Capítulo 5

Al descender a la tierra mis alas y toda mi espalda arden, arden en un modo agonizante, observo mis alas y éstas van cambiando de un blanco a un negro azabache.

Como lo suponía Mérida me mostró mi castigo, dijo que al llegar a la tierra dejaría de ser un ángel y me convertiría en un ángel caído, me convertiría en un niño de unos 5 años y cuando mi cuerpo alcanzase su edad madura, no va a envejecer, permanecerá del mismo modo que ahora, seré inmortal, pero ahora siendo un ángel caído.

***

Al tocar el suelo con mis pies, mis alas arden aún más fuerte, como si el sol estuviese detrás de ellas, caen pulverizadas al suelo y al tocar con mis ahora pequeños deditos siento unos agujeros enormes en mis omóplatos, al ver mis manos se encuentran llenas de cenizas y sangre.

Observo al cielo, no sé que puede ser peor, si la tierra o el cielo, río a grandes carcajadas al ver el supuesto cielo de los mortales ¿solo nubes o un azul pálido? Nada parecido al que yo conozco.

Algunas gotas caen en mi cabeza y frunzo el ceño... supongo que esta es la lluvia, algunos pequeños posos se ven en la carretera, y reflejado en éstos pueden verse caer las gotas.

En fin, como era de imaginarse, mi antigua ropa no sirve para este cuerpo, tiro mi pantalón y chaqueta en unos arbustos a mi derecha, solo me quedo con una camisa blanca y mis botas.

Me aparto del camino por el cual pasan los vehículos y me coloco en las acera derecha.

Observo toda la ciudad.

Muchos letreros de chicas semidesnudas son presentes en mis ojos, además de hombres de igual modo y además de letreros de juegos deportivos y otras que aparentemente modelar unos trajes diminutos.

Pestañeo varias veces tratando de ignorar el hecho, unos minutos después una luz proveniente de un vehículo cega mis pupilas.

- hola pequeño- dice una señorita de algunos 30 años.

No sé que responder, creo que nunca había visto una mujer de carne y hueso.

- ¿sabes dónde están tus padres?- se agacha a mi nivel.

Niego con la cabeza y estrujo con una de mis manos mi ojo izquierdo, este está perturbado por tanta lluvia.

- vamos, te llevaré a casa- dice tomándome en brazos y caminando conmigo hasta el vehículo.

Agradezco grandemente este acto, ya que la superficie de este lugar es muy pesada, o no sé si serán las pequeñas piernas de este cuerpo que son demasiado débiles.

Fin del flashback.

Todo el tiempo trataron de encontrar mi familia, pero como imaginarán ni siquiera un acta de nacimiento de mi parte pudieron encontrar, nada sobre mi fue hallado, porque como ustedes saben y ellos desconocen, no vengo de este mundo.

***

Al volver de regreso solo me la paso pensando en esos ojos... ¿qué pasó?

Al pensar en eso siento que el momento no fue real. Que quizá se trató de uno de esos sueños locos que me atormentan o talvez el alcohol me causó alucinaciones.

Sacudo la cabeza descartando mis estupidos pensamientos.

Seguro fue otro borracho del hotel que tuvo la suerte de toparse conmigo. Sí, eso debe ser.

No parecía para nada borracho- pienso burlonamente. Cállate subconsciente.

Su rostro se me hacia bastante familiar, como si ya lo hubiera visto antes.

***

Me coloco mis zapatos altos favoritos, son en morado azulado, un vestido color beige, de falda holgada y parte superior adheriada al cuerpo, lleva la espalda descubierta y llega hasta un poco debajo de mis muslos.

Mi cabello está ondulado, así que solo realizo media cola con el, me miro al espejo y sonrío. Busco mi maquillaje y me realizo un maquillaje natural.

Labios de un rosado pálido, el contorno, iluminador, sombra dorada al igual que mis joyas, un poco de lápiz en las cejas y máscara de pestañas.

Salgo de la habitación y empiezo a escuchar voces, corro como puedo en dirección a la sala y allí se encuentra mi mejor amigo, charlando con su casi novia.

- hola chicos- digo sonriendo.

Ambos me repasan con la mirada y sonrien a la par.

- muy linda Mel- dice Jon. Se levanta y me abraza.

El viste con un esmoquin azul marino y su novia con vestido negro.

- te ves muy bonita Mel- dice la novia, yo solo me río.

- gracias chicos- digo sonriendo- vámonos, se hace tarde- añado.

Todos se levantan y nos dirigimos fuera de la casa.

Estamos invitados a la boda de la hermana de Shelsey.

~

Haberle confiado a Jon mi problema fue un grave error.

