Observo las fotografías en mi teléfono, una a una, con detenimiento y fijándome en cada detalle de éstas mientras estoy en mi cama, aún con mi uniforme en mi cuerpo. El padre de Barbie tiene un amorío con la alta, esbelta y hermosa madre de Candice. En el fondo no me molesta, como mujeres podemos disfrutar de nuestra sexualidad como queramos y en este caso en específico quien tiene al parecer, los huevos grandes para engañar a su esposa e hija, es él, pero ahora el juego ha cambiado, ahora ella está buscando cómo hundirme así que debo hacer lo mismo. Sé que esto es un arma grande, aun no sé por qué exactamente, pero sé que es algo contra ella, contra Candice. Solo me resta averiguar el momento exacto en que debo jugar esta carta.
Dominik ha estado llamándome, cada que puede, pero yo no contesto. Me siento confundida. Mason me gusta, de eso no tengo duda, cuan
La tensión con mi madre va en aumento. Las ganas inmensas que tengo de arrancarle la cabeza no se compara con ninguna clase de odio o ira que he tenido hacia otra persona. Es disociativa la manera en la que la veo ahora, es mi madre, lo sé, pero el juego ha cambiado. Estamos todos contra todos y no puedo permitir que intenté hundirme, aunque sea mi madre, estamos las dos metidas en esta mierda y si caigo, la arrastro conmigo.Estoy saliendo del baño, después de una larga ducha para intentar que mi mente se aclare, que mi cuerpo baje de la puta montaña rusa en la que estoy y mi teléfono suena. Al ver la pantalla noto que es el investigador privado que he contratado para que vigile a Heather.—Hola, menos mal llamaste. No necesito tus servicios, no gastaré un solo centavo más en esa perra, que lo haga alguien más. Puedes pasar por tus honorarios —abro mi armario para buscar qué r
Ya me he bañado, ya me he vestido, ya han limpiado el desastre que hice en el suelo, pero lo último que deseo es salir. No puedo siquiera pensar en lo que sucedió, en la manera en cómo me miró. No puedo creer que me haya acostado con el padre del único chico en mi vida que he sentido que en realidad le interesa lo que tengo que decir. Es realmente vergonzoso.Justo ahora no sé qué sigue, qué debo hacer, qué debo decir. Estoy afisxizndome, como si el aire de esta habitación no fuera suficiente. No deseo salir de aquí, pero sé que afuera me esperan. Afuera se pregunta qué carajos me pasó.Intento que las lágrimas dejen de salir, pero no puedo. Simplemente no estoy preparada para enfrentar esto. ¡Carajo! ¿qué fue lo que hice?Mi celular comienza a vibrar y me doy cuenta al ver la pantalla que se trata de mi padre y que lleva llam&aacut
El conductor me deja justo en frente de mi casa, donde ya no hay policías, y ventanas cortinas están cerradas. No sé muy bien qué le dijo Candice a mi padre, o qué hizo, pero la verdad no creo que deba intentar ocultar nada. Doy un suspiro mientras camino por el pequeño jardín, las manos comienzan a sudarme y el corazón a latirme mucho más rápido de lo habitual.Abro la casa con mis llaves y al entrar veo a mi padre sentado en el sillón que me da la espalada, parece estar dormido, pero sé que no lo está. Comienzo a acercarme despacio hasta llegar a él. Cuando su espalda me deja de molestar, puedo ver lo que en realidad estaba haciendo; observaba con detenimiento un sobre en sus manos.Él nota mi presencia y me tiende el sobre que estaba en sus manos. Al tomarlo puedo leer en la parte superior ella está bien. Lo abro rápidamente y al sacar su c
—El sobre ya fue enviado con éxito ayer —la voz de un guardia me saca de mis pensamientos. Le doy otra calada al cigarro aun dándole la espalda. —¿le escribiste el mensaje que te dije? —contesto. —Por supuesto, tal como lo ordenó —vuelvo a dar otra calada al cigarrillo, me doy la vuelta y lo miro a los ojos. —¿Estás seguro que él fue quien lo recibió? ¿su padre? —Así es, completamente seguro. Me quedé esperando a que él lo tomara con sus propias manos. —Está bien, vete —él asiente y se retira al mismo tiempo que Barbie entra haciendo lo mismo que yo; fumando. —Son las seis de la mañana, ¿qué quieres? —Antes me saludabas de besos y abrazos —le contesto apagando el cigarrillo y dejándolo en el cenicero sobre la mesa junto a las sillas playeras. —Deja las estupideces y dime qué quieres. —¿Sabes algo, Barbie? Es muy tarde para echarte para atrás, es muy tarde para creer que puedes con esto sola, que no me necesitas.
