LILIAN
Dicen que cuando uno muere —o está muriendo— ve una película en la cabeza, un resumen de su vida o algo parecido. Yo no vi nada, solo oscuridad. No había una luz esperándome al final, no había cielo o infierno, solo tinieblas. Sentía que mi cuerpo estaba suspendido como el humo en el aire y quería que la muerte llegara como un huracán y me arrastrara a un lugar de dónde no pudiera volver. Y el huracán llegó, pero no me arrastró, me salvó. Richard Hernández me salvó. Lo supe al despertar. Una de las doctoras que me atendió me dijo que un rubio de ojos grises me trajo y que de no ser por él hubiera muerto.
Recuerdo haber dicho que había matado a mi bebé. Recuerdo gritar que no me ayudaran, que no me salvaran, que no lo merecía. Recuerdo tan vívidamente t
Me dieron el alta bajo mi responsabilidad. Firmé los documentos, me vestí y salí del hospital. El camino en el auto se tornó pesado e incómodo. Había palabras por decir, asuntos sin resolver, pero no era el momento. No quedaba espacio para nosotros.Escalofríos me abordaron a medida que avanzaba dentro del apartamento en penumbras. Los recuerdos de lo que ahí había pasado seguían frescos en mi memoria como una pintura recién hecha. El más leve sonido penetraba en mis oídos y me perturbaba: mi respiración pesada, la de Richard, mis pasos, los suyos y, sobre todo, la voz dentro de mi cabeza que gritaba ¡Asesina!Retuve un gemido entre mis labios apretados. No era momento de flaquear, no era mi momento. Estaba ahí por Lissy y debía ser fuerte por ella.—Espera aquí —le pedí a Richard entre susurros. Él le dio u
RICHARDHabían pasado ocho días desde el accidente aéreo y la culpa tiraba de mi pecho cada vez más fuerte. Yo puse a Charles ahí. Debí ser yo. Elizabeth me lo reprochó, yo me lo reprochaba… Fueron días terribles. Y no solo por Charles, también por Lil. Ella no estaba bien, no era la misma desde el día que intentó suicidarse. Todavía no sabía por qué lo había hecho y eso me atormentaba cada día.Me costó mucho convencerla para que aceptara algo más que mi amistad. Estaba empeñada en no merecer mi amor y yo le seguía diciendo que no me importaba lo que ella pensara. Le dije que estaba enamorado de ella y que nada lo cambiaría. Le prometí que por muy horroroso y terrible que fuera lo que ocultaba, siempre la amaría.—No, Richard. Esto no fu
Diez kilómetros después, estaba estacionando el auto frente al hotel. Entramos, pedimos una suite y subimos al ascensor, que nos llevó al piso ocho. Lil estaba encantada con la habitación, dijo que era una bocanada de aire fresco. Lo de viajar en auto no era lo suyo. Sonreí al verla sonreír. Hacerla feliz retroalimentaba mi corazón.—Qué alivio, mi vejiga iba a estallar —dijo, al salir del baño.—¿Quieres que pida algo? ¿Tienes hambre?—Sí, muchísima. Mi estómago está gritando fuerte ¿lo escuchas?—No, muñeca, pero me alegra que sea así.—Si quieres tomas una ducha mientras pido algo para comer —sugirió Lil. Asentí, en verdad necesitaba una ducha bien fría. Después de todo hacer pis significaba eso. No había un mensaje escondido para descif
LILIAN Richard me llevó a la pequeña cabaña del lago después de mi recaída en el muelle. Tener a esa chiquilla en mis brazos me hizo comprender lo que había perdido. ¿Sería niño o niña?, ¿tendría mi cabello o mis ojos? Me agobié con miles de preguntas y perdí el control. Él seguía diciendo que me amaba, pero, ¿me seguiría amando cuando lo supiera? Él no se imagina la horrible persona que era y me daba terror que sus ojos un día me miraran con desprecio.—¿Crees que Charles está bien? —murmuré, en el pecho de mi increíble novio.—Necesito pensar que sí, Lil. No podría afrontar otra cosa y creo que Elizabeth mucho menos —Se sinceró. Estar en su posición era terrible.—La vida
RICHARD Salí del apartamento con lágrimas en los ojos. Ella pudo pensar que estaba enojado, pero en realidad me sentía inútil, inservible. Quería sanarla, hacerle olvidar su pena, pero en lugar de ello, le causaba más daño.Me deslicé contra la pared del pasillo y lloré como un pendejo. Había puesto todas mis ilusiones en nuestra nueva vida y en el apartamento que compré para los dos. Era perfecto, tenía tres habitaciones, una gran tina en el baño principal, un armario amplio para la ropa de Lil, una maravillosa vista del Central Park y una cocina hermosa en la que soñé cocinar para ella.—¡Oh mi Dios, Richard! Perdóname, amor —dijo Lil, al abrir la puerta. Se hincó de rodillas delante de mí, puso sus dedos en mi mentón y me instó para qu
LILIAN SEIS MESES DESPUÉS En los últimos meses Lissy se casó con Charles y se mudaron a una casa a las afueras de la ciudad. Ocultarle nuestra relación no fue difícil, estaban tan enamorados que no veían más allá de sus narices. Richard no entendía por qué no se lo terminaba de decir, pero me gustaba eso de pretender, lo había tomado como un juego.La loca de mi amiga me quiso regalar su apartamento, pero me negué, aunque ella seguía pensando que sí lo había aceptado. La verdad me la pasaba más en el de Richard que en el “mío”.Lo que más me gustaba del apartamento de Richard —nuestro apartamento, como decía él— era el espacioso armario que tenía, el sueño de cualquier mujer; cabían ciento de zapatos, bolsos, carteras,
RICHARD VÍSPERA DE NAVIDAD 2015Estar con Lilian era como practicar un deporte extremo en el que sorteaba curvas peligrosas, altos y bajos, risas y lágrimas… pero al fin todo parecía encajar. Nuestros amigos sabían de lo nuestro, Lil se mudó conmigo… éramos felices.—Te extrañaré mucho, Rich —Sabía de lo que hablaba. Estar a su lado me llevaba a tocar el cielo y cuando nos separábamos ardía en el infierno. Estaba completamente sometido y rendido a sus pies y odiaba extrañarla.—Estaré aquí antes de año nuevo, lo prometo. Aunque la propuesta sigue abierta, ven conmigo a Texas.—Amor… no me tientes. Sabes que quedé con Natasha. Es nuestra primera navidad juntas después de diez años. Quédate tú &mda
LILIAN Ver sus ojos cargados de ira y desprecio contra mí era lo que más temía y se hizo realidad. Cada palabra dolió como si clavara una banderilla en mi costado, hiriéndome; no físicamente, sino en el alma, en ese lugar donde las lesiones no se curan con medicina. Richard salió esa noche sin mirar atrás y yo decidí hacer lo mismo. Él me quería muerta, pues nunca más me vería. Ese era mi plan cuando tomé el avión a Francia, con un único equipaje, mi bolso de mano. Ni siquiera me despedí de Lissy. Debía ser así.Sé que fue un impacto demasiado grande enterarse que provoqué la muerte de nuestro hijo, hasta yo sentí que el mundo se cayó a pedazos sobre mí cuando lo supe, pero nunca olvidaré sus palabras. «Para mí moriste est