Se la pasa comentandome sobre psiquiatras buenos del estado o investigando estupideces referentes al tema en internet.

Me encanta saber que le importo, pero me hace sentir extraña todo este trabajo por una simple cosa.

- Merlina- llama mi atención entrando a la cocina, yo preparo unos panecillos de chocolate.

- ¿sí?- pregunto mientras entro el molden al horno, con la masa ya elaborada.

- leí en internet que al las mujeres estar embarazadas sufren alucinaciones- dice este alzando sus cejas. Me molesta tanto que no crea en mi, además de burlarse.

- no solo sueño cosas- digo alzando una ceja y caminando fuera de la cocina.

Han pasado unas 3 semanas luego de que le contara.

- estuve hablando con un psiquiatra muy bueno, es bien reconocido mundialmente- dice sonriendo.

- no me importa- digo y me siento en el sofá.

- lástima, te hice una cita y si te importo, tienes que ir- dice frunciendo el seño.

Ni loca ¿cree que me puede manipular? Se equivoca.

- NO ¿sabes por qué?- pregunto en un tono algo sarcástico- porque no tengo ningún problema mental, sólo sueño cosas extrañas, eso no es ningún problema que lo genere mi sistema- digo volteando los ojos.

- si me quieres aunque sea en lo más mínimo, tienes que ir a la sesión, no perderás nada- dice y sonríe.

- no- digo sin mirarlo.

- por mí- dice y lo miro.

- no- digo y sonrío.

-¿no quieres mi salud mental?- pregunta haciendo un pequeño berrinche.

- solo iré por ti, para que no continúes con tu transición a descerebrado- digo y río.

El sonríe y me abraza.

~

Corro y corro, las sombras vienen detrás de mí y no sé si gritar o esconderme, pero algo tengo claro, ésto no acabará bien.

Caigo por un agujero a mitad del camino y éste me lleva a un callejón sin salida.

Empiezo a caminar sin rumbo y pocos minutos más tardes las sombras se encuentran frente a mí.

Me acorralan contra la pared y se acercan a mí, todas al mismo tiempo, pero cuando siento que se introducirán en mi, me despierto.

Tengo una fina capa de sudor en todo mi cuerpo y un dolor de cabeza atroz.

Miro la hora, son las 9 de la mañana y la cita en el psiquiatra es a las 11.

Corro al baño y me preparo. Al salir, vengo con una toalla enrollada y empiezo a buscar ropa en mi closet.

Tomo un vestido rosa pálido, corto y de de tirantes. Dejo mi cabello suelto y tomo mi celular, me observo unos segundos en el espejo y sonrío.

Las voces empiezan a escucharse de manera lejana.

Al principio era muy extraño cuando las escuchaba, pero a medida que el tiempo pasa, las escucho con más frecuencia y las sombras aparecen más seguido.

Salgo rápido de la habitación, las voces gritan más fuerte y yo intento ser más rápida, busco a Jon en la sala y lo encuentro de camino a la galería.

- estoy lista- digo para llamar su atención.

- y hermosa también- dice al girarse, sonríe, me inspecciona con la mirada, se acerca a mí y me abraza.

***

Al llegar a la institución nos estacionamos y caminamos hasta el interior del edificio.

Me parece muy atrevida la construcción. Encantadora la verdad.

El edificio principal, que es en el que nos encontramos, está cubierto por fuera de un material con efecto de espejo, en los laterales tiene losetas color plateado y el último nivel parece de un cristal negro, aunque si no me equivoco, el cristal es translúcido.

Pasamos a una sala de espera, al iniciar, el pasillo está escrito en letras de acero fijadas a la pared el nombre de la compañía: "Kaprow".

- número 114- dice la señorita de atención al usuario.

Yo soy la número 114, me levanto y Jon viene conmigo.

Al llegar a su oficina, Jon se detiene y susurra un: "suerte", me abraza y se retira.

Abro la puerta y el doctor está muy concentrado aparentemente en una libreta que lleva en sus manos.

- pasa y cierra la puerta- se escucha una voz gruesa y ronca en toda la habitación, proveniente del hombre de la libreta.

Al hacerlo me acerco en su dirección.

El alza su rostro y es cuando noto lo llamativo que es, la verdad.

***

Kaprow.

- ¿qué se supone que son éstos números?- pregunto alzando las cejas observando a la secretaria de mi padre.

- son los pacientes del Dr.- dice la señorita con una risita nerviosa.

- notifiqué que máximo podría atender 20 personas por día, como mucho- le entrego el expediente de mi padre- está bastante delicado de salud como para atender tantos pacientes- digo a la señorita.

