REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 28. Alejados de todoTengo que decir que no odio a los hombres, no los juzgo a todos por los barbarismos de uno solo ni soy tan inmadura como para creer que el género masculino debería extinguirse. Mi feminismo no llega a esos extremos. Pero no puedo negar que hasta ahora ningún hombre me había hecho sentir jamás esta curiosidad, esta necesidad… ni me había despertado el instinto y el deseo de esta forma.Christian asiente sin decir nada. No hay más preguntas. No hay más miradas. Él sabe exactamente lo que estoy sintiendo y lo que quiero. Me lleva a casa y cruzamos la puerta besándonos, tratando de quitarnos torpemente la ropa y gruñendo como si fuéramos dos animales en celo.El problema es que estamos ahora mismo en medio de una vorágine de acontecimientos y parece que ninguno de ellos puede esperar.Mi teléfono suena dos veces y lo ignoro, pero cuando el suyo suena por tercera vez nos miramos, jadeando y a medio vestir, pero nos detenemos.—¡¿Qué carajo esta
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 29. Un instante para dosHan pasado cuatro días desde que llegamos a Aspen, y debo admitir que el aire fresco de las montañas tiene un efecto curioso en mí. Mi cabeza está mucho más tranquila, aunque no puedo dejar de pensar en todo lo que está sucediendo, pero por lo menos aquí, en medio de la nada, todo parece un poco más manejable.Christian y yo hemos pasado el tiempo juntos, sin muchas interrupciones. Los días se van deslizando entre paseos, cenas en la cabaña y conversaciones que no tienen mucha relevancia, pero que al mismo tiempo, me llenan de algo que no puedo identificar. Hay algo en el ambiente que cambia cuando estamos aquí, algo que hace que mis pensamientos, aunque turbios, se sientan menos abrumadores.Hoy, sin embargo, Christian tiene algo planeado. Me arrastra fuera de la casa y sonríe como un niño.—Tengo miedo hasta de preguntar qué estás planeando —suspiro.—Nada extravagante, lo juro, solo vamos a visitar uno de mis lugares favoritos, era
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 30. Un infierno en la tierraEs demasiado, simplemente demasiado. Cierro los ojos y dejo que el placer me envuelva, y luego los minutos son horas largas y perfectas para los dos.Volver es un desafío. Si no fuera porque realmente hace demasiado frío como para pasar la noche aquí, juro que me quedaría, pero la verdad es que no podemos. Y por esas cosas que tiene la vida, el regreso se da justo a tiempo para que escuche mi celular sonando en mi habitación. La piel se me eriza y no sé por qué, pero ese tono me hace sentir que las cosas están por ponerse feas, más feas de lo que ya están.Contesto y bastan solo unos pocos minutos para que confirme mis sospechas.—Es de nuestro equipo legal —digo volviéndome hacia Regina, pero absolutamente todos en la sala me prestan atención.La atmósfera cambia de inmediato, se tensa, todos esperan que la noticia no sea buena.—¿Qué pasa? —pregunta con tono detyerminado.—Es el juicio de Devon… lo han adelantado —le digo.Mi resp
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 31. Años de miseria y desesperaciónHay personas como Regina, que necesitan una venganza rápida y contundente… Y luego están quienes son como yo, que necesito ver años de miseria y agonía y aun así nada puede saciarme.Empecé despacio, moviendo los pocos hilos de poder que lograba ganar de Idris Kane… y al principio fueron cosas simples como bloquear contrataciones o impedir que le dieran trabajo a Tom. Luego fue evolucionando hasta que ya no le permití ganar dinero de ninguna forma. Cada pocos meses mandaba a algunos ladrones a saquear la casa y darle una paliza. Logré que les retiraran el seguro médico y las manos rotas pronto se convirtieron en manos inútiles… y entonces mandé a uno de sus amigos cercanos con botellas baratas de alcohol.El resto ha sido muy simple, solo sentarme y ver cómo los demonios sacaban sus verdaderas caras. Y ahora aquí estoy, escuchando cómo trata de vender de nuevo a Elsa para conseguir dinero para seguir bebiendo.El sonido es b
