REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 24. Un momento para recordarLa tensión entre nosotros estalla como un relámpago en la oscuridad. No hay espacio para la duda ni para el miedo, solo para este deseo que pareciera que llevamos conteniendo durante años y no durante días. Su aliento choca contra mi piel mientras nuestras bocas se encuentran en un beso hambriento, feroz, cargado de todo lo que nunca decimos.Sus manos recorren mi cuerpo con urgencia, con una necesidad desesperada, hasta que chocan con las mías.—Espera… —susurro mientras desliza el albornoz sobre mis hombros, desnudándome hasta que sus labios rozan mis pechos.La corriente que me recorre es insoportable, y cuando sus dientes se cierran sobre uno de los pezones no puedo evitar el gemido desesperado. Chupa, muerde, tironea arrancándome un grito y distrayéndome del simple hecho de que acaba de romperme las bragas encima. Saca de un tirón el encaje negro por detrás, rozando violentamente sobre mi clítoris y haciendo que me aferre a él
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 25. Una llamada inesperadaDespierto y me encuentro mirando al techo, mi mente aún está nublada por los restos de sueño. El sol ya está alto, pero la habitación sigue envuelta en una penumbra tranquila. Lentamente, giro la cabeza y ahí está: Christian, recostado en el sillón, mirándome.Algo en él ha cambiado en las últimas horas, como si viera algo en mí, algo más allá de lo que dejo que otros perciban. Y aunque trate de ocultarlo, no me resulta fácil. A veces, el peso de lo que soy se hace tan duro que no puedo soportarlo, pero él... él parece que lo está entendiendo.Se levanta, gatea sobre la cama y deja un beso en mis labios, un beso suave y con un poco de ternura.—Vamos a comer algo —dice rozando la nariz con mi mejilla—. Tu trabajo es cuidar de Ruby y mi trabajo es que tengas las fuerzas suficientes para hacerlo.Asiento en silencio y la verdad es que lo necesito, porque los días que siguen con Ruby en el hospital se sienten como una eternidad. La tens
CAPÍTULO 26. REINA DEL ODIO. Madres.Estoy sentada frente a Mildred, observándola como si quisiera leerle la mente, como si pudiera hacer que todo eso desapareciera, como si pudiera quitarle el dolor y la incertidumbre de encima. Pero sé que no puedo, porque la opción sería decirle que soy la madre biológica de Alma y sé cómo se sentiría, como si yo fuera un buitre que solo estoy esperando su muerte, aunque la verdad sea totalmente distinta.—¿No tienes más familia que pueda acoger a Alma? —le pregunto aunque ya sé la respuesta, pero no puedo dejar que ella se de cuenta de que estoy al tanto de cada detalle de su vida.Mildred suspira profundamente, se pasa una mano por el cabello y agacha la cabeza antes de responderme.—Mis padres son muy mayores, Verónica. No podrían hacerse cargo de Alma. Y mis primas… tienen demasiados hijos, demasiados problemas. No sé qué voy a hacer si las cosas no salen bien.—Siempre hay una solución, Mildred —le digo con firmeza, tratando de calmarla, de dar
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 27. El dragón y la espadaMildred mira el libro con un puchero emocionado y lo pone en la mesita junto a ella.—Espero poder terminarlo antes de empezar a trabajar, de lo contrario ya no va a darme tiempo —dice con un suspiro y yo frunzo el ceño porque pensé que tenía licencia de su trabajo o algo así.—¿Y en qué vas a trabajar? —le pregunto como si no estuviera enterada y me doy cuenta de repente de que de verdad lo estoy.Ella no responde de inmediato, como si estuviera buscando la respuesta correcta, pero finalmente dice con voz baja:—En lo que pueda. Me mandaron una carta de terminación en mi antiguo trabajo y no puedo culparlos, he faltado demasiado.—¿Pero el seguro no cubre…? —intento preguntar porque sé que puse suficiente dinero para que se lo den.—Sí, cubre que esté sin trabajo… pero ese dinero es para Alma —sentencia con firmeza—. No sé lo que pueda pasar, así que tengo que seguir generando para ella.Esas palabras me provocan un calor especial en
