El contacto de su mano me devolvió todos los recuerdos y las situaciones extrañas que había vivido junto a él durante su desarrollo; lo que más se perpetuó en mi cabeza, fue la historia de Isabel, mi antepasada. En ese momento, caí en cuenta e hice gestos de alejarme para buscar la expresión de mi esposo.—No lo hagas Estefanía, en él no verás su maldad con tanta facilidad, pero te aseguro que la de Leo sí y no podrás evitar alterarte. Te recomiendo que te tranquilices, que no noten que has aceptado tu don. Estamos en un nido de demonios y no te imaginas lo que sucederá esta noche.—Rosa me lo advirtió varias veces y me pidió que aceptara mi don.—No es el momento de reflexionar sobre el pasado, debemos abandonar este lugar; pero debes brindarme ayuda y buscar un lugar seguro. Más de nosotros están fuera de la estructura, esto será un pequeño Pandemónium. Estefanía, todos los asistentes a esta fiesta quedarán inmóviles como estatuas, así como ya lo estás viendo y los caballeros oscuro
—¡Contempla tu obra! —exclamó Mariana y tomó mi rostro para enfocarlo en el punto—. ¡No te hagas la tonta, sé que no lo sientes! —me restregó mientras continuaba inmovilizada, llorando lágrimas de sangre. Una lucha implacable se materializaba entre los dos hombres, vi a Adrián caer y levantarse con rapidez. Arturo lo había tomado por el cuello e hizo ademanes de torcérselo, grité.—¡Tómame a mí, Arturo, voy contigo, te seré fiel, pero déjalo en paz! —Eso provocó que Mariana se burlara.—No es tan ágil tu centinela —al finalizar sus palabras, Adrián intuyó mi presencia en aquel salón, se percató de que no había cumplido su orden, entonces giró y quitó los brazos de Arturo, jalándolo y lanzándolo frente a él. El rostro de Arturo se volvió más diabólico y abrió la boca, dejando salir una especie de humo negro que se fue en contra de Adrián, pero que no logró tocarlo debido a la luz que lo envolvió como un escudo protector. Las burlas de Mariana se habían esfumado, no pude evitar sonreír.
Estefanía.¡No! —grité con todas mis fuerzas. ¡Te maldigo mil veces Arturo Palacios! —Arturo, permaneció impasible ante mis maldiciones, sosteniendo la espada que había hundido en la humanidad de Adrián; acero que extrajo del guerrero caído solo cuando ya estuve cerca.Me dejé caer sobre el cuerpo del hombre que amaba; pude percibir su voz entre los recovecos de mi cabeza, sus ojos se apagaban.—¡No me abandones! —le supliqué entre murmullos cortados, pero aquel eco se desvanecía sin dejar huellas, solamente la herida viva y contundente que se extendía a lo largo de mi pecho, me restregaba una y otra vez lo real que era aquella situación: Arturo había cumplido su promesa.Arturo me tomó por la cintura, y sin esfuerzo me levantó del suelo contra mi voluntad.—¡Déjame! —le grité enfurecida, Arturo me giró dejándome frente a él, y me aferró por los cabellos.—Lo dije, esté mundo, es muy reducido para esa escoria y yo.—¡Saca tu espada y córtame la garganta! —Arturo permaneció en silencio
—¡Detente Luthzer! —exclamó Nahe, uniéndose al lamento de Anastasia, y enseguida cruzó el umbral.—¡La única forma de impedir esta matanza es que me lo entregues a él! —exigió Luthzer, señalando al otro ser que era idéntico al padre de Adrián.—Alyan no se unirá a tus filas. Por más daño que me hagas —le dijo Nahethis; los ojos de Luthzer se volvieron más diabólicos.—Alyan, ¡mira lo que has hecho conmigo! Soy esto, soy oscuridad, muerte, peste, los jinetes del Apocalipsis ¡La destrucción de un mundo entero en un solo cuerpo! —Entonces, con una de sus uñas afiladas, se rasgó su propia cara y pude ver esa misma herida abrirse en el rostro de Alyan; la herida se cerró rápidamente de la misma manera que a Luthzer. Ve a través de mí, sangra conmigo y únete a mí. Tu vida, hermano, durará la misma que la del árbol al que estás unido, y ese árbol soy yo… soy inmortal. Así que de nada sirve que intentes extinguir tu espíritu para acabar conmigo, porque cada vez que lo intentes, yo te sanaré a
