Llegaron a casa tras la media noche, sin siquiera notar la falta de personal. El silencio era extraño , pasaron por toda la casa hacia su cuarto y no se encontraron con ningún guardia. Entraron al cuarto y Regina de inmediato se cambió de pijama, pero antes decidió darse un baño caliente.

El agua era dulce, no tanto como la del mar ni tan fría, pero al bajar por su cuerpo le daba una linda sensación, una que rara vez sentía.

Estaba tan concentrada que se percató de la entrada del mayor cuando éste ya tenía una de sus manos en su cintura. Al sentir el contacto y la pequeña corriente que recorrió su piel, se dió la vuelta quedando frente a Héctor. Este bajo su mirada hasta el abdomen de la pequeña viendo las marcas de su anterior estupidez. Regina intentó salir de la ducha pero él se lo impidió.

— Yo...Bueno...

— No te haré nada ...— dijo y acarició su abdomen cuidando de no lastimarla demasiado.

— L-Lo está haciendo...

—Lo siento...— susurró en su oído para luego besar su cuello dejand