2. Ojos dorados

Abrí los ojos y tenía a Ryder delante mío. Me quedo mirando esos ojos marrones que tiene, no se podía negar, Ryder tenía muy buenos ojos y no solo eso, sino que su rostro lo favorecía mucho, él era muy guapo... Espera, ¿Qué clase de tonterías estoy pensando?

Su ceño se frunce y posiblemente sea por lo que estoy pensando, porque no creo que el venga hasta donde estoy por nada, más que querer molestarme.

—¿Por qué eres así? — se agacho quedando a mi altura.

—Creo y estoy segura que nada de eso te importa, yo soy como soy y eso nadie lo cambia — ruedo los ojos.

—¡Me vas a mirar y a decir! — su voz cambió poniendo una más gruesa y ronca, haciendo que me asuste un poco.

Me tomo de la barbilla y me hace mirarlo a los ojos, pero estos cambian de un momento a otro, sus ojos que son de una café hermoso, se tonaron en un amarillo casi dorado.

Hasta donde yo tengo entendido esto suele pasar solo en lobos, aunque siento que esto lo he visto antes.

—Tus ojos cambiaron — señalo sus ojos y él se aleja de mí.

Siento que he visto esto antes, pero, ¿Dónde? Espera, creo que me acuerdo de donde había visto esos ojos antes, fue el día que se nos presentaron a los príncipes del clan de los lobos.

Estaba en mi habitación arreglándome, aunque mi hermana mayor me estaba ayudando, ya que ella decía que hoy todas teníamos que estar hermosas.

— Francia, ¿qué peinado quieres que te haga hoy? — preguntó Tamara.

—El más bonito, quiero verme hermosa, para recibir nuestros visitantes — dije y ella asintió.

Quería verme hermosa y sabía que mi hermana mayor podía hacerme un peinado que me gustara tanto a mi como a las personas que vendrán.

—¿Y porque los lobos vienen a nuestra casa? — Preguntó una curiosa y pequeña Serena.

No era una mala pregunta la que hacía mi hermana y menos cuando por años los lobos y vampiros no se han llevado tan bien y hasta donde había escuchado no hace mucho a mi padre, él había comentado que esto era para un acuerdo de paz.

—Porque los chicos que vendrán son nuestros prometidos — dijo Yaritza.

—Es por el acuerdo de paz, ¿verdad? — dijo Serena y todas asintieron, Serena bufo.

Serena a pesar de la edad que tenía era muy extrovertida y tenía tantos pretendientes que saber que se comprometería con alguien que no conocía le estaba disgustando, porque eso significaba para ella que no iba a poder estar más con otros hombres.

Más cuando casarnos era una obligación para nosotras por ser las princesas de este reino y teníamos que ayudar a nuestro padre a conseguir que los lobos y vampiros no estuvieran en una gran guerra, así que un matrimonio entre ambos era lo mejor... Así dijo mi padre.

—Si, y eso significa que nos tenemos que casar con ellos — comentó Yaritza.

Mis hermanas ya estaban listas, solo faltábamos dos por terminar de arreglarnos, y esa era Tatiana y yo, y todo porque ella me estaba ayudando con mi peinado.

—¿Entonces, nos toca casarnos con ellos y todo por mantener la paz entre los reinos? — hable y todas asienten en afirmación al unisonó.

—Estas en lo correcto, mi hermosa Francia — decidió hablar Tatiana — Ya terminé, puedes verte en el espejo a verte como estas.

Se levanto y voy al espejo de cuerpo completo que tenía en mi habitación, cuando me veo, sonrío y miro como me queda este hermoso vestido... Me veía hermosa.

—Gracias, Tati — me acerco y le doy un abrazo — ¡Estoy hermosa!

—No hay de que, mi hermosa Francia — respondió ella.

—Ve a terminarte, Tatiana, que los invitados llegaran en cualquier momento y nuestros padres nos quieren abajo antes de que los demás lleguen — habló Yaritza.

Tatiana se retoca el maquillaje y peina su larga cabellera, haciéndose un peinado que no le recoge todo el pelo. Cuando se termina, se voltea hacia nosotras y todas la elogiamos de lo hermosa que se ve.

—Ya estoy, vamos antes de que papa mande a alguien a buscarnos — Tatiana nos sacó a todas de mi habitación y bajamos a la sala.

Cuando íbamos bajando pudimos ver que había unas personas abájalo... ¡Oh no! Ya habían llegado y nosotras nada que bajábamos, estoy segura que papá nos regañara cuando ellos se vayan. Miro a mis hermanas y puedo ver que todas se miran entre sí y el miedo en sus ojos es latente.

Mi padre se voltea a vernos y por la mirada que nos lanza sabemos que no nos salvaremos del buen regaño que nos tiene.

—Al fin bajan, mis preciadas hijas, mires hijas ellos son los chicos de los que les he estado hablando estos días — nos hablo nuestro padre.

—Mucho gusto, nosotras somos las hermanas y princesas WhiteBlood — dijimos al unisonó.

Aquellos chicos nos hicieron una leve reverencia, y nosotras solo un asentamiento de cabeza, más cuando es sabido que los vampiros jamás nos inclinamos a alguien que no es nuestro rey, así que un asentamiento de cabeza estuvo más que bien.

—El gusto es nuestro — prosiguieron ellos a responder.

—¿Qué tal si cenamos ya? y luego se conocen entre ustedes — comentó mi madre con una amplia sonrisa en sus labios.

