El conductor me deja justo en frente de mi casa, donde ya no hay policías, y ventanas cortinas están cerradas. No sé muy bien qué le dijo Candice a mi padre, o qué hizo, pero la verdad no creo que deba intentar ocultar nada. Doy un suspiro mientras camino por el pequeño jardín, las manos comienzan a sudarme y el corazón a latirme mucho más rápido de lo habitual.
Abro la casa con mis llaves y al entrar veo a mi padre sentado en el sillón que me da la espalada, parece estar dormido, pero sé que no lo está. Comienzo a acercarme despacio hasta llegar a él. Cuando su espalda me deja de molestar, puedo ver lo que en realidad estaba haciendo; observaba con detenimiento un sobre en sus manos.
Él nota mi presencia y me tiende el sobre que estaba en sus manos. Al tomarlo puedo leer en la parte superior ella está bien. Lo abro rápidamente y al sacar su c
—El sobre ya fue enviado con éxito ayer —la voz de un guardia me saca de mis pensamientos. Le doy otra calada al cigarro aun dándole la espalda. —¿le escribiste el mensaje que te dije? —contesto. —Por supuesto, tal como lo ordenó —vuelvo a dar otra calada al cigarrillo, me doy la vuelta y lo miro a los ojos. —¿Estás seguro que él fue quien lo recibió? ¿su padre? —Así es, completamente seguro. Me quedé esperando a que él lo tomara con sus propias manos. —Está bien, vete —él asiente y se retira al mismo tiempo que Barbie entra haciendo lo mismo que yo; fumando. —Son las seis de la mañana, ¿qué quieres? —Antes me saludabas de besos y abrazos —le contesto apagando el cigarrillo y dejándolo en el cenicero sobre la mesa junto a las sillas playeras. —Deja las estupideces y dime qué quieres. —¿Sabes algo, Barbie? Es muy tarde para echarte para atrás, es muy tarde para creer que puedes con esto sola, que no me necesitas.
Sé que el último lugar en el que debería estar luego de que toda la ciudad se ha enterado de la aventura de mi madre, es la escuela, pero en definitiva debo hablar con Barbie y allí es donde está. Debo intentar que las cosas no se vayan más al carajo de lo que ya se ha ido. Debo hacerlo, aunque eso me cueste mi maldita dignidad.Detengo el auto en la escuela, ya las clases han iniciado así que al entrar me reciben la soledad de los pasillos. Saco mi teléfono del bolso, intentando enviarle un mensaje a Barbie, pero la voz de la directora Amelia hace que me detenga y la encare.—¿Acaso crees que esto es un hotel, Candice? ¿Qué puedes entrar y salir cuando quieras? ¡Ni siquiera tienes puesto el uniforme!—¿Y tú crees que me importa un carajo tu escuela, tus clases, tú mierda? Soy rica, carajo. No necesito de esto —ella se acerca más a m&i
Me bajo de mi auto y llego a la cascada, donde quedé a encontrarme con aquel hombre; un hombre alto y guapo, todo de él grita lujo; el hombre que conocí en aquella fiesta elegante.Respiro profundo. Nunca he sido una chica asustadiza, pero debo admitir que estoy nerviosa, jamás había hecho algo como esto, siempre me he metido en problemas de niña rica, pero esto es otro nivel, sin embargo, en cuanto escuché la oferta no pude decir que no.—La nena cumplió —escucho su voz y me sobresalto, volteo y está allí, con su traje y sus dos guardaespaldas.Dos hombres robustos y de piel morena. Dan miedo.Él me empieza a recorrer el cuerpo con una mirada las
—Tu madre va a durar más tiempo del que pensábamos allá, y yo la verdad no me siento bien en este momento. Mi padre por fin dice una palabra después de haber salido de la estación de policía. Se había mantenido callado, simplemente conduciendo por la carretera hacia casa. —¿Te hablaron de la clínica? ¿ella está bien? —él asiente, pero no sé, respondiendo a qué. —Lo hicieron y la situación es preocupante, y en cuanto a mí, no puedo verte, ni hablarte, Heather. Perdón, pero no puedo. Es realmente tortuoso para mí. —¿Qué estás tratando de decirme, papá? —Que me gustaría que me te fueras por un tiempo. La verdad no me importa si es a casa de una de tus amigas o a casa de tu novio delincuente, Solo… vete. —¿Qué? ¡no! ¿por qué haría eso! —¡Por qué no te reconozco! —su grito hace que pegue un pequeño saltito en el asiento del copiloto—. Le acabas de mentir a la policía frente a mí como si nada. Eres una desconocida para
