AMENAZA POR AMENAZA

—Nayara ya está durmiendo—, anunció Aarón a la mujer que apenas había movido los ojos.

Amber pareció despertar de sus sueños. — ¿Mi hija está durmiendo?— respondió tontamente Amber, que estaba sentada a la mesa.

Aarón se acercó a ella lentamente. No quería inmiscuirse en sus pensamientos aun cuando ella tenía tanto que explicarle.

—Amber, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Sí, Aarón, dime—. Amber se levantó, tratando de evitar lo que tenía que responder le gustara o no.

Tal vez, lo que Amber no se había dado cuenta en ese momento era que con esas palabras saliendo de su boca, había encendido la esperanza en el corazón de Aarón.

— ¿Quieres comer algo? Creo que solo comiste el helado que le compraste a mi hija, ¿verdad?—. Amber soltó una risita nerviosa.

— ¿Por qué me evitas?

Sin mirarle Amber prestó toda su atención al plato que estaba sirviendo con la comida que quedaba de su pequeño negocio o al menos, eso era lo que quería mostrarle. —No sé de qué estás hablando, Aarón
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