- lo había olvidado, disculpe- dice en voz baja.

- es su trabajo- le respondo tajante.

Doy la espalda y emprendo mi camino al vehículo donde me espera Kaprow desesperado por ir a cenar.

Me escuchan con el teatro de: "mi padre" y "mi papá", pero la verdad nunca me he atrevido a llamarlo de tal forma, siempre le he tenido demasiado respeto.

Tomo asiento a su lado y realizo un ademán al chófer para que avance.

- todo resuelto- digo tecleando algo en el celular.

- gracias hijo- dice Kaprow con media sonrisa, observando al ventanal.

Suena mi celular y se muestra la foto de la señorita Candy en la pantalla, en una videollamada, respondo de forma automática y me llevo una leve sorpresa con lo que veo: se ve su pecho con apenas un bralette y parte de su rostro, muestra risas y pasa sus manos por sus senos de forma seductora.

- te extraño amor- dice soltando una risita traviesa.

Carlos me mira con burla y niega.

- esas son la perdición del alma- dice en voz baja, sonríe y me mira de forma pícara.

- y el purgatorio de la billetera- escucho una profunda carcajada salir de su garganta.

Ruedo los ojos al verla quitando un lado del brasier, corto la llamada.

No puedo evitar pensar en la mujer que vi en Italia... quisiera verla así, dispuesta y enloquecida por mí.

Esos ojos azules me dejaron hipnotizado por algunos segundos.

Es la primera vez que una mujer me rechaza, apesar de estar borracha; y Eso me ha vuelto loco los últimos días, no paro de pensar en qué podría pasar si la veo de nuevo.

No sé en qué momento decidí salir con ésta mujer, pero estaba mal de la cabeza.

- hijo, quiero que hablemos algo importante en la cena- sonrie y me observa- ¿no tienes algún compromiso?- pregunta gracioso.

- estoy libre- digo con una sonrisa.

***

Al llegar a la entrada de la casa dos de nuestros hombres abren la puerta, nos adentramos en nuestro vehículo, seguidos por dos camionetas.

Entramos por la puerta principal y sonrío al ver cómo Carlos prácticamente salta al comedor para empezar a cenar, la cocinera se adentra al salón y nos saluda animadamente.

- señor, no olvide lavar sus manos- dice con una sonrisa.

Carlos rueda los ojos y corre a la cocina para volver en menos de 10 secundos.

Lo observo en forma graciosa.

Empieza a servirse de todo lo que ve en la mesa, lo más rápido posible.

- has llevado de forma exitosa cada uno de mis negocios, estoy muy orgulloso- sonríe mientras entra en su boca un poco de pan- en fin, quiero retirarme y como supondrás, quiero que te encargues completamente de mis negocios- dice seriamente.

- nunca me han gustado los negocios problemáticos- digo mirando sus ojos fijamente.

- hijo, lo sé- piensa unos segundos lo que va a a decir y luego me observa- no puedo regalar mis negocios, mi patrimonio, mis propiedades- niega- desde un principio, la mitad de todo te ha pertenecido, pero no seré eterno, ya tu madre no está y...- lo interrumpo lo más rápido que puedo.

- no piense en eso papá- digo dando un sorbo al trago que tengo frente a mi- me encargo de tanto usted necesite- sonrío- solo no quiero verlo estresado- el sonrie y continúa comiendo de su enorme plato- debe reposar más, es bueno para su salud- el rie y niega.

- se acabó, solo estaré presente para la consulta- me sorprende que por fin se decidiera- no voy a morir en este negocio; necesitan un hombre fuerte, joven, lleno de vida... así como tú- da un trago a su jarra.

Río fuertemente.

- ya tienes 29 años, eres excelente en todo lo que haces hijo, en las cuentas, en los negocios, para convencer... nunca vi un psiquiatra que entendiera tanto sus pacientes y...- no lo dejo terminar, no soporto tanta exaltación a mi persona.

- solo hago mi trabajo- asiento y el niega.

- ¡no!- grita con entusiasmo- no es tu trabajo, es más que eso, de eso se trata. Tienes arte, vocación, carácter y sobre todo, siempre has sido el hombre más humilde y sencillo que mis ojos han visto- sonrie abiertamente.

Sus palabras me producen desconcierto.

- llegarás lejos- dice sonriente- lo único que debo reprochar es que aveces eres muy rudo o severo en los acuerdos- sonrío tratando de no burlarme.

- no aguanto la gente- digo negando, él ríe por mi comentario.

- mañana haremos todo el papeleo, y hablaré con los miembros activos- dice.

Me limito a asentir y servirme otro trago.

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