Estoy sentada dentro de mi auto justo al frente del enorme portón que cubre la casa de Alessandro. Muevo frenéticamente mi pie en el suelo del auto, mis manos están sudadas, y mis nervios a flor de piel. En cierta forma, me asusta encontrarme en esta posición, la del miedo, pero es importante recalcar que, no lo estoy por verlo, lo estoy por lo que me han hecho, por lo que la perra de Heather me ha hecho.Respiro profundo varias veces antes de presionar el código que abre el enorme portón. Al hacerlo, dos hombres armados me saludan con un asentimiento de cabeza. Sigo conduciendo por la acera que divide los dos lados del jardín hasta llegar a la casa. Estaciono el auto y me bajo. De inmediato, tres hombres me guían hacia adentro de la casa, escaleras arriba, hasta la habitación de Alessandro. Ellos me dejan enfrente a la puerta y se alejan. Toco dos veces y luego de un par de risas, escucho la voz de Alessand
Se siente realmente extraño estar en un lugar que técnicamente no es tuyo, que no es tu verdadero hogar, que alguien más te lo ha dado, alguien ajeno a tu familia directa. Es justo lo que pienso mientras observo que el lugar está completamente listo, mientras veo cómo poco a poco los hombres salen de la propiedad y un sonriente Dominik entra, observando toda la casa a su alrededor.—Realmente quedó hermosa, ¿no crees?Se acerca hasta mí con esa misma sonrisa ancha y llena de alegría.—Sí, está muy hermosa —susurro —él frunce el ceño al escucharme.—¿Qué pasa? ¿no te gustó? Creí que estarías feliz luego de lo que le hiciste a Candice —suspiro al mismo tiempo que me alejo de él y me siento en los altos taburetes que acompañan la isla de la cocina. Él hace lo mismo de inm
Estoy de pie frente a la casa que mis padres compraron por mí, la que en el fondo no querían, pero era la que estaba más cerca de la escuela. Todo está cerrado, puertas y ventanas, sin embargo, creo que mi padre está allá adentro. Probablemente fundido en el sofá, pensándome, o preguntándose qué hizo mal, qué le faltó, qué no me dijo o qué no hizo para educar mejor a su estúpida hija. Su hija estúpida, de estúpidas decisiones.Creo que no me enseñó a desconfiar de la gente, no me enseñó a tener malasia, a pensar siempre en las malas intenciones de los demás; ese fue mi error con Candice, eso fue lo que le faltó. Jugueteo con las llaves en mi mano mientras camino hacia la puerta, me giro por un segundo y veo del otro lado de la calle, los guardaespaldas que me dio Dominik, quienes me observan de forma neutra. Sigo cami
Jugueteo con la copa de vino en mi mano, mientras observo cómo algunos pares de hombres cargan cocaína en un camión grande. Ellos me ven por el rabillo del ojo, pero no dicen nada, incluso cuando me siento de forma despreocupada en el sillón individual sin importar que tengo una falda muy corta que en cualquier momento podría dejar al descubierto cada parte. Escucho que alguien llega a la estancia y se acerca hasta el sillón.—¿No crees que es muy temprano para tomar vino? —escucho la voz de Taylor, pero no puedo verla, ya que le doy la espalda.—¿No crees que es muy temprano para las líneas blancas? —le contesto y escucho su resoplo.Ella da la vuelta hasta llegar a mi campo de visión, me arrebata la copa y la lleva hasta sus labios.—¿Estás enojada porque eres pobre o estás enojada porque todos te odian? —le regalo una sonrisa s