Varsovia, Polonia. Invierno de 1934
A pocos kilómetros del centro de Varsovia, a las afueras de la ciudad, cerca de un pequeño poblado de menos de mil habitantes, se encontraba una preciosa cabaña de madera rodeada de un extenso campo de pastizales. La rústica vivienda era de una belleza excepcional. En ese momento, el humo que despedían los leños de pino seco y cortado en trozos triangulares, salía por la chimenea como notas labradas de un exquisito soneto de Mozart, que perfumaban los alrededores con un aroma exótico.
La propiedad contaba con un mediano establo cubierto el cual servía de refugio para las cerca de 100 cabras y 30 reses que pernoctaban después de una jornada de pastoreo diurno.
A pocos pasos del ingreso a esta belleza se encontraba el camino de terracería que conducía a la ciudad de Varsovia.
Ese día, dentro de la vivienda, el doctor Kunze escuchaba con tristeza las noticias acontecidas un día antes en su ci
Años después: 31 agosto de 1939. Varsovia PoloniaLa familia Goldemberg había logrado establecerse en una pequeña casa en el centro de Varsovia, a unos cuantos metros de un famoso cine en una de las más importantes avenidas de la ciudad. Gustav había recibido la ayuda de la familia Kunze para lograr tal objetivo.Dentro de la misma casa, Gustav había instalado una botica, más pequeña que la que dejó en Múnich. Ahí el doctor Goldemberg atendía todos los días de manera exitosa a los visitantes polacos.Schmuel, el mayor de los hijos, había logrado terminar su carrera de médico en la Universidad de Polonia y ejercía su profesión en uno de los pocos hospitales de la ciudad.Gabriela, había logrado también terminar la carrera de psicología. Todos los días atendía con gran entusiasmo y profesionalismo a niños y jóvenes en su gran mayoría. Lo hacia dentro de un pequeño espacio de la m
Me ha pedido estar aquí a primera hora del día Adam –dijo Gustav.Dígame, en que puedo servirle.Adam se dirigió a un taburete de madera en donde guardaba una botella de coñac, sirvió un poco del licor en una copa de cristal y la tomó de un solo trago.–Soy muy amigo del doctor Alfred Kunze y me ha pedido apoyo para usted y su familia –dijo Adam.FxComo usted bien sabe doctor, estamos en guerra, una guerra muy cruel que ha encontrado en nosotros los judíos el blanco perfecto del odio irracional del presidente alemán.Francia e Inglaterra han declarado la guerra a la Alemania, pero para ser honesto no creo que esto dure poco tiempo. He sido nombrado por los alemanes como presidente del consejo y estoy siendo intermediario entre mi pueblo y ellos.–Eso ya lo sé Adam, –respondió Gustav. Dígame entonces, ¿se ha dado cuenta de lo que está sucediendo en las calles? ¿Se da cuenta que existen miles de muertos sembrados en todas las
Edmund se asomó desde la ventana de su habitación y descubrió a su hermano, dejó en ese momento el rompecabezas que estaba armando y bajo rápidamente al encuentro con Bruno.Al ver al pequeño, el hijo mayor de los Kunze dejó los brazos de su padre y refugió al pequeño en su regazo. Bruno seguía llorando, Edmund no lo hacía, una gran sonrisa pintaba su rostro, se encontraba inmensamente feliz. Minutos después de aquel encuentro familiar, Alfred y Patrizia invitaron al soldado alemán a pasar a la cabaña. Bruno se despojó de su arma, desabrochó su gabardina militar y la depositó sobre el perchero a la entrada de la casa.Patrizia le ayudó a desabotonar su camisa color caqui que distinguía a los miembros de los militares nazis responsables de custodiar a los judíos dentro de los diferentes guetos y campos de concentración esparcidos principalmente en Alemania y Polonia.La mujer se dirigió a la cocina mientras que Alfred se en
Me ha pedido estar aquí a primera hora del día Adam –dijo Gustav.Dígame, en que puedo servirle.Adam se dirigió a un taburete de madera en donde guardaba una botella de coñac, sirvió un poco del licor en una copa de cristal y la tomó de un solo trago.–Soy muy amigo del doctor Alfred Kunze y me ha pedido apoyo para usted y su familia –dijo Adam.FxComo usted bien sabe doctor, estamos en guerra, una guerra muy cruel que ha encontrado en nosotros los judíos el blanco perfecto del odio irracional del presidente alemán.Francia e Inglaterra han declarado la guerra a la Alemania, pero para ser honesto no creo que esto dure poco tiempo. He sido nombrado por los alemanes como presidente del consejo y estoy siendo intermediario entre mi pueblo y ellos.–Eso ya lo sé Adam, –respondió Gustav. Dígame entonces, ¿se ha dado cuenta de lo que está sucediendo en las calles? ¿Se d
