—¿Ahora que prosigue? — interrogó a su acompañante ahora que se habían quedado solos, vio la hora en su reloj era las ocho de la noche—. Porque muero de hambre. Sinceramente no puede almorzar. —¿No has almorzado? ¿Qué te ocupo la tarde? — le preguntó preocupado. —No suelo tomar el almuerzo tan temprano los sábados, pero las cuatro es mi hora máxima, y tampoco pudo hacerlo porque tenía otras cosas que hacer — le explicó pensando en la tarde llena de tareas. El tomo de la mano y la arrastró fuera del lugar hasta el auto, y le hizo ingresar y el hizo lo mismo; encendió el auto y manejo a un pequeño restaurante que quedaba a uno veintes minutos. Al llegar ambos bajaron e ingresaron al pequeño lugar siguiendo al camarero. —Es un lugar acogedor— dijo ella observando el lugar parecía muy íntimo. —Si me gusta mucho este lugar es tranquilo y no muy concurrido, no me suelen gustar los lugares con mucha gente. Además, te aseguro que no encontraremos a nadie de la empresa. Ella frunció el c
Todo tipo de tragos fueron puestos sobre la mesa, distintos sabores desde fresa, maracuyá, limón y otros ricos sabores algunos más suaves u otros más fuertes; Leah quién ya podía decir que estaba apuntó de caer y dormirse debía reconocer que su acompañante tenía un buen aguante ante las grandes cantidades que habían ingerido. —Creo que hemos tenido suficiente—mencionó Fabio al ver cómo luchaba contra el sueño, sin duda agradecía que no fuera una borracha luchona o peleona. —¿Te estás rindiendo? —dijo arrastrando un poco las palabras riéndose un poco, de un sorbo tomó lo que quedaba de su bebida. Fabio la observó embobado tenía las mejillas rojas por el alcohol. aunque debía admitir que el alcohol empezaba a pasarle factura. —No, claro que no... pero deberíamos parar—explicó dándole un último sorbo a su bebida—, además mañana la resaca será peor. Ella hizo pucheros ante lo molesto que era al pedirle que se marcharan. —Te prometo que luego venimos por otra ronda, además está llovi
Akira no esperaba aquello había hecho todo bien, no había dejado alguna evidencia que la inculpara Leah era quien debía estar investigando. Esta lo siguió calladamente mientras todos murmuraban, luego de dos horas dentro de la oficina está salió furiosa todos estaban a la expectativa de lo que sea que hubiera pasado adentro, Leah solo vio cómo se dirigía así ella y de repente una fuerte cachetada hizo que su cara ardiera, tocó el lugar y cuando está iba a volver a golpearla sus tuvo fuertemente su mano.—¿A qué se debe esto señorita Akira?—¡Tú me estas inculpando, era tu computadora! —grito mientras intentaba zafarse del agarre de la morena.—Lastimosamente, las cámaras muestran lo contrario... Supongo que las amistades no caen lejos del árbol, es idiota que lo hubiera hecho recién regreso de vacaciones y tuve alrededor de dos meses—menciono con tranquilidad—pero ¿Por qué?—¿Te preguntas por qué? —dijo con sarcasmo—, siempre Leah..... Todo lo que queremos te lo dan a ti y no se nos h
Jamás había tenido un trabajo tan fastidioso e irritable, sin duda algunas personas no eran amables, pensó ella. Sin duda prefería limpiar las mesas que aceptar las órdenes las personas por las mañanas solían ser desesperantes; todavía no entendía como Yexy la había convencido de suplantar la ese día. Aunque el pequeño Osmel necesitaba por hoy a su tía y sinceramente no podía negarse, más si aquello la mantenía alejada de la empresa luego de lo sucedido con Akira y la discusión con Fabio, el cual había decidido mantenerse alejada de la tentación de llamarlo era una persona orgullosa, había rechazado cada una de sus llamadas, así lo posible para evitarlo y había cogido dos días libres de todo. Había descansado tres horas en esos dos días, sentía su cuerpo cansado, era un agotamiento físico y emocional, todo era un completo desastre, las ideas no llegaban a su mente cada vez que movía el lápiz para empezar a trazar líneas todo terminaba arrojado en el basurero y solo tenía dos días má
