Abigail MillerSueno el timbre en espera de que alguien me abra, y con las esperanzas de que esa mujer se encuentre para atenderme. Me hallo en un estado de desesperación que haría lo que fuera para que libren a Vadim de la prisión.Una mujer abre la puerta, aquella me permitió pasar, saben quién soy, en la entrada del portón habían anunciado mi llegada y fue el motivo por el cual me permitieron el paso.Un hombre mayor es el que hace presencia en la amplia sala, aquel de mirada imponente me pide tomar asiento para charla y me ofrece algo de beber, lo cual me niego a todos, he venido aquí por una sola persona y es lo único que me interesa.—Busco a Rebeca Smith — el señor me mira curioso.—Soy su padre, Logan Smith, y me gustaría saber, que quiere con mi hija — debe saber que busco y quien soy.—Ella mintió en su interrogatorio, vengo a pedirle que diga la verdad, o un hombre inocente será acusado de algo en lo cual no tuvo que ver — el señor tensa su mandíbula.—Mi hija sería incapaz
Vadim Ivanov Miro hacia la reja, esperanzado de que alguien entre por ese pasillo y me diga que todo ha sido aclarado y que ya pronto seré libre nuevamente como tanto añoro. En estos momentos, tengo el corazón partido en miles de pedazos porque no me gustó en lo absoluto, el cómo Abi se marchó esta mañana de este horrendo lugar, estaba destrozada y preocupada por mí, teme que no podamos lograrlo y me quede encerrado por lo que queda de mi vida, pensar en eso me causa escalofríos, no podría tolerar tanto encierro, menos la idea de saber que ella y mi hijo estarán sin mí. —Señor Ivanov, es su día de suerte — aparece el mismo detective que me encerró. —¿A qué se refiere? ¿Entendió que no soy culpable de nada? ¿Su mentira se ha caído? — pregunto de manera sarcástica. —Aparecieron evidencias a favor de usted, y la señorita Rebeca… testificó que había mentido, nos mostró evidencia de aquella noche — ¿Así tan fácil? ¿No me estará mintiendo? No sé qué ha sucedido, ni mucho menos que pudo
Abigail Miller Vomito en el suelo, asqueada por lo que Abe me acaba de hacer, tiemblo y lloro porque después de todo, lo hizo, el muy bastardo abusó de mí a su antojo. Me arrastro por el suelo en busca de mi ropa para cubrir mi cuerpo desnudo, él se encuentra a una distancia de mí tomando un vaso de whisky y mirándome fijamente, casi sin parpadear. Cuando casi estoy por llegar a mi ropa, él la coge en sus manos y la tira a otro lado lejos de mí, cierro mis ojos porque sé lo que planea hacer nuevamente, miro a distancia el rastreador que Vadim me dio, Abe me lo quitó y lo tiró contra la pared, gracias a dios no se ha dado cuenta de lo que es, espero aún continúe funcionando y puedan encontrarme antes de que sea peor, aunque ya con lo que me ha hecho, no volveré a ser la misma. —Ha sido… muy satisfactorio sentir tu piel junto a la mía, mi hermosa Abi — todo en mí tiembla de pánico — Lamento que esto haya tenido que ser por las malas, pero tú no me diste opciones, si hubieras accedido
EZRA — ¿Por cuánto tiempo estuvo el rastreador marcando en el mismo lugar? — pregunta Vadim —Por unos 10 minutos, salieron de la casa de Rebeca, rodaron por una hora, se estancaron en esa dirección por minutos y desaparecieron—Le comento —Debieron seguirlo — dice mientras mira a la carretera, ansioso. —Era la intención, pero no sé, la casa se minó de policías, nos interrogaron y no nos podíamos mover, intentamos más de una vez lograr salir de allí para perseguirlo, pero esos malditos insistían en detenernos. —Ya estamos cerca, los demás se encuentran allá esperándonos — Finn nos comenta al volante a punto de llegar al sitio. —Roguemos que sea allí donde se encuentre, porque de no ser así no sé qué será de mi vida, habremos perdido su rastro y eso… sería muy horrible—Vadim comenta preocupado. —Hemos llegado — se estaciona, allí se encuentra la otra camioneta en espera de nosotros, mis compañeros Chris, Axel, Riley y Brendan se encuentran armados y ya listos para entrar en acción.
