LILIAN
Húmeda, necesitada, caliente… las hormonas me estaban pidiendo sexo a gritos desde hacía un tiempo, pero no iba a ceder. No admitiría que quería entregarme a él hasta gritar extasiada.
Cuando me tuvo contra la pared, levanté mi rodilla y lo golpeé directo en las pelotas. Richard cayó arrodillado en el suelo, con las manos en la entrepierna, y salí corriendo.
—Nos vamos, cariño —le dije a Philly, como si nada pasara.
—Cuando tú quieras, Lily.
Me despedí rápidamente de Charles y Lissy, esperando que Richard siguiera doblado en el suelo el tiempo suficiente para escapar. No quería más espectáculos por ese día. Además, necesitaba con urgencia resolver el sofocón de calor que se apoderó de mí cuando Richard me atrapó ent
RICHARD—Como lo oyes, muñeca. Si ese pelele vive aquí, con mis hijos, pues yo tengo más derecho —Le hablé sin titubear. Lilian abrió la boca y la cerró varias veces. Al parecer no consiguió nada para decir.El esposo falso mantuvo silencio y lo vi temblar varias veces. ¿Acaso creía ella que me comería ese cuento? Me agarró fuera de guardia cuando inventó esa historia, porque estaba muy conmovido por verla, pero no iba seguirle el juego. Los pantalones los tenía yo, y bien puestos.—¡Estás loco! —gritó, después de mucho rebuscar en su cabeza.—¿Y apenas te das cuenta? Imagino que tomaron la habitación de Lissy, me quedaré en la tuya —dije y di dos pasos para ir allá, pero ella se interpuso.»¿Quieres un
LILIAN Muchas cosas se cruzaron por mi mente en aquella sala de espera. No sabía por qué estaba tan preocupada, pero no podía evitarlo. La última vez que estuve en un hospital fue cuando cometí la estupidez más grande de mi vida y tenía miedo que algo fuera mal, que en verdad existiese eso que llaman Karma.Rich me tomó de la mano con la intensión de calmarme, me relajé, pero duró muy poco. Justo cuando la enfermera anunció que podíamos entrar, los nervios regresaron.Cuando el sonido de los latidos resonó en el consultorio, una sensación de ahogo colapsó mi pecho. Era hermoso, pero me traía recuerdos tristes.—Es un niño —habló Mayela y sonreí al ver a Richard celebrarlo. Amaba a ese hombre con locura. Miré de nuevo a la pantalla y la sonrisa se me d
RICHARD Lil estaba emocionada por ir a cenar fuera y más cuando vio la limusina. Todo parecía ir bien, pero los nervios comenzaron a asaltarme. La última vez que planeé algo parecido todo se fue a la mierda. El chófer arrancó la limusina y recosté a mi muñeca sobre mi pecho. El corazón me latía desbocado, tan acelerado que pudo hacer una carrera de una hora por sí solo si hubiera querido.—Amor, ¿estás bien?—¡Sí! —respondí con un grito—. Lo siento, solo estoy algo ansioso. Tenía tiempo queriendo hacer algo así contigo, muñeca.—Me hace muy feliz. ¿Sabía, capitán Hernández?—Mi amor, no me digas capitán. No ahora —Ella sonrió con picardía. Lo hizo a propósito.Llegamos al Restaurant <
RICHARDVolvimos a New York un par de días después. Lil insistió en que debíamos comprar la cuna y todas esas cosas que se meten en una habitación de bebé.Miré el reloj por tercera vez en los últimos veinte minutos, mientras la esperaba en el auto, y no había señal de la panzona. Me bajé del auto un poco molesto por su demora e intenté cruzar la calle, pero no di dos pasos al frente cuando la vi salir. Me saludó con la mano y sonreí, dejando a un lado mi minuto de rabia.Lil comenzó a caminar, pero un tipo, en una Harley Davidson negra, la interceptó. Corrí lo más rápido que pude y le grité que se alejara de ella. Cuando estuve cerca, él sacó un arma y la apuntó a la cabeza de Lil.—¡Maldito! —grité.No
LILIAN La despedida de Richard me dejó un mal sabor en la boca. Quizás estaba siendo paranoica, pero la sensación de miedo se instaló en mi pecho desde que cruzó la puerta.Bajé las escaleras y caminé hasta la cocina, donde estaba Lissy dándole una papilla a Charlotte. No quería angustiarla con mis absurdos miedos, pero necesitaba hablar con alguien o iba a explotar. —¿No te parece exagerada la actitud de Richard?—Charles mencionó lo mismo. ¿Qué crees que suceda?—No lo sé, Lissy, pero tengo una angustia clavada en el alma. Presiento que algo malo va a pasar.—¿Por qué no lo llamas? Quizás eso te dé tranquilidad.—Está volando a Londres y no hay forma de hablar con él ahora.¡Estúpidas re
8 MESES DESPUÉS Encendí la video cámara, como cada día, para grabarle un mensaje a Richard, quería que lo viera cuando volviera. Lissy decía que no era bueno que me hiciera ilusiones, pero había algo en mí que gritaba ¡sigue esperándolo!Lo amaba tanto que no concebía un mundo sin él.—Hola, amor. Aquí estamos de nuevo Aarón y yo. Ya tiene ocho meses. Saluda a papá, amor —Moví su manita delante de la cámara y él sonrió—. Como ves, es todo un galán, igual que tú. Y bastante inquieto, además. Creo que en eso también salió a ti porque yo era todo un angelito, según decía mi papá.»Te extraño tanto, mi capitán. No hay nada más que deseé en el mundo que tenerte en mis brazos. Te am
RICHARDSEIS AÑOS DESPUÉS. —Creo que ya tenemos todo lo que hace falta. Cerré el maletero de la camioneta cuando el equipaje estuvo dentro. Cada año, en el verano, hacíamos un viaje en familia y cuando digo familia es toda, incluyendo a Charles y a Elizabeth. Ese año iríamos a mi tierra, Puerto Rico. Troté hasta la entrada y grité que saldríamos en cinco minutos. Nos mudamos a Texas seis años atrás; Lil quiso que fuese así, dijo que lo mejor era estar cerca de la familia y me gustó la idea. Aunque, hice hincapié que guardáramos cierta distancia, con dos hectáreas sería suficiente, no quería tenerlos de vecinos.—Mam&aa
Estaba acostado, con las manos debajo de la cabeza, en un asqueroso colchón polvoriento con los resortes vencidos.Me concentré en la luz incandescente que colgaba del techo, tratando de olvidar el olor a humedad y el frío, que habían sido mi compañía durante nueve largos meses.Cada pensamiento de mis días y mis noches estaban con ella… con los dos. Anhelaba tenerlos a mi lado, borrar el tiempo que nos mantuvo alejados y nunca más apartarme de su lado. Su amor era lo único que me daba fuerzas para continuar.Dos golpes impactaron la puerta de hierro, que me mantenía encerrado en aquella mazmorra. Me levanté de la cama de un salto, con las manos empuñadas para estar alerta. Muchas veces el desgraciado de Benito mandaba a sus matones a golpearme para que, según él, aprendiera la lección por haber intentado escapar varias veces.Hab&ia