No pueda comprender la decisión de Arantxa de ayudarme y, aunque no confiaba completamente en ella, no me quedó de otra que arriesgarme; no perdí tiempo y lo hice. Antes de ella desdoblarse, me tomó del brazo.—Muchas gracias por hacerme recordar lo que es la caridad, me la mostraste en el pequeño tiempo que estuvimos juntas. Espero encontrarte de nuevo en el camino que nos conduce a la eternidad, en esta vida o en otra.—No te despidas Arantxa.—Estefanía, ese peso que llevas dentro es como un viaje, donde vas metida en un bote que va navegando en aguas turbulentas, estarás obligada a ir echando al mar todo el sobrepeso. Comienza a desprenderte de todo, excepto de lo esencial. Debes hacerlo desde hoy, ese hijo que llevas en las entrañas no solo es parte de él, también es parte de ti. Sé que experimentas miedo, lo puedo percibir desde aquí, pero desgraciadamente no puedo entrar contigo a donde yace el libro de las sombras, ya que me repelería y me mataría instantáneamente reduciéndome
Adrián.Libéralo… libera mis recuerdos de ti. Libérame y lucha hasta que vuelva a estar contigo —el eco de mi voz repetía una y otra vez las palabras que me harían elevar, pero era la voz del libro de los centinelas quien curaban mis heridas y las hacía arder, ese ardor era la evidencia de que yo estaba vivo de nuevo —. Aquí perteneces, levántate en tu nueva naturaleza; has buscado y has encontrado más de lo que creías haber encontrado. Ahora debes afrontarlo solo. Existen dos cosas que no debe olvidar: la paciencia y permitir que las cosas continúen su rumbo —la voz del rabihat continuaba sanándome y vi pasar todos los recuerdos de mi niñez, transcurriendo rápidamente ante mí como estrellas fugaces que caían del universo hasta tocarme. Sentí el ardor del fuego en todo su esplendor, no pude más y grité.—Está volviendo en sí —oí la voz de Alyan; me levanté con unas grandes ganas de gritar, y toda la espalda comenzó a dolerme como si me hubiesen quebrado la columna vertebral. Residí ar
Estefanía.Mi abuelo había entrado conmigo al cuarto que guardaba las pertenencias de Arturo. Contemplé el espacio y solo vi grandes cajones en las paredes revestidas y dos armarios elegantes con grandes espejos. Antonio me solicitó que examinara el interior del armario más amplio y, sin malgastar tiempo, lo abrí. Se podía sentir un ligero aire a través de una de las líneas de ensamblaje de la madera detrás del armario. Comencé a dar golpes y noté que el sonido era hueco, entonces me dispuse a buscar algo que me diera una señal que tuviera función de pestillo, pero no halle nada; salí del armario y comencé a revisar otra vez el espacio, la paciencia ya iba perdiendo terreno en mí y el desespero iba en ascenso.—Lo he visto entrar en esta habitación y luego desaparecer —aseguró mi abuelo. Desesperada, proseguí buscando hasta que vi que detrás de él, había unas lámparas de pared perfectamente alineadas de cada lado del enorme armario, fui directamente a una de ellas, la toqué y jalé, un
†††Arantxa había logrado traer a Adrián hasta mí; en aquel pequeño y definitivo instante; yo podía ver mi vida a través de sus ojos, un espejo que me revelaba que la muerte no era el final de todo. Aquella sangre indeleble no era la única fuente que tenía el poder de regresar al cuerpo inmortal y joven, la vida ya nos había brindado ese don. Las almas eran inmortales y yo trascendería; él y yo nos volveríamos a encontrar; esa revelación me había dado paz, yo había escogido el camino correcto, el dolor que experimentaba al transitarlo era una prueba irrefutable.Adrián me miraba sorprendido, había una mezcla de tristeza y amor, sabía que intuía la presencia de mi hija con Arturo… Mi voz había desaparecido. Los cuatro espíritus se acercaron a nosotros para protegernos, querían asegurarse de que mi esencia era la que predominaba. Por otro lado, sabía que Adrián luchaba por controlar sus sentimientos, fue en ese momento cuando lo detallé. Arantxa tenía razón, yo conocería la verdadera p