—Su padre está estable en estos momentos, pero no mentiré, se encuentra bastante delicado. Les advierto que no puede recibir ninguna impresión fuerte, no debe alegrarse, ni molestarse, ni impresiones, debe estar tranquilo. Cualquier emoción fuerte, puede costarle la vida. ¿Entendido?—Si, doctor— respondieron ambas al unísono. —¿Podemos entrar?— preguntó Victoria. —Si, en unos minutos lo enviaremos a la habitación quinientos cincuenta y tres, podrán verlo pero deben recordar; nada de emociones fuertes. Victoria no pudo evitar llorar cuando entró a la habitación, su padre estaba allí en la cama, pálido, frágil y totalmente vulnerable. ¿Cómo era posible que los dos hombres que más amaba, se odiaran a muerte?¿Cómo era posible que su esposo le hubiese provocado aquella situación a su padre?Era horrible estar en un campo de batalla, donde los oponentes eran dos, de las tres personas más amadas. —Papá...—¡Oh, Antonio!— susurraron ambas a la vez. Brailon, llegó a casa totalmente ago
Victoria, entro a la habitación con cuidado, caminó despacio hasta la cama, se le cortó la respiración al verlo allí... dormido y totalmente vulnerable. Ese era el hombre que amaba y eso no cambiaría por nada del mundo, pero... no podía perdonarlo, lágrimas brotaron de sus ojos, las secó con suavidad, se inclinó y depositó un ligero beso en aquellos sensuales labios. Brailon se movió y Victoria lo vio sonreír en sueños, se quedó inmóvil durante unos segundos, esperando lo que sucedería, pero Brailon sólo se giró hacia el otro lado y siguió durmiendo. Brailon despertó al rededor de las ocho de la mañana, nunca acostumbraba a dormir tanto, pero estaba realmente agotado, habían Sido muchos días de arduo trabajo, además de la horrible noche anterior. Después de una ducha, se vistió y bajo a desayunar. —Hola Sophie, buenos días. —Buen día. ¿Desea desayunar?—La verdad no estoy de humor, Sophie. Solo tomaré café. —De acuerdo, señor. —¿La señora ha llamado?—No. La señora volvió muy t
—¡Eso es imposible!—¿Creíste que jamás me enteraría de tus andanzas con ella?, ¡ te acuestas con ella y ahora dices que es imposible embarazarla!—Si Julieta está embarazada, no es mío. ¡Nunca me he acostado con ella!—¡Estás mintiendo!, ¡Ella me restregó a la cara que se veían fuera de esta casa, que le hacías el amor, que el hijo que espera es tuyo!—¡Por Dios, entra en razón!—Una vez te jure que nunca te perdonaría el daño que le hacías a mi familia y hoy te solo repito; no te perdonaré que mi padre este en el hospital, no te perdonare que mi madre tenga que desprenderse de su casa, ni te perdonare todo lo que he llorado por tu culpa. ¡Jamás voy a perdonarte!—Amor, lucharé a diario para ganarme tu perdón, podemos hacer que esto funcione. Julieta miente y si quieres puedo despedirla ahora mismo. —Haber escuchado eso cuando empezaron los problemas me habría convertido en una mujer muy, muy feliz. Pero ahora no. ¿Pretendes echar a la calle a la madre de tu hijo?—¡Ese no es mi hij
Brailon, desde su habitación observaba como el auto de Victoria se alejaba, lo más doloroso es que parecía no haber dudado, encendió el motor y se marchó, dejándolo sumido en una profunda tristeza. —No puede ser—susurró— realmente la perdí. — se giró topándose de frente con Julieta. —¡Con un demonio Julieta, me asustaste!—Lo siento, señor.—¿Que haces aquí?— preguntó bruscamente. —Vine a ofrecerle mi apoyo, usted lo sabe señor, yo soy incondicional con usted, mi señor. —Me alegra que estés aquí — la miró directamente a los ojos. —A mi también me alegra—respondió con una enorme sonrisa. —Estoy feliz de poder estar a su lado —Bien... Felicidades por tu embarazo — la sonrisa en el rostro de Julieta se paralizó, perdió toda calidez y comenzó a desvanecerse lentamente. —Yo... no sé a qué se refiere, señor. —¿Ah no?, por supuesto que lo sabes, me refiero al hijo que esperas, y que por alguna razón le dijiste a mi mujer que es mío. —Yo, no...—Explícame eso, Julieta. Porque si estás
