CAPÍTULO 130. TresNo puedo respirar. Mi corazón está desbocado y siento que la habitación gira a mi alrededor. Apenas escucho las palabras del médico, pero su expresión seria me pone aún más nerviosa.—¿Es verdad? —logro preguntar con un hilo de voz, sintiendo que mi mundo entero está a punto de derrumbarse.—¿¡Qué demonios está pasado?! —reclama Viggo abrazándome mientras los sollozos se atoran en mi garganta, pero la atención del doctor solo está enfocada en calmarme a mí.Lo veo asentir con una mirada comprensiva pero profesional. Es evidente que ya revisó mi expediente médico y sabe a lo que se enfrenta.—Sí, Regina, es verdad. Pero necesitamos hacer una ecografía para determinar cuántas semanas tienes y asegurarnos de que todo está bien. Tus niveles hormonales están demasiado elevados.Mi estómago se revuelve aún más, y no tiene nada que ver con las náuseas. Estoy embarazada. Eso es lo que significa esta sala con un ecógrafo. Estoy embarazada y algo va mal incluso antes de empez
CAPÍTULO 131. Un matrimonio por amorCuando el médico nos deja solos, siento que mi cuerpo por fin reacciona. Mi mente todavía está atrapada en el momento en que escuché la palabra trillizos, pero mis brazos encuentran el camino hacia Viggo sin que tenga que pensarlo. Nos abrazamos con fuerza, como si eso pudiera estabilizarnos, como si al fundirnos en un solo ser pudiéramos entender mejor lo que acaba de pasar.Viggo me besa. No es un beso suave ni tiene intención de calmarme, es uno desesperado, como si necesitara grabarse en mi piel y asegurarse de que esto es real.—¡Es la mejor noticia del mundo! —susurra contra mis labios, con la voz cargada de emoción—. Te amo, reina. No sé cómo pasó esto, ni siquiera lo habíamos pensado pero… es genial, es maravilloso, te amo.Cierro los ojos y dejo que la calidez de sus palabras me envuelva. No sé si estoy en shock, si estoy aterrada o si la felicidad me está inundando por completo. Quizás todo a la vez.Alcanzo su cara entre mis manos y lo b
CAPÍTULO 132. Hasta el fin de mis días.—Me encanta esa propuesta —dice Viggo, con esa sonrisa suya que siempre me derrite—. Por supuesto que me casaré contigo.Sus palabras me llenan de alegría, y siento cómo mi corazón late más rápido. Escuchar su confirmación es simplemente… mágico. Me acerco a él y lo abrazo con todas mis fuerzas, como si así pudiera contener toda la felicidad que me invade.Nos besamos, nos acurrucamos, nos abrazamos, este es el puto concierto de los mimos…“¡Lenguaje!”¡Ay, maldit@, no me asustes así!“¡Lenguaje, que ahora traes tres y te tocan nueve meses sin castigos!”¡Eres mala, escritora!“¡Te jodes! ¡Ups, lenguaje! ¿Me prestas a tu marido para…?”¡Ya lárgate que tengo que seguir contando!En fin. El festival de los ñoños es lo que tenemos aquí.—¿Crees que quizás sea hora de mudarnos del departamento a una casa familiar? —le sugiero a Viggo y noto cómo su expresión se ilumina aún más.—Podemos hacer eso. ¡Por supuesto! Además, puedes remodelar mi casa todo
CAPÍTULO 133. ÁngelesSEIS MESES DESPUÉS.Han pasado seis meses desde que descubrimos que estamos embarazados, y tres desde que nos mudamos a nuestra nueva casa, y la emoción en el aire es palpable. Viggo está decidido a armar la cuna del bebé por sí mismo.—¡Es algo que todo padre debe hacer! —repite una y otra vez, como si eso le otorgara algún tipo de superpoder.Me encanta verlo tan entusiasmado, pero a medida que lucha con las instrucciones, puedo ver que su confianza comienza a tambalear.—¿Estás seguro de que no quieres ayuda? —le pregunto, mientras me recargo en el marco de la puerta, cruzando los brazos y tratando de ocultar una sonrisa.—¡No! —responde, frunciendo el ceño en su concentración—. Puedo hacerlo. Solo… dame un segundo.Cinco minutos después, está mirando la caja como si fuera un rompecabezas del que no tiene idea por dónde empezar.—OK, tal vez una ayudita no estaría tan mal. Soy CEO, no carpintero… —Suspira y toma su teléfono—. Voy a llamar a Ren y a Christian.
