CAPÍTULO TREINTA

A la mañana siguiente, Mason y yo salimos para su prueba de vampiros. No sé si quiero ser una vampira o no. Explicará por qué puedo enmascarar mi olor y lo que pasó ese día con Lucas. Dijo que olió a un vampiro cuando escondí mi olor.

—Enmascara tu olor—dice Mason mientras nos paramos en la entrada de una cueva. Llegamos a la cueva al amanecer, justo antes de que saliera el sol.

—Hecho—digo, después de hacerlo.

—Saca el dedo.

Hago lo que dice, y espero a que venga la quemadura, pero no llega. Cierro los ojos para adormecer cualquier dolor si llega. Lentamente abro los ojos para ver por qué no me quemo. Mi dedo está brillando. Estoy impresionada.

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