Dominik ve cómo cae el arma y corre hacia mí, me inspecciona el rostro y el cuerpo, sin embargo, claramente no encuentra nada, así que corre hacia dentro. Masón se acerca, comienza a hablarme, pero no puedo escuchar nada de lo que dice, tal vez por el zumbido que siento en mis oídos. Él entra detrás de su padre y segundos después vuelven a salir. Dominik se lleva las manos a la cabeza y Masón me comienza a zarandear como si fuera una muñeca de trapo.
—¡¿Tú hiciste eso?! ¡Heather! ¡¿ustedes lo tenían aquí?!
—¡Sí! ¡yo lo maté! ¡y pedí que lo picaran para Candice! ¡yo lo hice! —mi grito se escucha por toda la soledad del lugar.
—pero ¿quién eres? —Masón se aleja de mí como si tuviera miedo. Yo solo me vuelvo a encoger de hombros.
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En cuanto me escucha sus ojos se encienden en placer, sus pupilas se dilatan y su mirada se oscurece. Me baja de él y pega mi cuerpo bruscamente a la pared fría del baño. Mis manos se sostienen en ella y él comienza a penetrarme bruscamente. Toma mis manos y las lleva hasta la parte trasera de mi espalda, obligándome a sostenerme solo con mi pecho. Abro mis piernas en busca de más satisfacción mientras él sigue penetrándome. Logro deshacer su agarre en una de mis manos y la llevo hasta mi clítoris donde comienzo a estimularlo. Mis gemidos se escuchan cada vez más alto, su respiración es cada vez más pesada y sus embestidas más bruscas. A los pocos segundos ambos nos vemos envueltos en una oleada de placer y un éxtasis incomparable. Acabamos casi al mismo tiempo y terminamos de ducharnos.Volvemos a la habitación y él se viste solo con una toalla en su cadera
Tengo que admitir que no dormí en toda la noche. Que no pude dejar de pensar en las posibilidades, en todos los posibles finales de esta historia. En los míos, en los mejores, en los reales, yo ganaba, porque puedo, porque yo siempre gano, soy Candice. Yo lo controlaba todo antes de que ella llegara.En cuanto mis ojos se abren, lo primero que veo es el techo que dure viendo toda la noche y casi de inmediato la puerta es tocada. Con voz un poco ronca pido que pasen y una mujer del servicio llega con una enorme caja envuelta en un bonito moño.—¿Qué carajos es eso? —la mujer deja la cama en el suelo.—Es para usted. Es lo que dice la tarjeta.—¿Y me lo trajiste, así como así? ¿qué pasaría si es una maldita bomba? Si, nos moriríamos todos aquí, estúpida. Llévate eso lejos de mi vista.—Lo siento señorita &mdash
“Ella ya ganó” esas tres palabras están repitiéndose en mi mente, una y otra vez, con mucha más fuerza. Tal vez tiene cierta verdad, pero no le daré la satisfacción de decirlo en voz alta. Nunca.Admito que me quebró, con la muerte de Sebastián, Heather me ganó. Me dejó sola, como ella lo está. Mi madre en la cárcel, el amor de mi vida muerto, ¿qué me puede quedar por hacer? Eso es lo que todos deben estar pensando, sobre todo cuando no he salido en dos días de mi habitación. Sobre todo, cuando no he dejado de ver su fotografía una y otra vez, cuando he repetido nuestra ultima conversación en mi memoria y me he arrepentido con sangre en los ojos de no haberle hecho caso. Tal vez estaría vivo.El caso es que se equivocan, ahora estamos justo como ella quiere; en igualdad de condiciones, igual de quebradas, igual de sol