Nos fuimos a sentar para comer y las sirvientas nos llevaron la comida acomodándola toda en la mesa, nosotros empezamos a comer tranquilos mientras nosotros padres comían y hablaban de cómo iba hacer un éxito este arreglo de matrimonio, bueno a ellos solo les importaba que el reino y lo demás este bien, pero ¿Nuestra felicidad donde quedaba? Eso a ellos no les importaba, por esa razón nosotros solo estábamos callados y degustamos la comida a lo máximo.

Cuando terminamos de comer, todas junto con los chicos nos fuimos para cada una de nuestras habitaciones, ya que nuestros padres nos pidieron que nos fuéramos conociendo mejor y nos dijeron quienes serían nuestros prometidos. Yo me fue con el chico de cara tierna y ojos bonitos. Cuando llegamos a mi habitación, entramos y él se sentó en el bordillo de la cama y yo fui a buscar algo para jugar. No encontré nada así que me senté a un lado de él, los dos estábamos callados, ninguno decía nada hasta que yo rompí el silencio que invadían la habitación.

—Eres un chico muy lindo — trate de elogiarlo, pero no me salió tan bien.

¿No tenía más nada que decir?

¡Torpe!

—Si, muchas ya me lo han dicho — contestó sin importancia.

Nunca espere esa pregunta y menos que viniera del chico con el que en un futuro me casaría, pero veo que me equivoque porque su mirada está en otra parte menos en la mía.

—¿Porque eres tan grosero? — escupí molesta, nunca me había gustado que me contestarán tan cortante.

Y al parecer eso hizo toda su atención se pusiera en la mía, porque al fin sus ojos conectaron con los míos.

—A ti, que te importa — rodó los ojos.

Eso me bajo más los ánimos, nunca pensé que le caería tan mal a alguien, nunca le había caído mal a nadie y esta era mi primera vez y lo peor, venía del chico que sería mi prometido.

—¡No seas así! Se ve feo en ti — se levantó de la cama y eso me sorprendió bastante.

¿Se va a ir?

—Deja de molestar — se iba a ir y lo agarre de la mano.

—¿Porque eres así? ¡DIME! — lo hice que me mirara, pero al el mirarme sus ojos cambiaron, se tornaron amarillo casi llegando aun dorado — tus ojos — dije de lo más sorprendida.

El enseguida cambio de expresión y sus ojos se pusieron del color de los que eran de él, puede notar que está bien molesto conmigo, que mal, yo quería llevarme bien con él.

Suelto mi agarre de su mano, pero al hacerlo él me toma de las manos asustado.

—No te asustes, mis ojos se tornan así cuando estoy molesto — retrocedo un poco, pero el vuelve acercarse.

—Tus ojos cambiaron tan de repente — el me guía hasta la cama.

—No te asustes, por favor — se acercó a mi — perdona no tenía que comportarme así contigo y menos porque eres mi prometida y tengo que quererte y cuidarte — me abrazo, haciendo que me sorprendiera aún más — perdón, no volveré hacer grosero contigo — sonrió.

Los días pasaban y él era cada vez más cariñoso conmigo, el me prometió solo ser cariñoso conmigo, porque con los demás no cambiara su forma de tratarlos y me quedo aceptarlo, pero el día de mi cumpleaños número 111 los 4 hermanos desaparecieron sin dejar rastro alguno y todo después de un accidente que hubo y todo por una trampa que nos tendieron cuando fuimos a buscarlos.

El me soltó y se puso a un lado mío.

—Se me tornan así cuando estoy molesto — dijo pasándose la mano por el cabello.

—¿Sabes? conocí a alguien que le pasaba lo mismo — dije y el me miro sorprendido.

—Enserio, ¿a quién? — me miró fijamente y yo asiento.

—La verdad, no recuerdo su nombre, ya que después de un accidente que tuvimos y a causa de ese accidente nuestros recuerdos fueron borrados — dije y el frunció el ceño.

—¿Como que no te acuerdas del nombre? — al parecer solo escucho esa parte y no lo demás.

—No me acuerdo, porque el día que desaparecieron, nosotras cuatro fuimos a buscarlos, pero el que se los llevo nos tendió una trampa, tuvimos un accidente y perdimos la memoria y poco a poco vamos acordándonos de algunas cosas — dije, pero él seguía con el ceño fruncido.

—Y tus padres ¿no saben, ¿quiénes son y cuáles son sus nombres?

—La verdad ellos solo lo vieron una sola vez, porque él siempre iba a mi casa cuando no había nadie y ellos me dicen que yo lo solía llamar Ry — dije y el abrió los ojos como plato.

—¿¡Como!? — dijo casi gritando, haciendo que me sobresalte.

—Ry, eso creo — mire hacia otra parte.

—¡Oh! — bajo la cabeza.

—¿Que paso? — le pregunte.

—No, no es nada, ¿qué tal si volvemos? — se levantó y me tendió la mano, pero yo no la tome y me levante por mí misma y volvimos con los demás.

El contacto físico no era lo mío, lo más extraño es que antes yo solía ser tan cariñosa, que ahora hasta yo me desconozco.

Cuando terminaron las clases y todos nos fuimos a nuestras casas, pero yo iba con esos ojos amarillos casi dorados en mi mente, sabía que los había visto en alguna parte, y eso nadie me lo quitaba de la cabeza.

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