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 28. Alejados de todoTengo que decir que no odio a los hombres, no los juzgo a todos por los barbarismos de uno solo ni soy tan inmadura como para creer que el género masculino debería extinguirse. Mi feminismo no llega a esos extremos. Pero no puedo negar que hasta ahora ningún hombre me había hecho sentir jamás esta curiosidad, esta necesidad… ni me había despertado el instinto y el deseo de esta forma.Christian asiente sin decir nada. No hay más preguntas. No hay más miradas. Él sabe exactamente lo que estoy sintiendo y lo que quiero. Me lleva a casa y cruzamos la puerta besándonos, tratando de quitarnos torpemente la ropa y gruñendo como si fuéramos dos animales en celo.El problema es que estamos ahora mismo en medio de una vorágine de acontecimientos y parece que ninguno de ellos puede esperar.Mi teléfono suena dos veces y lo ignoro, pero cuando el suyo suena por tercera vez nos miramos, jadeando y a medio vestir, pero nos detenemos.—¡¿Qué carajo esta
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 29. Un instante para dosHan pasado cuatro días desde que llegamos a Aspen, y debo admitir que el aire fresco de las montañas tiene un efecto curioso en mí. Mi cabeza está mucho más tranquila, aunque no puedo dejar de pensar en todo lo que está sucediendo, pero por lo menos aquí, en medio de la nada, todo parece un poco más manejable.Christian y yo hemos pasado el tiempo juntos, sin muchas interrupciones. Los días se van deslizando entre paseos, cenas en la cabaña y conversaciones que no tienen mucha relevancia, pero que al mismo tiempo, me llenan de algo que no puedo identificar. Hay algo en el ambiente que cambia cuando estamos aquí, algo que hace que mis pensamientos, aunque turbios, se sientan menos abrumadores.Hoy, sin embargo, Christian tiene algo planeado. Me arrastra fuera de la casa y sonríe como un niño.—Tengo miedo hasta de preguntar qué estás planeando —suspiro.—Nada extravagante, lo juro, solo vamos a visitar uno de mis lugares favoritos, era
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 30. Un infierno en la tierraEs demasiado, simplemente demasiado. Cierro los ojos y dejo que el placer me envuelva, y luego los minutos son horas largas y perfectas para los dos.Volver es un desafío. Si no fuera porque realmente hace demasiado frío como para pasar la noche aquí, juro que me quedaría, pero la verdad es que no podemos. Y por esas cosas que tiene la vida, el regreso se da justo a tiempo para que escuche mi celular sonando en mi habitación. La piel se me eriza y no sé por qué, pero ese tono me hace sentir que las cosas están por ponerse feas, más feas de lo que ya están.Contesto y bastan solo unos pocos minutos para que confirme mis sospechas.—Es de nuestro equipo legal —digo volviéndome hacia Regina, pero absolutamente todos en la sala me prestan atención.La atmósfera cambia de inmediato, se tensa, todos esperan que la noticia no sea buena.—¿Qué pasa? —pregunta con tono detyerminado.—Es el juicio de Devon… lo han adelantado —le digo.Mi resp
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 31. Años de miseria y desesperaciónHay personas como Regina, que necesitan una venganza rápida y contundente… Y luego están quienes son como yo, que necesito ver años de miseria y agonía y aun así nada puede saciarme.Empecé despacio, moviendo los pocos hilos de poder que lograba ganar de Idris Kane… y al principio fueron cosas simples como bloquear contrataciones o impedir que le dieran trabajo a Tom. Luego fue evolucionando hasta que ya no le permití ganar dinero de ninguna forma. Cada pocos meses mandaba a algunos ladrones a saquear la casa y darle una paliza. Logré que les retiraran el seguro médico y las manos rotas pronto se convirtieron en manos inútiles… y entonces mandé a uno de sus amigos cercanos con botellas baratas de alcohol.El resto ha sido muy simple, solo sentarme y ver cómo los demonios sacaban sus verdaderas caras. Y ahora aquí estoy, escuchando cómo trata de vender de nuevo a Elsa para conseguir dinero para seguir bebiendo.El sonido es b