Fabricia agarró fuertemente el capuchino y se lo arrojó en la ropa, quien se creía para hablarle de aquella manera, una igualdad. Rosa se encontraba divertida, escondida una pequeña sonrisa en sus labios, había pensado en otra cosa para hacerla quedar mal, pero sin duda Fabricia le había sorprendido, jamás actuaba así frente a otras personas era una persona que cuidaba "imagen" y hacía las cosas con mucha predominación.Se quejó al sentir pequeñas gotas del café caer sobre sus brazos, gracias a dios aquel horrible delantal era lo suficientemente grueso. —Eres una loca, ¿Qué ocurre contigo? — su voz se escuchaba furiosa, tenía que controlarse para no elevar más su noto de voz; no quería perder ese trabajo le había costado hacerlo—. Estas mal...La campanita de la cafetería avisando la entrada de un nuevo cliente, uno que conocía, zapatos negros, traje hecho a la medida, un Rolex y esa maldita sonrisa pretenciosa nada menos que Ricardo. Quiso gritar de frustración, acaso tenía una mala
Había sido un día agotador, luego de aquel escándalo en la cafetería y la discusión con Ricardo había vuelto a trabajar, estuvo pensado toda la tarde sobre ello, aunque ahora no tendría que pasar siempre por ahí en las mañanas, cuando la defendió y no dejo que nadie le causará problemas ellos se sintieron extasiada jamás alguien había hecho algo como aquello, y sabía que estaba mal comparar a Ricardo con Fabio, eran como comparar el día de la noche, no podía decir con certeza sobre Fabio pero en el poco tiempo había entendido con sus acciones la buena persona que era, nunca entendió al separarse de aquella forma lo que le había interesado en él. El desprecio y los malos comentarios. Siempre había creído con el pensamiento de que la ropa no era lo más importante, solo compraba lo que creía necesario, eso no quitaba que se comprara ropa, había crecido en un lugar humilde y con ello solo tenía lo necesario. Había aprendido eso los últimos años, sin duda no todas las personas te verán de
Un cuerpo apareció en su campo de visión, un hombre alto, cabello castaño, una sonrisa ladeada se coló en su rostro, aquella fragancia la reconociera en cualquier lado, ese olor a menta y esa fragancia dulce que lo acompañaba. La voz molesta de Fabio hizo retroceder a Ricardo y al mismo tiempo se sintió furioso, aquel hombre parecía su perrito faldero, siempre salvándola.—¿Qué fue lo que dijiste? — Su tono era ameno y tranquilo, aunque por dentro hervía de rabia, sin duda Ricardo se llevaba el premio a los idiotas—. Hizo mucho más prestarte su tiempo, su cariño y su amor...Ricardo dirigió su puño a la quijada de Fabio, inclinó la cabeza y se llevó los dedos a sus labios, en su boca sentía aquel sabor metálico de la sangre, él no era un hombre violento, sin embargo, no dejaría que aquello se quedara así.Ella odiaba aquello, le hacía recordar a aquel hombre que su madre una vez trajo a casa y la golpeó para luego marcharse. Odiaba toda esa situación. —¡Detente, Fabio!¡Vamos suelta!
Al llegar al hospital fueron recibidos por un doctor y enfermeros quienes lo montaron en una camilla y lo ingresaron a emergencias, se encontró debutaba entre sí para ingresar o irse, con un gruñido se adentró en el hospital tomando asiento en aquellas incómodas sillas de metal, casi suspiro al sentir el frío de la silla atravesó la tela delgada de los jeans.Taylor ingresó minutos después y tomo asiento a su lado, de manera nerviosa y estresada se pasó las manos por el cabello. Leah con curiosidad le preguntó.—¿Es verdad? Me refiero a eso que te ha enseñado tu familia—preguntó interesada.Taylor sonrió y negó con su cabeza divertido, y una sonrisa de tristeza se coló en su rostro recordando aquello que siempre le repetía su abuela, desde que era pequeño: "Recuerda hijo, siempre debes pagar tus favores y da lo mejor, porque así la vida te recompensará" repitió la frase en su mente, tal vez no fuera del todo cierto, pero era una enseñanza que llevaba siempre consigo.—Sí, señorita, de