CAPÍTULO 134. Epílogo...Al fin hemos salido del hospital. La emoción y el cansancio se mezclan en el aire mientras Viggo y yo llevamos a nuestros tres bebés a casa. Las pequeñas sábanas de la cuna son un refugio perfecto para ellos, y no puedo evitar sonreír al verlos tan tranquilos. Las noches en el hospital han sido largas, pero este momento lo vale todo.—Mira qué bonitos son —susurro, admirando a Leo, Elena y Selene, que duermen plácidamente.Viggo se asoma a la cuna con una expresión llena de ternura y no puedo evitar sentir una oleada de amor. Él es un padre increíble y me encanta verlo así. Me aferro a su mano mientras él se inclina para darles un beso suave en la frente.—Son perfectos, reina —dice con una voz llena de emoción—. Como tú.Después de un rato, los tres parecen estar bien alimentados y contentos. Al final, caen en un profundo sueño y el silencio se apodera de la habitación. Aprovecho el momento para acomodar un poco sus biberones, pero mi mente no puede evitar di
SINOPSISVerónica Lynch había vivido lo peor que una adolescente podía vivir, y su familia le había dado la espalda. Las personas que más debían protegerla la habían abandonado, acosado, y orillado a arrancarse una parte del corazón para poder sobrevivir.La gente normal le llama "traumas" a lo que queda después de eso, pero Verónica nunca fue normal. Lo que quedó para ella fue veneno, uno mucho más peligroso que cualquier arma, uno capaz de poner de rodillas a cualquier incauto que la crea solo una cara bonita.¿Qué pasará entonces cuando llegue a su vida ese opuesto que se nos ha destinado a todos? ¿Será Christian St. Jhon capaz de encantar a la serpiente, o su veneno terminará matándolo a él también?REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 1. El origen del venenoLloro. ¿Por qué no puedo dejar de llorar? El tipo acaba de salir de mi cuarto, y mi mundo se ha vuelto un lugar oscuro. Con cada lágrima que cae, siento que se escapa un pedazo de mi alma. Me miro al espejo, y lo único que veo es a una ni
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 2. Un pedazo del corazón.UN AÑO DESPUÉS.Llevo una semana en la calle. Una semana aguantando hambre, una semana escondiéndome de la lluvia, una semana tratando de calentar a mi bebé con mi propio cuerpo. Y ya no puedo más, o más bien, sé que ella no lo aguantará por mucho tiempo.Toco la puerta del orfanato con el corazón hecho pedazos. Hace frío y mis piernas tiemblan, pero no sé si es por el clima o por el miedo. En la calle todo es peor de lo que imaginé. Me agarro fuerte de mi bebé, envuelta en una manta que ya está sucia y no tengo cómo lavar, mientras la puerta finalmente se abre.Una mujer mayor, con bata de dormir y el cabello recogido, me mira con el ceño fruncido.—Estas no son horas muchachas, muchacha —dice, mirándome como si fuera un problema más en su vida—. No es la forma ni el tiempo para entregar a un bebé.—Un bebé no se entrega y punto —le respondo con un gruñido de dolor, tratando de no llorar—. Pero llevo una semana durmiendo con ella en
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 3. Solas en la nocheAl principio solo escucho un murmullo. Es como si alguien hablara lejos, en un lugar donde no puedo alcanzarla. Mi cabeza me da vueltas. Me arden los ojos por tantas lágrimas y me duele el pecho como si me hubieran arrancado algo de adentro.—¡Oye! ¡Despierta! —la voz es suave, amable… demasiado dulce para ser de alguien de la calle. Lo sé porque en una semana aprendes bien a reconocer las voces ásperas cuando te echan de algún sitio.Algo me sacude y abro los ojos de golpe. Veo a una chica arrodillada junto a mí. Me está mirando con los ojos bien abiertos y el ceño fruncido, como si estuviera preocupada o asustada.—¿Estás bien? —me pregunta.Me duele todo, pero asiento con la cabeza y trato de sentarme, aunque mi cuerpo se siente como si pesara toneladas.—Lo siento, de verdad. Te caí encima… es lo que tiene saltar de la ventana de un segundo piso, nunca sabes si habrá una chica linda abajo a la que le puedas caer encima —dice poniéndose