No se le puede llamar vida a esto, es terrible lo que sucede dentro de estas calles cerradas con ladrillos de odio.La vida dentro de este infierno es, dentro del infierno mismo, un infierno absoluto.Eso es lo que estamos viviendo los judíos padre. siguió diciendo SchmuelMe he dado cuenta que esta guerra no se trata de religión, sino de razas.Tú hoy apenas te has dado cuenta de ello, pero yo, desde el instante mismo en que recorro las calles puedo comprender el odio de los alemanes hacia nosotros los judíos. Piensan acabar con todos nosotros, piensan matarnos poco a poco ¿Qué no te das cuenta?Padre, yo no estoy dispuesto a que por mi cobardía, miles de niños y jóvenes judíos mueran. Seguía con su discurso el hijo ante la mirada atónita del padre y de algunos judíos más que habitaban la vivienda y que salieron intrigantes ante los gritos que surgían de la garganta de Schmuel.-Hoy, padre, he decidido se
No se le puede llamar vida a esto, es terrible lo que sucede dentro de estas calles cerradas con ladrillos de odio.La vida dentro de este infierno es, dentro del infierno mismo, un infierno absoluto.Eso es lo que estamos viviendo los judíos padre. siguió diciendo SchmuelMe he dado cuenta que esta guerra no se trata de religión, sino de razas.Tú hoy apenas te has dado cuenta de ello, pero yo, desde el instante mismo en que recorro las calles puedo comprender el odio de los alemanes hacia nosotros los judíos. Piensan acabar con todos nosotros, piensan matarnos poco a poco ¿Qué no te das cuenta?Padre, yo no estoy dispuesto a que por mi cobardía, miles de niños y jóvenes judíos mueran. Seguía con su discurso el hijo ante la mirada atónita del padre y de algunos judíos más que habitaban la vivienda y que salieron intrigantes ante los gritos que surgían de la garganta de Schmuel.-Hoy, padre, he decidido ser valiente, tan va
Schmuel se quedó totalmente intrigado. Sintió en ese momento que un hilillo de sangre recorría su rostro. Metió su mano derecha a la bolsa de la gabardina con la intención de sacar un pequeño pedazo de tela para limpiar sus heridas cuando de pronto sintió el bulto que Bruno había dejado en la bolsa derecha de su uniforme.No lo sacó, decidió esperar a que se alejara un poco su acompañante. Schmuel fingió malestar para poder retirarse algunos metros del lugar y con ello, con total tranquilidad revisar lo que el soldado alemán había dejado en la bolsa de su gabardina.Nunca esperó Schmuel lo que encontraría. Después de revisar el contenido se hizo mil y un preguntas.¿Por qué habría hecho eso el soldado alemán?Decidió entonces Schmuel no adentrarse en el tema.En cuanto terminó su labor, se dirigió de inmediato a su pocilga para encontrarse con su padre. Quería darle la noticia de lo acontecido horas antes. Schmuel no se había atrevido a abrir aqué
Me piden que a partir de mañana entregue esa lista y así todos los días una lista nueva. Todos los días una lista nueva con el nombre de seis mil judíos, ¿te das cuenta de lo que esto significa?Me están pidiendo que colabore para asesinar a nuestro pueblo.Me han amenazado que en caso de no obedecer las instrucciones del gobernador general, yo, junto con mi familia y todos los miembros del consejo judío, seremos los primeros en ser detenidos y enviados a los campos de trabajo terminó diciendo Czerniakow.Adam, al terminar de decir esto, se dirigió a su escritorio, dejó caer pesadamente su humanidad sobre el sillón y sin voltear a ver a los presentes, de manera seria dijo.¡Yo no voy a servirle de faraón de Egipto a los malditos alemanes!, no puedo hacerlo, no puedo seguía repitiendo. Nadie se atrevía a hablar, todas las miradas estaban puestas sobre la humanidad del presidente del consejo judío.Todo