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Tras la llamada que le hizo a Amber, Leonardo le marca al número de su padre con insistencia, pero este no le contesta de inmediato, pues también estaba intentando comunicarse con él.
—¿Dónde estás? —le pregunta su hijo.—Voy camino a tu oficina, necesitamos hablar —le responde, eso le hizo recordar a lo que le dijera la doctora. No le había mentido.—Ve a mi departamento, estoy yendo para allá.—Está bien.Cuelga la llamada y se prepara para dejar su oficina, cuando ingresa Amanda con unos documentos.—Estoy de salida, por favor todo lo que sea de importancia dáselo a Cristián, está bien. —sale dejándole un pequeño beso en los labios —Te llamo luego.Sin perder tiempo se marcha.—Te quedas a cargo, regreso mañana —Le dice a Cristián sin darle oportunidad de contestar, pues se aleja como de rayo,Sin poder quitarse de la cabeza lo que le dijera Amber sube aDaniela escuchó a Leonardo por varias horas, sabía que necesitaba desahogarse. Después de que lo acompañase a cenar intento decirlo lo del GranMariusy alegrar su día gris con la noticia de la posibilidad de que estuviese viva, pero no quería darle falsas esperanzas, cuando él regresara al país se lo confirmaría. Por lo pronto le bastaba con verlo sonreír y ver una película con ella hasta que se quedó dormido.Cuando el primer rayo de sol acaricia su rostro por la mañana, Leonardo se sintió muy animado por caminar por la playa, no sabía por qué, pero el día se veía más que perfecto para sorprender a Dani con uno de los lugares más hermosos de Barcelona.—Dani ¿estásaquí? —la llama, muy animado.“Buenos días, chico lindo, ya veo que amaneciste mucho mejor&rdqu
Corta lallamadasin dejar de llorar, su corazón se hadeshechoy no puede moverse sin sentir que el mundo se derrumba a sus pies.Minutos después, Amanda aparece en un taxi, baja muy muy angustiada, camina un tramo y reconoce el auto de su amado, camina a prisa y lo ve sentado en la arena. Corre hasta él. Cuando esta a su lado,éllevanta la vista llorosa y se abraza a sus piernas, llorando como un niño.—Ayúdame, noséque hacer, Daniela se fue, se fue para siempre.Amanda nosabíaque decir, conocía su historia fantástica con aquel fantasma, durantedíasescuchó sus aventuras con ella yaunquesiempre locreyóparte de un sueño por el recuerdo de su ex, ahora nosabíasi era real. Su jefe lloraba como si en verdad hubiese existido y su perdida lo des
A la mañana siguienteComo todos los últimos díasAmberse dirige a su oficina para sacar unas carpetas y llevarlas a oficina de su colega y amiga Dulce Maria, una robusta mujer de color muy alegre. Quien al verla entrar le pregunta por su gran amor.—Buen día, preciosa, desde hace unos días estoy con una duda y quisiera preguntarte algo.—Te escucho, Dulce— respondeAmber.—¿Qué pasó con Leonardo? Hay un gran rumor de que terminaron ¿Es verdad?—Bueno —Se sienta frente a su escritorio — Podría decirse que si, aunque talvezhaya una pronta reconciliación, por el momento nos hemos dado un espacio.—Creí que ese hombre te volvía loca en la cama.—Y lo hace, Es tan insaciable y eso me fascina, pero es un
Poco después de todo ese alboroto,Amberse ve obligada a salir de su oficina, ya estaba calmada, maquillada y con ganas de matar a quien intentara joder su día.Las horas siguen pasando y parece que nadie le ha dado más importancia a esa intensa pelea de la mañana. Pero no era así, la doctora Palacios, la mujer que más la detesta es la más feliz por saber de esadesastrosarelación. Era un secreto a voces, que nunca tuvo las pruebas suficientes para restregárselo en la cara.Y ese día era perfecto para empezar a atacarla y doblegar ese carácter fiero de la indomable doctoraAmber.—Buenas noches, doctoraAmber¿Cómo estuvo su día? —Le pregunta con una sonrisa hipócrita en sus labios.—Bien, ¡excelente! Diría yo. —Responde con molestia, el que le estuviese habland
