Angelique no quitó el dedo del renglón y sabía bien que ella era bastante terca, no me la iba a poder quitar de encima hasta que le dijera todo; mi ojo de loca me aconsejó que hablará ya que me daba la suficiente confianza para ser sincera así que la llevé a una heladería que se encontraba cerca.

— Escucha, no me defraudes y mantén en silencio lo que aquí te voy a decir — ella asintió e hizo el gesto de tener la boca sellada — Ilán no es mi esposo, solamente se encuentra fingiendo ya que se lo pedí. Al inicio la idea de enfrentar tanto a mi tía como a ti era algo agotadora, él me daba la seguridad que necesitaba para poder ponerme delante de ustedes.

— No, no era por eso — Angelique tomó mis manos — lo hiciste porque ya lo querías, siempre has tenido un temple demasiado fuerte, podría asegurar que más del que la abuela tenía así que no necesitabas a Ilán para enfrentarnos, simplemente no deseabas alejarte de él y le pediste tal cosa.

— Pero en el momento que le pedí eso a Ilán no era