cabello, y tu cadáver aparecerá sin cerebro después de haber sido devorado por los zombies y ni papito podrá hacer nada para ayudarte—. Le  levantó el pie del pecho y le pateo la entrepierna otra vez.

—¿Te quedó claro?— Kevin ahogó  un grito de dolor y el comandante volvió a  preguntar.

—¿Te quedó claro?— Kevin por miedo de que le volviera a pegar comenzó a gritar la respuesta.

—Si está claro— Al escuchar esto el comandante se alejó rumbo al parqueo de la casa, tomó su auto y se marchó.

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