Unos minutos después, aparece el detectiveKoplowitzen la oficina del director para llevarse aAmber, pero al ingresar, grata fue su sorpresa al no encontrarla.—¿En dónde esta?—Me pido ir al baño, aún no ha regresado.—¡Joder! ¿Por qué la dejó ir?—Porque esta oficina no es una cárcel —responde sin ser escuchado, pues el detective si dirige a uno de los efectivos que lo acompañan que vayan por ella y si no estaba ahí que la busquen por todo el edificio con las cámaras de seguridad.— ¿Puedo saber por qué tanto alboroto? —Interrumpe el director.—¿Acaso ignora el brutal ataque que sufrió la doctora palacios a menos de la licenciadaAmber?—Hable con la doctora Ferrer por varios minutos y según sus propias palabras el ataque fue en defensa personal. La doctora Palacios es una mujer de carácter fuerte, no es precisamente unaFresitaen dulce, pro otro lado la DoctoraAmber, ha tenido una labor intachable por die
Tal como lo dijo Paola,Amberal dejar el hospital se fue a buscar a Leonardo. Loesperó toda la noche dentro de su auto en una esquina. La misma rabia que sentía, la mantuvo despierta toda la noche.A las seis y media de la mañana lo ve salir con su ropa deportiva, se coloca los audífonos y mira el reloj.—Hace mucho que no sale a correr—Se dice ella — a menos que…—Ese maldito infeliz —grita al recordar que cada vez que viaja sale a trotar por los alrededores.Empieza a seguirlo, a distancia prudente hasta que llega al parque, donde detiene el auto y espera unos segundos antes de ponerlo en marcha y a toda velocidad embestirlo subiéndose a la banqueta.El golpe no fue mortal, pero si lo suficiente fuerte para lanzarlo unos metros sobre el césped. Se baja de inmediato y corre para ayudarlo a levantarse. Así quien la viese pensaría que está
Después de hablar con Paola, el detective va a buscar a Leonardo, pero no lo encuentra, el portero le dijo que salió a correr peor que aún no regresaba es la primera vez que demoraba tanto después de esas salidas deportivas.—¿Cree que le pasó algo?—No, a veces desayuna con su padre. Y como hoy sale del país lo más seguro está con él.—¿Se va de viaje?—Sí, uno de eso de negocios.—Sabe a donde va.—No me lo dijo, pero lo oí decir que iría a Lima y eso está en Perú ¿verdad?—Sí. Por casualidad tenga el número telefónico de Leonardo o de su padre—¡Claro! Tengo los dos, aquí en mi libreta, espere un ratito.El portero corre hasta su escritorio y regresa.Tras anotar los números le marca a Leonardo, pero no contesta, s
Mientras ellos se ponían en camino. Muy lejos de la ciudad,Amberseguía acelerando. Fuera de sí cambia de un carril a otro desafiando a la muerte, en tanto Leonardo en vano trataba de convencerla de detenerse. Ya no escuchaba razones, nada le importaba,habíadestrozado losnerviosde su amado tormento y aun cuando se sintió tanexcitadaal verlo llorar y sumergirse en el dolor, no fue suficiente.Seguíasintiéndose tanvacía.—¿Por qué no puedes amarme? —le pregunta con voz llorosa.—¿En qué momento perdiste la cordura? —interroga Leonardo.—Desde que me enamoré de ti. Mandé a la mierda la venganza y solo quise tenerte, pero entonces tenías que recordar a tu exnovia. Dejaste de estar en mi dominio para pensar en ella, en una maldita mujer muerta. Yo hice de todo