Al llegar a casa, me quedo pensando en cada una de las palabras que ella dijo. En cómo me miraba y cómo estaba vestida. Era como una chica completamente diferente. En realidad, me sorprendí demasiado al verla, aunque nunca lo diré en voz alta. No pensé que la muerte de Sebastián le caería tan mal. De hecho, no pensé que algo además de su propia desgracia la haría tan miserable. La conocí siendo una persona completamente diferente a lo que vi hoy cuando la tuve frente a mí. Estaba demacrada y perdida, pero nunca agachó la cabeza y aunque tampoco diré eso en voz alta, lo admiro de ella, incluso puedo decir que lo aprendí de ella.En cuanto entro a la casa quien me recibe es Dominik y sorpresivamente también está Adam. En cuanto lo veo intento con todas mis fuerzas que no se note mi odio hacia él. Maldito traidor. En cambio, ambos me miran de pie a cabeza
Abro los ojos al sentirme sudada y totalmente agitada. Como si hubiera corrido una maldita maratón y es cuando me doy cuenta de que fue un sueño, no, una pesadilla. No recuerdo en qué momento me quedé dormida al volver de la cita con Candice, ni a qué a hora volví exactamente. Lo único que puedo deducir de todo esto, es que esa pesadilla es o un grito de ayuda o una predicción.No tengo miedo de estar cerca de Dominik, aun cuando sé de lo que es capaz, aun cuando sé que puede llegar a matarme, por infinidades de razones. Por no quererlo tanto como él a mí (o eso se hace creer a sí mismo), por mis “arrebatos” como él suele llamarlos, por miedo a mí, por descarte… por millones de cosas y aun así yo sigo aquí. No sé si es por infinitas ganas de morir o si soy muy extrema, pero está claro que debo tener los ojos abiertos. No puedo
Estaciono el auto y me bajó de él, aún con algunas manchas de su sangre salpicadas en mi rostro, con sangre seca en el parabrisas y sin la persona que salió conmigo. Los hombres al verme bajar intentan preguntarme algo, pero rápidamente se retractan al verme. Entro a la casa ante la vista de todos y cierro la puerta de la entrada tras de mí, sin embargo, uno de los hombres entra velozmente.—Señorita —me llama. Me giro hacia él. Le hago un gesto invitándolo a que continúe y él lo hace—. Disculpe, pero ¿dónde está, Bruno?—¿Quién carajos es Bruno? —le contesto, a lo que él frunce el ceño.—El chico que se fue con usted; mi hermano menor.—Ah... Él.Alexandro sale de su despacho y se acerca hasta mí. Al ver al hombre a mi lado, frunce evidentemente el ceño.
La luz de alguna ventana me da directamente en el rostro. Básicamente es eso lo que hace que me despierte y lo que hace que me levante abruptamente, de lo cual me arrepiento inmediatamente porque el dolor es tan intenso en mi cabeza que debo sostenerla fuertemente. Cuando al fin me siento lo suficientemente bien para abrir mis ojos y comienzo a inspeccionar el lugar. La habitación es blanca y muy ordenada. Hay bonitas pinturas, por casi todas las paredes, un pequeño ordenador sobre una elegante mesa de trabajo y dos puertas más a parte de la entrada a la habitación.La cama tiene sabanas blancas y está ligeramente desordenada, y por supuesto estoy desnuda sobre ella. Comienzo a recordar inmediatamente lo que sucedió anoche. Luego de ese trago, Christian y yo comenzamos a charlar en la barra, no recuerdo muy bien sus respuestas a sus preguntas, ni mucho menos las mías a las suyas, pero lo único de lo que tengo segu
—¿Cómo carajos pasó eso? —le pregunto a Dominik en cuanto termino de escucharlo hablar.—No lo sé, solo pasó. Tomaron sus cosas y se fueron, Heather.—¡Eso es estúpido! ¿por qué carajos se irían?Intento mantenerme serena y calmada, pero el solo hecho de saber que en definitiva no todo me saldrá como lo planeo, hace que arda de rabia. Tenía muchas cosas pensadas para ella.—Pues porque sabían que no sería tan fácil. Sabían que eventualmente irías tras ellos.—¡Claro que iría tras ellos, Dominik! —golpeo el escritorio de su estudio con fuerza—. ¿acaso no entiendes? ¡lo necesito! Necesito verlos sufrir.—Ya es tarde para eso.Intento que mi respiración se normalice, que mis sentidos vuelvan a su órbita, que esta noticia no acabe