AL DÍA SIGUIENTE Y tan pronto como había amanecido, todo lo que quiso hacer Amber fue detener la maldad de Nancy que estaba a punto de hacer infeliz a Damián.Ella tenía todo en su poder, las armas se las había dado la misma persona que la amaba con toda el alma.Decir que el tiempo se pasó lento de lo que iba del pueblo donde había vivido por poco más de seis años hasta llegar a la ciudad, era decir poco. Ella tenía que llegar sin ser vista por Damián pues ella ya había aceptado su vida y no era algo que le pesara sino, algo que veía con mayor sentimiento. Todo lo que ella necesitaba era llegar, llegar con él.La situación en la empresa estaba una vez más a la normalidad pero la relación de Damián y Nancy no se podía decir exactamente lo mismo. Él estaba deseando que ese día nunca llegara, él solo quería vivir tranquilamente como por tantos años lo había hecho. Y es que no se quería dar que quizá, eso que estaba sufriendo era el pago por todo el dolor que ocasionó en muchas mujeres
Mientras otras mujeres buscaban de él debido a su buen físico y él siempre estaba ahí para atender a cada una de ella, ahora era él quien huía de las mujeres y no porque su físico no fuera suficiente para él ni nada superficial sino porque su corazón había cambiado terriblemente su rumbo.Mientras él caminaba directo al estacionamiento se encontró con el mismo hombre con el que Nancy había estado hablando. Lo reconoció por el abrigo café que usaba y el café en la mano. Fue en ese momento en que sintió Damián que debía simplemente seguir de largo, no le importaba en lo absoluto lo que aquel hombre haya tenido que ver con Nancy, no era que ella le importara.Pero por supuesto no era lo mismo que había pensado Donald, él si quería acercarse a Damián pues ya tenía su plan bien definido. Lo haría su amigo, se acercaría a él poco a poco y al final, lanzaría la bomba.— Señor Slimth —llamó Donald.Y fue justamente en ese momento en que Damián volteó con un gesto de confusión.—Un hombre de
DOS DÍAS DESPUÉSEl momento había llegado, aquel momento que cualquier mujer estaría esperando y del mismo del que su familia iba a estar orgullosa. Finalmente el señor Halsen iba a ser testigo de los bueno valores que le inculcó a su hija durante tanto tiempo. Lo que no sabía es que ese momento iba a ser marcado por verdades si ella no daba un paso atrás.¿Qué decir de lo que podía estar sintiendo Damián? Y es que Daniel había sido muy claro con él cuando dijo que su momento de resignarse había llegado. Debía de sentir ese momento como parte de él y empezar a pensar que era esa vida la que sería para él, no le quedaba más que abrazar el momento y empezar de cero mientras dejaba a Amber atrás.Una noche en la el mundo sería testigo de la pedida de mano Nancy aunque el mundo ya supiera que ellos se iban casar pues lo que no sabían era que ellos se estaban casando más por chantaje que por cualquier otra cosa.—Hey, ¿qué haces? Me voy a caer, espera, espera, me voy a caer, ¿qué pasa? —Pr
Inmediatamente ella se levantó de su lugar. La sonrisa se borró del rostro de su padre. Simplemente no sabía cómo agradecerle a Damián y a la vida que ella hubiera ganado, el problema es que lo hizo en mala hora, de qué manera hacerlo o qué palabras decirle para que pudiera sentirse lo suficientemente valorada ella al haber ganado. Es que la verdad nunca pensó que ese momento llegaría, nunca pensó que aunque fuera por chantajes la harían sentir mujer de verdad y no solo alguien a quien podían usar.—Damián, ¿acaso es esto lo que pienso que es? —Eso es lo que estás pensando.— ¿Estás seguro de hacer esto? —Continuó en el momento.—Vamos a ser quienes siempre quisiste que fuéramos, creo que ya han pasado algunos años desde que nos conocimos, Nancy.— ¿Sucede algo, hija?Nancy no puedo soportar más las lágrimas y abrir la misma herida en su corazón, era como si su propio corazón volviera a respirar por la misma herida que se hizo cuando dejó a su hijo y esa misma se volviera a abrir pe
