Regina

Me arrastro una vez más al baño e intento ignorar la voz insistente de Irina que me pide llamar al doctor. Le he dicho por solo sabe dios que vez que esto es algo normal, que el bebé está haciendo cambios en mi cuerpo y que todo se está volviendo más difícil en las mañanas.

—¿Quieres un té de manzana? — comenta desde el otro lado de la puerta — también puedo hacerte una rica empanada de intestinos de esos que dijiste que té… — mi estómago se encoge solo de pensarlo — , ¡Abre la puerta Regina!

Grita mientras lo que ya no está en mi estómago intenta seguir saliendo, me muevo hasta el lavabo para cepillarme los dientes, salgo una vez creo que las cosas están mejor y miro a la preocupada mujer que sigue intentando darme algo de comer.

—No quiero nada de comer por favor — me meto a la cama — : solo quiero que me dejen sola y estas náuseas matutinas desaparezcan.

—No puedes estar sin comer, el doctor dijo que…

—El doctor no sabe lo incómodo que es vomitar cada pequeña cosa que como —