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 32. Una reunión familiarEstoy en casa, esperando a Christian que debe estar por llegar, cuando la vibración de mi teléfono me hace mirar el mensaje que acaba de llegar y al ver la pantalla me congelo por un segundo.“Necesito verte. No sigas negándote a verme, esto de verdad es urgente si no, no te lo pediría. Kevin”.Recibir un mensaje de mi hermanastro no es el único problema, es cómo consiguió mi número y solo se me ocurre una persona que puso dárselo. Aun así no soy de las que dejan las cosas a medio hacer, así que respondo de vuelta con una ubicación en la que puede encontrarme.Me visto para salir y espero que si Christian llega pueda esperarme. Abro la caja fuerte y saco algo que definitivamente voy a necesitar: dinero. Y otras dos cosas que harán falta dependiendo de qué tan jodida se ponga la situación: una pistola eléctrica… y una de verdad. A fin de cuentas Kevin es un yonki de mierd@ y no dudo que también necesite defenderme de él.Salgo del depar
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 33. Todo lo que puedo ofrecerMi corazón da un salto sin que pueda evitarlo. Si se tratara de alguien más, de cualquier otro… quizás no sentiría esto, quizás este rezago de conciencia de que estoy haciendo algo malo no me cosquillearía en lo profundo del cerebro.Y la verdad es que yo siempre quise ser buena, pero luego recuerdo todo lo que me han hecho, todo lo que me han quitado, todas las traiciones, todo a lo que he tenido que renunciar… y se me pasa. Salgo del callejón y me acerco a él. Ahí está Christian, apoyado contra un poste de luz con los brazos cruzados sobre el pecho. Su expresión es tranquila, pero sus ojos me examinan como si intentara descifrar qué demonios acabo de hacer.—¿Tengo algo de qué preocuparme? —pregunta en cuanto me acerco y yo lo miro sin decir nada por unos segundos. Me da la impresión de que lleva ahí un buen rato, pero sé que a la distancia a la que estaba no ha podido escuchar nada.—Quizás esa es la pregunta que debería hace
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 34. Un teatro inútilMe congelo y por un segundo siento que mi estómago se hunde y mi corazón martillea contra mis costillas. Pero solo es un segundo de debilidad, uno que me permito cada tanto porque si soy honesta, nada que tenga que ver con ellos me inmuta ya.Vanessa me mira con desesperación, con los ojos hinchados y la respiración entrecortada.—Es por tu culpa... —susurra, como si las palabras le pesaran en la lengua—. ¡Es por tu maldit@ culpa, Verónica!Me quedo ahí, girando despacio mientras ella irrumpe en mi departamento y yo cierro la puerta, no porque me importa quién escuche, sino porque no quiero que nadie vea.Sé por qué me acusa: El dinero. Los dos mil dólares. Kevin. Su maldit@ adicción. Todo se mezcla en mi cabeza en cuestión de segundos. Pero lo único que puedo hacer en este momento es quedarme quieta, observando a Vanessa, sintiendo una profunda vergüenza ajena por su drama cuando la veo caer de rodillas frente a mí, con lágrimas corriendo
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 35. CrueldadVanessa me mira como si aún fuera alguien importante, como si tuviera derecho a estar aquí, a molestarme, a reclamarme nada. Me mira con esos ojos llenos de odio y resentimiento, como si aún pudiera hacerme daño. Pero no, ya no. Ya no hay nada que pueda hacerme, y ni ella ni su familia a la que indudablemente va a defender pueden hacerme ya más de lo que me han hecho.—Vas a arrepentirte de esto —me suelta con la boca torcida en una sonrisa amarga. Sus palabras caen pesadas, como un mal augurio, pero yo no me dejo intimidar.Le miro a los ojos con calma y le hago una mueca indiferente, y cuando mi voz sale es baja, pero deliberadamente hiriente.—De lo único que me arrepiento, Vanessa, es de no haberles hecho la agonía más lenta y más insoportable. Pero no te preocupes, todo en la vida se puede arreglar, ¿verdad?Puedo ver cómo su rostro se contorsiona por la rabia, pero no puede hacer nada. Al final está cortada por la misma tijera que Elsa, por