Victoria manejaba mientras sus pensamientos divagaba, después de huir de él, allí estaba de regreso a ver a Brailon. Detuvo el auto frente a la casa, su respiración se entrecortó y luego se le aceleró el pulso, sus manos comenzaron a temblar.Respiro profundamente para tranquilizarse, luego bajo del auto y se encaminó a entrar a la casa, aún tenía las llaves, fue directo a la cocina en dónde encontró a Anna y Sophie. —¡SEÑORA!—gritaron ambas al mismo tiempo, mientras corrían hacia ella para abrazarla. —Señora, ¿cómo está?—le preguntó Anna. —Estoy bien— le regaló una hermosa sonrisa. —¿Ustedes cómo están?—Bien señora, no se preocupe por nosotros —Claro que me preocupo Sophie, las quiero mucho. —Y nosotras a usted. —Y... ¿cómo están las cosas por aquí?—No muy bien. El señor ha estado bebiendo más de la cuenta, está triste y no hace más que gritar y maldecir. —Entiendo...—Quien no la está pasando nada bien tampoco es Julieta. Parece como si la odiaran, no hace más que gritar l
Veinte minutos después, Victoria salía envuelta en un albornoz y con el cabello húmedo. —¿Ya estás bien?—Si.—Necesitamos hablar. —No quiero hablar, creo que nos hemos dicho todo, no vale la pena seguirle dando vueltas al asunto. —Quieras o no, tenemos que hablar — sentenció. —No puedes obligarme a nada, entiéndelo. —¡Necesito que hablemos!— pidió con la impotencia viajando por su cuerpo. Victoria optó por ignorarlo y comenzó a vestirse, pronto solo le faltaba peinarse, tomó un cepillo y peino su cabello húmedo, se giró hacia el, y tomando su cartera, le extendió el cheque. Pero Brailon ni se movió, presionó los labios con fuerza. —¡Tómalo!—He dicho que no aceptaré ese cheque. —Y yo he dicho que no aceptaré que cubras las deudas de mi familia.—No aceptaré el maldit* cheque, Victoria— dijo frustrado, ella enojada colocó el cheque sobre la peinadora —alli no lo dejes, !demonios, que testaruda eres!—No más testaruda de lo que eres tú— le dijo y suspiró profundamente, se acercó
Victoria abrió los ojos lentamente y los volvió a cerrar, estaba en su habitación, en su cama, aún sentía los efectos del mareo, además le dolía mucho la cabeza. Abrió los ojos de nuevo, pero está vez con más seguridad y confianza, allí estaban sus padres; Antonio y Ellen, tenía una expresión que no lograba descifrar. —¿Cómo te sientes, nena?—Mejor, creo. —Debes tener más cuidado, Victoria. El médico acaba de irse, por fortuna vino en tiempo récord, debes pasar a su consultorio ha hacerte algunos exámenes. —No hay de que preocuparse, de verdad, fue un simple desmayo— Antonio y Ellen cruzaron miradas. Así que Victoria aún no lo sabía—¿Sucede algo?—¿No lo sabes tu?—¿Saber qué?—No se trata de un simple desmayo. —¿Estoy enferma?, ¿acaso tengo algo grave?—No, cariño — su madre le tomó una mano con ternura— estás embarazada, serás madre. Victoria sintió que volvería a desmayarse. ?Había escuchado bien?, ¿un hijo?, ¿un hijo suyo y de Brailon?, abundantes lágrimas comenzaron a brotar
—¡Madre!— gimió Victoria frustrada, ella no había tardado ni un día, en llevarle la noticia a su esposo. —¿Cómo fuiste capaz?, ¡me traicionaste!—Me juré que no permitiría que arruinaras tu vida, y eso trato cariño. Deben hablar. —Sera mejor que nosotros los dejemos a solas— Ellen sonrió a Brailon y luego a su hija, animandolos. Luego, se marchó junto a su esposo. —Será mejor que nos sentemos, Victoria. —No se tú, pero yo estoy muy bien así. —Siempre tan testaruda. Estoy muy feliz por al noticia, seremos padres, Victoria. Estoy muy, muy feliz. Ahora que estás embarazada, debemos reestructurar nuestras vidas, pensar mejor las cosas. —Estar embarazada, no cambia las cosas, Brailon. —Por supuesto que sí. Vamos a ser padres, debemos estar juntos en esto. —¿Y Julieta?, ¿ y mi padre?, ¿y todo lo que hemos vivido?—Julieta no está embarazada, la confronté y admitió que lo hizo para molestarte y generarte celos Ya le he dejado claro que no la amo y nunca lo haré. En cuánto a tu padre,