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CAPÍTULO TREINTA Y DOS

Ha pasado una semana desde que regresamos al territorio de Theo. Cayó en coma después de la cirugía. Los médicos no saben por qué no se ha despertado. Paso todos los días con él en el hospital. Hablo mucho con él porque dijeron que ayudaría. Dijeron que si completábamos el proceso de apareamiento antes de que sucediera, habría podido entrar en su mente y despertarlo. Es una lástima que lo único que hemos hecho Theo y yo sea besarnos.

Oigo que alguien entra en la cocina.

—¿Hola, cariño?—Mamá dice.

—Hola mamá.

—¿Cómo está?

—Él es el mismo.

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