QUÉDATE CONMIGO…Mirel cerró la puerta con fuerza y tomó el aire para caminar con arrogancia.Zahida se puso de pie de inmediato arrugando el ceño y miró a Mirel como si le preguntara por qué tenía esta actitud.—Mirel… Omar dejó claro que nadie podía pasar… Madison está…—No me interesa, tía… debo hablar con ella…—¿Qué? ¿Cuál es la impertinencia? Ella necesita descansar.—¿Ahora estás de su lado?Zahida soltó el aire.—No sé de lo que hablas, pero es una muy mala decisión venir aquí… Omar…—¿Qué haces aquí? —todas se giraron en dirección de la voz de Omar que estaba entrando y Mirel pasó un trago.—No pueden impedirme hablar con mi… hermana… —ella lo masticó como si le repugnara—. Tengo mis derechos de estar aquí…—¡Fuera! —tanto Zahida como Mirel saltaron y Zahida se apresuró a tomar el brazo de Mirel e instarla a que saliera con ella.—Ven conmigo, por favor…En el momento en que salieron de la habitación, Omar puso el seguro y sus ojos se fueron a Madison. Omar se acercó a ella c
LA MIRADA QUE AMABA…La habitación parecía detenerse en un silencio cargado de tensiones, donde cada palabra pronunciada pesaba como una losa sobre los hombros de Madison y Omar. Los segundos se estiraban como horas mientras sus miradas se encontraban, ambos atrapados en un instante suspendido en el tiempo.Madison podía sentir el latido acelerado de su corazón resonando en sus oídos, mezclado con el eco de las palabras de Omar. La oferta de quedarse con él para siempre resonaba en su mente, una promesa que parecía tanto un refugio como una condena.Omar, con la respiración entrecortada, esperaba ansiosamente la respuesta de Madison, consciente del abismo que se abría ante ellos. El peso de sus propias palabras pesaba sobre él, cargadas de un deseo profundo y una necesidad urgente de proteger a la mujer que tenía delante.El silencio se volvía cada vez más agobiante, como si el aire se hubiera vuelto denso y difícil de respirar. Madison buscaba desesperadamente las palabras adecuadas,
VOY A MORIR Y VIVIR CADA DÍA PARA TI… El silencio se apoderó de la habitación cuando Madison cruzó el umbral, mientras su corazón latía con fuerza en su pecho, entretanto enfrentaba a los dos hombres que la miraban con sorpresa. El tío de Omar se puso rígido en su asiento, sus ojos mostrando una mezcla de shock y nerviosismo al verla entrar sin previo aviso. Por otro lado, la mirada de Omar era un torbellino de emociones, una mezcla de sorpresa, alegría y preocupación que se reflejaba en sus ojos oscuros. Madison se sintió atrapada entre ellos, como si estuviera en medio de un fuego cruzado de expectativas y tensiones. Pero a pesar de la incertidumbre que la embargaba, se obligó a mantener la compostura, a mantener la cabeza en alto frente a los hombres que la observaban atentamente. —Lo siento, no quería interrumpir… —murmuró, con voz apenas un susurro, sintiéndose repentinamente fuera de lugar en aquella habitación. Rashid pasó un trago duro. Omar apenas le había informado que M
TENGO QUE IRME…—¿Realmente esta es tu decisión? —Madison se limpió las lágrimas y asintió.Sin embargo, ella tomó las manos de su padre y lo miró significativamente.—Quiero verte bien, recuperado… me quedaré una semana más, y luego volveré a San francisco… quiero solucionar muchas cosas, terminar mi universidad. Quiero pensar a solas. De todas formas, ya estoy acostumbrada.Rashid pasó un trago grueso y luego asintió.—Lo entiendo… y sé que quieres solucionar muchas cosas aún.Madison le sonrió.—A pesar de todo… estoy feliz de encontrar a alguien que… me ama.Rashid acarició su rostro.—Lo hago con el alma. Porque te hice con amor, Madi…Madi se puso roja y bajó la mirada.—¿Crees que mi mamá me diga algún día por qué? —Rashid negó varias veces.—Ahora mismo no sé decirte nada de ella. Han pasado muchos años, y… siento que ya no la conozco… todo lo que me dijo Omar, pienso que es irreal… siento mucho que hayas pasado por todo esto.—Gracias… pa… pá… por buscarme. Tal vez si no lo h
