RICHARD
Salí del apartamento con lágrimas en los ojos. Ella pudo pensar que estaba enojado, pero en realidad me sentía inútil, inservible. Quería sanarla, hacerle olvidar su pena, pero en lugar de ello, le causaba más daño.
Me deslicé contra la pared del pasillo y lloré como un pendejo. Había puesto todas mis ilusiones en nuestra nueva vida y en el apartamento que compré para los dos. Era perfecto, tenía tres habitaciones, una gran tina en el baño principal, un armario amplio para la ropa de Lil, una maravillosa vista del Central Park y una cocina hermosa en la que soñé cocinar para ella.
—¡Oh mi Dios, Richard! Perdóname, amor —dijo Lil, al abrir la puerta. Se hincó de rodillas delante de mí, puso sus dedos en mi mentón y me instó para qu
LILIAN SEIS MESES DESPUÉS En los últimos meses Lissy se casó con Charles y se mudaron a una casa a las afueras de la ciudad. Ocultarle nuestra relación no fue difícil, estaban tan enamorados que no veían más allá de sus narices. Richard no entendía por qué no se lo terminaba de decir, pero me gustaba eso de pretender, lo había tomado como un juego.La loca de mi amiga me quiso regalar su apartamento, pero me negué, aunque ella seguía pensando que sí lo había aceptado. La verdad me la pasaba más en el de Richard que en el “mío”.Lo que más me gustaba del apartamento de Richard —nuestro apartamento, como decía él— era el espacioso armario que tenía, el sueño de cualquier mujer; cabían ciento de zapatos, bolsos, carteras,
RICHARD VÍSPERA DE NAVIDAD 2015Estar con Lilian era como practicar un deporte extremo en el que sorteaba curvas peligrosas, altos y bajos, risas y lágrimas… pero al fin todo parecía encajar. Nuestros amigos sabían de lo nuestro, Lil se mudó conmigo… éramos felices.—Te extrañaré mucho, Rich —Sabía de lo que hablaba. Estar a su lado me llevaba a tocar el cielo y cuando nos separábamos ardía en el infierno. Estaba completamente sometido y rendido a sus pies y odiaba extrañarla.—Estaré aquí antes de año nuevo, lo prometo. Aunque la propuesta sigue abierta, ven conmigo a Texas.—Amor… no me tientes. Sabes que quedé con Natasha. Es nuestra primera navidad juntas después de diez años. Quédate tú &mda
LILIAN Ver sus ojos cargados de ira y desprecio contra mí era lo que más temía y se hizo realidad. Cada palabra dolió como si clavara una banderilla en mi costado, hiriéndome; no físicamente, sino en el alma, en ese lugar donde las lesiones no se curan con medicina. Richard salió esa noche sin mirar atrás y yo decidí hacer lo mismo. Él me quería muerta, pues nunca más me vería. Ese era mi plan cuando tomé el avión a Francia, con un único equipaje, mi bolso de mano. Ni siquiera me despedí de Lissy. Debía ser así.Sé que fue un impacto demasiado grande enterarse que provoqué la muerte de nuestro hijo, hasta yo sentí que el mundo se cayó a pedazos sobre mí cuando lo supe, pero nunca olvidaré sus palabras. «Para mí moriste est
RICHARD01 de enero de 2015Estatus: JodidoCausa: Mi maldita bocaConsecuencia: Me vale mierda la vida.Cura: El perdón de mi muñeca ¿Han estado en duelo alguna vez? Seguramente sí. Saben cómo se siente, cuánto duele y lo mucho que deseas cambiar los hechos. Tu cabeza se llena de ¿y si? Pero no existe eso de viajar en el tiempo. No se puede cambiar lo que hiciste. Si la jodiste, la jodiste; cargas con las consecuencias. ¿Saben que es lo gracioso? Que nada de eso habría pasado si no hubiera roto mi única regla: no repetir. Pero no, tenía que seguir buscándola, tenía que enamorarme de ella. ¿Para qué sirve el amor?, para joderte. No te enamores, no lo hagas, porque esa es la única forma que evitas que te romp
LILIAN Húmeda, necesitada, caliente… las hormonas me estaban pidiendo sexo a gritos desde hacía un tiempo, pero no iba a ceder. No admitiría que quería entregarme a él hasta gritar extasiada.Cuando me tuvo contra la pared, levanté mi rodilla y lo golpeé directo en las pelotas. Richard cayó arrodillado en el suelo, con las manos en la entrepierna, y salí corriendo. —Nos vamos, cariño —le dije a Philly, como si nada pasara.—Cuando tú quieras, Lily.Me despedí rápidamente de Charles y Lissy, esperando que Richard siguiera doblado en el suelo el tiempo suficiente para escapar. No quería más espectáculos por ese día. Además, necesitaba con urgencia resolver el sofocón de calor que se apoderó de mí cuando Richard me atrapó ent
RICHARD—Como lo oyes, muñeca. Si ese pelele vive aquí, con mis hijos, pues yo tengo más derecho —Le hablé sin titubear. Lilian abrió la boca y la cerró varias veces. Al parecer no consiguió nada para decir.El esposo falso mantuvo silencio y lo vi temblar varias veces. ¿Acaso creía ella que me comería ese cuento? Me agarró fuera de guardia cuando inventó esa historia, porque estaba muy conmovido por verla, pero no iba seguirle el juego. Los pantalones los tenía yo, y bien puestos.—¡Estás loco! —gritó, después de mucho rebuscar en su cabeza.—¿Y apenas te das cuenta? Imagino que tomaron la habitación de Lissy, me quedaré en la tuya —dije y di dos pasos para ir allá, pero ella se interpuso.»¿Quieres un
LILIAN Muchas cosas se cruzaron por mi mente en aquella sala de espera. No sabía por qué estaba tan preocupada, pero no podía evitarlo. La última vez que estuve en un hospital fue cuando cometí la estupidez más grande de mi vida y tenía miedo que algo fuera mal, que en verdad existiese eso que llaman Karma.Rich me tomó de la mano con la intensión de calmarme, me relajé, pero duró muy poco. Justo cuando la enfermera anunció que podíamos entrar, los nervios regresaron.Cuando el sonido de los latidos resonó en el consultorio, una sensación de ahogo colapsó mi pecho. Era hermoso, pero me traía recuerdos tristes.—Es un niño —habló Mayela y sonreí al ver a Richard celebrarlo. Amaba a ese hombre con locura. Miré de nuevo a la pantalla y la sonrisa se me d
RICHARD Lil estaba emocionada por ir a cenar fuera y más cuando vio la limusina. Todo parecía ir bien, pero los nervios comenzaron a asaltarme. La última vez que planeé algo parecido todo se fue a la mierda. El chófer arrancó la limusina y recosté a mi muñeca sobre mi pecho. El corazón me latía desbocado, tan acelerado que pudo hacer una carrera de una hora por sí solo si hubiera querido.—Amor, ¿estás bien?—¡Sí! —respondí con un grito—. Lo siento, solo estoy algo ansioso. Tenía tiempo queriendo hacer algo así contigo, muñeca.—Me hace muy feliz. ¿Sabía, capitán Hernández?—Mi amor, no me digas capitán. No ahora —Ella sonrió con picardía. Lo hizo a propósito.Llegamos al Restaurant <