Mientras Damián y Daniel arreglaban asuntos en la empresa después de todo lo que había pasado una noche anterior, el señor Halsen se encontraba en su despacho leyendo con atención cada una de sus propiedades, sentía que antes de seguir perdiendo tiempo tenía que dejar todas sus acciones en escrituras para evitar todo lo que en un futuro se vendría en contra de su hija, la misma que había fallado una noche anterior y por lo que él sentía que no iba a soportar mucho la furia que guardaba dentro.— ¿Bueno? —Respondió el señor Halsen atendiendo llamadas.—Señor Halsen, soy yo, su abogado Antonio. — ¿Qué sucede, Antonio? ¿Todo va bien por allá con lo que te encargue? —Le preguntó el señor Halsen. Antes de responder el abogado pensó cuidadosamente sus palabras para que el señor Halsen no se exaltara y tomara la noticia con la suficiente calma para que él no se pusiera mal. Las cosas no iban muy bien.— ¿Antonio? ¿Sucede algo? —Volvió a preguntar el señor Halsen.—Señor Halsen, las noticia
Mujeres y hombres elegantes se sentaban ya en sus sillas, la mesa circular sostenía documentos y botellas de agua para cada uno de los asistentes. Todos estaban preparados para la reunión que el Sr. Slimth iba a dar y, como siempre, la misma silla a su lado estaba vacía. Era increíble. La reunión debía de haber empezado hacía 85 segundos. Pero, ¿quién era Damián Slimth para medir el tiempo como siempre hacía? Bueno, Damián Slimth era el tipo de hombre que pensaba que cuando sus empleados llegaban a esa empresa, pidiendo la oportunidad de trabajar para él lo que querían pedir era la oportunidad de servir y complacer con sus vidas a sus caprichos. Incluso si hablamos de la chica que había visto convertirse en mujer.De repente, la gran puerta de cristal se abrió. Todo el mundo se sumió en el silencio.El anfitrión había llegado. Tarde, pero había llegado.—Otra vez tarde, para qué voy a decirlo—dijo Damián, mirando a la mujer de las enormes gafas y la coleta que había llegado.Amber no
Sus dulces y pequeños ojos fijos en la pantalla del ordenador, sus finos dedos y la palabra clave de su ordenador haciendo el sonido que todos en aquella empresa reconocerían como una melodía, la melodía que sonaba en todas las empresas, Amber no parecía tener intención de parar un rato y darse un respiro. Había que preparar los informes para la siguiente reunión y no quedaban más de dos horas para reunirse con los extranjeros. Aun sabiendo que iba a ser ella quien dirigiera aquella reunión con Damián, no pudo evitar dar más importancia a sus pensamientos que a la reunión. Finalmente, sus dedos se detuvieron, llevando una de sus manos a su cabeza. Seguramente un dolor de cabeza. —Ni siquiera puedo concentrarme—, expresó, tomando su botella de agua. — ¿Cómo es que voy a ir con Damián? — ¿Aparte de fea, loca?— Preguntó alguien. Amber miró a la persona que había nublado sus pensamientos y su tarde. Nancy, la mejor secretaria según su físico. — ¿Puedo ayudarla?—Preguntó Amber. Nanc
Diez, once, doce, una, dos, tres, cuatro después de medianoche y no había conseguido mover el coche. ¿Por qué? Ella podía saber muchas cosas. Podía ser la persona más inteligente del mundo, pero para los coches, nunca pensó que lo necesitaría. Habían pasado seis horas, la batería de su móvil se había agotado y aunque tuviera tiempo y batería suficiente para llamar a Damián, no lo haría. Amber sabía que cuando Damián se divertía, no había nada en la tierra que pudiera distraerlo. Seis de la mañana, sólo cuatro coches habían pasado a su lado y ninguno de ellos se había detenido para ver si necesitaba algo hasta que el que estaba destinado a encontrarla se detuvo. Tres golpes en la ventanilla hicieron que Amber levantara la cabeza, que estaba apoyada en el volante. Amber parecía tener miedo. Estaba en medio de la nada y si aquel hombre intentaba hacerle algo, seguramente no correría tanto. —Hola, ¿puedes bajar la ventanilla?—Preguntó. Asustada, abrió. — ¿Hola? —Señorita. ¿Puedo ayud