ELLA LO ESTABA DEJANDO…La noticia de que Madison planeaba irse había caído como un balde de agua fría sobre Omar. Su mente se llenaba de pensamientos frenéticos, intentando encontrar una manera de detenerla. Pero entre el torbellino de emociones, una pregunta se abría paso con fuerza: ¿Debería realmente detenerla?Sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de su tío. ¿Cómo podría dejarla ir después de todo lo que habían pasado juntos?Entonces se acercó a su tío con una mirada determinada.—Tío, yo hablé con ella, sé que lo que está pasando no es fácil… pero… ¡Es tan obstinada!Rashid lo miró con seriedad, leyendo la angustia en los ojos de su sobrino.—Omar, entiendo que te preocupe, pero esta es una decisión que Madison debe tomar por sí misma.Omar frunció el ceño, sintiendo una mezcla de frustración y desesperación.—¿La apoyas en esto? ¿La dejarás ir aun cuando apenas la conoces? ¿Cómo puedes hacerlo?Rashid suspiró y colocó una mano en el hombro de Omar.—Lo único q
USTEDES REALMENTE SON… Madison se montó en el avión mientras Madani dio todas las órdenes precisas. Viajaría en el avión presidencial, y había acabado de despedir a su padre, a Zahida, y al mismo padre de Omar, pero Omar no había venido con ellos, y lo entendía.Ahora que tenía el cinturón puesto, recordó esta última semana. Omar fue bastante distante, pero ella se centró en su padre y en esta nueva relación que estaban construyendo.Tampoco podía sacarse de la cabeza aquella sonrisa victoriosa de su misma hermana. Una hermana que aún no veía como tal, y no supo cómo lidiaría con eso en un futuro.Durmió en todo el vuelo, y Sara fue quien la recibió con gritos en el aeropuerto de San Francisco.—Me alegro tanto de verte, gracias por estar aquí…—¿Qué esperabas? Estoy tan ansiosa de que me cuentes todo…Madison soltó el aire, pero no tenía de otra.Además, se quedaría unos días en la casa de Sara mientras encontraba algo para alquilar.En cuestión de dinero, ahora no tenía que preocup
VOLVÍA A ELLA… Madison se giró lentamente, encontrándose con la figura de Omar de pie detrás de ella. Su presencia la tomó por sorpresa. Pero lo que más la impactó fue también la presencia de su padre. Ella no supo cómo actuar, si estar feliz de verlo de pie, con un semblante más saludable o sentir pánico que aquí estaba frente a Jhon y su madre. —¿Omar? —susurró, incapaz de contener la sorpresa en su voz, y luego miró a su padre cuando Omar asintió lentamente. Sus ojos oscuros reflejaban una intensidad que la hizo estremecer. Todo volvió a ella de golpe, lo había extrañado demasiado como para aceptarlo y su cuerpo se tensó ante ese par de ojos que miraba hacia el frente con ira. Entonces Omar dio un paso hacia el lado de Madison, pasando junto a ella para enfrentar a Jhon y Ana. —No puedo creer que estén aquí, exigiendo dinero después de todo lo que han hecho a costa de Madison… —dijo resonando con autoridad. Jhon y Ana intercambiaron miradas nerviosas, pero no retrocedieron.
ÉL TENDRÁ QUE ESPERAR… Ana tomó su suéter y lo cerró para abrazarse con sus brazos. Estar frente al hombre que una vez amó con locura, no estaba siendo fácil de procesar, y mucho menos cuando pensó que nunca más en su vida volvería a verlo. Había una mezcla en su sistema. Una rabia incontenible, aquella con la que vivió demasiados años, y un pedazo que nunca pudo pasar. Ni perdonar. Sus ojos se cristalizaron con fuerza, y negó hacia ese hombre que parecía no le habían pasado muchos los años. —¿Qué haces aquí? —Me ocultaste a mi hija todo este tiempo… la pregunta sobra. Ana sonrió amargamente. —¿Reclamas? —Por supuesto, ella también es mía… —¿Tuya? ¡Te casaste y viviste ocho años engañándome! Rashid apretó la boca y negó. —Aun así, es mi hija… y en vez de decirme, preferiste ocultarla bajo tu matrimonio rápido… y… —¡No hables de mi matrimonio! ¡No te atrevas! —Rashid arrugó su ceño. —¿Por qué, Ana? Yo merezco cualquier cosa… ¿Pero por qué tratar a tu hija como un trapo dur