Vadim Ivanov Tiemblo de impotencia, camino en dirección a donde se encuentra Ezra con esas enormes ganas de asesinar a Abe, pero no puedo en este instante perder el tiempo cuando mi Abi se encuentra desnuda, atada a unas malditas cadenas como si fuese un animal, el corazón se me desgarra al mirar su espalda sangrar, y todo es peor cuando miro por sus piernas correr sangre. Libero sus manos y con una manta cubro su cuerpo desnudo, ella llora y se queja por el dolor que ese malnacido le ha ocasionado, no sé ni siquiera como sostenerla para evitar lastimarla más de lo que se encuentra, me odio por haber permitido que le ocurriera semejante maltrato, Abe pagará con sangre lo que ha causado en Abi. Esto es inhumano, no concedo el que un hombre pueda llegar tan lejos y ser capaz de herir a una mujer de esta manera tan cruel y vil, es muy bizarro y mórbido lo que ha hecho con ella, es… simplemente inaceptable. —Me duele… el vientre — me mantengo en el suelo con ella, está pálida, sin fuer
Vadim Ivanov Había estado ausente mientras Abi estuvo secuestrada, y lo que menos quería era abandonarla, me encontraba atento a todo lo que el doctor me decía, a cada detalle, verla tan indefensa y tan vulnerable me hacían sentir de lo peor, trato de mantenerme fuerte ante ella para no mostrarle que toda esa m****a me hace daño, la pérdida del bebe y el trauma ocasionado en mi hermosa Abi, era una pesadilla, solo podía mantenerme en calma y mostrando mi mejor semblante para que no fuera evidente mi dolor, Corwin e Irish, han sido mi bastón para sostenerme ante todo este terrible suceso, pero aun así, no es suficiente, no planeo quedarme con los brazos cruzados, y por más que ella necesite mi compañía en estos momentos, necesito drenar toda esta ira que tengo por dentro. —Señor Vadim ¿Cómo se siente?—Pregunta Corwin. —Ya lo sabes, creo que no es necesario decirlo, ¿Acaso no es evidente? —Si, por supuesto, y temo por ello, le tengo un enorme aprecio a la señorita Abi, pero debe ser
Vadim Ivanov Camino en dirección hacia donde se encuentra Abi sonriendo y sosteniendo una pequeña caja de regalo que es para mí, por mi cumpleaños, me la tiende y con gusto la sostengo abriéndola así para mirar el contenido, es un precioso reloj de oro y con una escritura por dentro del cristal “Cuando se hace una promesa de amor, esta, dura para toda la vida” Levanto mi vista hacia ella, coloco el reloj en mi muñeca me acerco unos centímetros más, para besarla. —Gracias por tan hermoso detalle — su mirada se mantiene clavada en mis ojos, incitándome a perderme en los de ella, más de lo que ya me encuentro perdido. —¿Te ha gustado? — Asiento — Te amo inmensamente, mi bello ruso — rodea mi cuello. —Y yo a ti, mi bella Abi — ¿Qué si soy feliz con ella? Es más que obvio, hoy es un día importante para los dos, y no porque es mi cumpleaños únicamente, sino porque después de tanto tiempo, nos vamos a casar —¿Estás lista para convertirte hoy, en mi señora esposa? — sus ojos brillan de fe
Abigail MillerCamino descalza por la arena de la playa con destino a donde se encuentra mi familia reunida en este instante jugando, mis dos pequeños tesoros, al verme, corren mi dirección y yo me agacho extendiendo mis brazos para recibirlos con encantos.—¡Mami! — expresan con escándalo.—Me los voy a llevar al mar para que los tiburones se los coman — agravo mi voz y ellos corren gritando la los brazos de su salvador, mi bello esposo.—¡No deben temer, el rey de los mares está aquí para protegerlos de esa sirena hermosa, perdón, malvada! — me rio, y los niños iguales de su papá.—¡Papi está enamorado, papi está enamorado! — él cubre su rostro.—¡Oh, no, los pequeños han descubierto mi secreto, ahora saben que me he enamorado de esa bella sirena! — Cae tendido en el suelo y los niños suben sobre él — ¿Qué te parece? Me descubrieron — dice cuando acabamos con el juego.—No eres bueno mintiendo — se levanta de la arena para alzarme y darme un beso en los labios.—Tardaste mucho — vue