Sé que el último lugar en el que debería estar luego de que toda la ciudad se ha enterado de la aventura de mi madre, es la escuela, pero en definitiva debo hablar con Barbie y allí es donde está. Debo intentar que las cosas no se vayan más al carajo de lo que ya se ha ido. Debo hacerlo, aunque eso me cueste mi maldita dignidad.Detengo el auto en la escuela, ya las clases han iniciado así que al entrar me reciben la soledad de los pasillos. Saco mi teléfono del bolso, intentando enviarle un mensaje a Barbie, pero la voz de la directora Amelia hace que me detenga y la encare.—¿Acaso crees que esto es un hotel, Candice? ¿Qué puedes entrar y salir cuando quieras? ¡Ni siquiera tienes puesto el uniforme!—¿Y tú crees que me importa un carajo tu escuela, tus clases, tú mierda? Soy rica, carajo. No necesito de esto —ella se acerca más a m&i
Me bajo de mi auto y llego a la cascada, donde quedé a encontrarme con aquel hombre; un hombre alto y guapo, todo de él grita lujo; el hombre que conocí en aquella fiesta elegante.Respiro profundo. Nunca he sido una chica asustadiza, pero debo admitir que estoy nerviosa, jamás había hecho algo como esto, siempre me he metido en problemas de niña rica, pero esto es otro nivel, sin embargo, en cuanto escuché la oferta no pude decir que no.—La nena cumplió —escucho su voz y me sobresalto, volteo y está allí, con su traje y sus dos guardaespaldas.Dos hombres robustos y de piel morena. Dan miedo.Él me empieza a recorrer el cuerpo con una mirada las
—Tu madre va a durar más tiempo del que pensábamos allá, y yo la verdad no me siento bien en este momento. Mi padre por fin dice una palabra después de haber salido de la estación de policía. Se había mantenido callado, simplemente conduciendo por la carretera hacia casa. —¿Te hablaron de la clínica? ¿ella está bien? —él asiente, pero no sé, respondiendo a qué. —Lo hicieron y la situación es preocupante, y en cuanto a mí, no puedo verte, ni hablarte, Heather. Perdón, pero no puedo. Es realmente tortuoso para mí. —¿Qué estás tratando de decirme, papá? —Que me gustaría que me te fueras por un tiempo. La verdad no me importa si es a casa de una de tus amigas o a casa de tu novio delincuente, Solo… vete. —¿Qué? ¡no! ¿por qué haría eso! —¡Por qué no te reconozco! —su grito hace que pegue un pequeño saltito en el asiento del copiloto—. Le acabas de mentir a la policía frente a mí como si nada. Eres una desconocida para
Estoy sentada dentro de mi auto justo al frente del enorme portón que cubre la casa de Alessandro. Muevo frenéticamente mi pie en el suelo del auto, mis manos están sudadas, y mis nervios a flor de piel. En cierta forma, me asusta encontrarme en esta posición, la del miedo, pero es importante recalcar que, no lo estoy por verlo, lo estoy por lo que me han hecho, por lo que la perra de Heather me ha hecho.Respiro profundo varias veces antes de presionar el código que abre el enorme portón. Al hacerlo, dos hombres armados me saludan con un asentimiento de cabeza. Sigo conduciendo por la acera que divide los dos lados del jardín hasta llegar a la casa. Estaciono el auto y me bajo. De inmediato, tres hombres me guían hacia adentro de la casa, escaleras arriba, hasta la habitación de Alessandro. Ellos me dejan enfrente a la puerta y se alejan. Toco dos veces y luego de un par de risas, escucho la voz de Alessand