Peligroso. Seríe Hombres Peligrosos.  Libro 1.
Peligroso. Seríe Hombres Peligrosos. Libro 1.
Por: J´katy
Prólogo

La vida le sonreía a Valentina Riggs el cual era su nombre artístico.

Tenía todo lo que deseaba: una carrera en ascenso que era con lo que había soñado siempre, el tratamiento de su madre al día, un novio millonario al que amaba y que él la amaba a ella con locura. Todo esto en menos de tres años, no podía creer que fuese tan afortunada y aunque Stefan MontBlanc no le había propuesto matrimonio aun, estaba segura de que lo haría. Hoy se citaron en una cafetería para verse y planear el fin de semana para estar juntos antes que comenzara su gira promocional.

— ¿Quién soy? - pregunta Stefan tapando los ojos de Elena Valentina en un acto de amor puro.

— ¡Pues veamos... ya sé. El amor de mi vida! - él retiró las manos de sus ojos y ella se levantó girando elegantemente para abrazarlo y besarse dulcemente.

— ¿Llevas mucho tiempo esperando amor? - negó dándole un pico rápido.

— No en realidad porque pasé a buscarte algo - le hizo un guiño y sacó de su bolso un cajita marrón pequeña, la cual abrió y dejó ver una fantástica cadena con dije dorado en oro dieciocho quilates. El corazón llevaba las iniciales completas de ambos.

— ¡Nena, yo no... - tapó su boca.

— ¡Tú eres suficiente para mí! el amor no se trata de intercambiar regalos como una obligación - él la abrazó con fuerza y besó su frente acariciando la mejilla femenina con la nariz.

— Entiendo y gracias amor pero, vámonos de aquí. Quiero buscar una sorpresa para ti - la sacó de la cafetería y viajaron el la limusina hasta una pequeña cabaña donde los dueños eran sus padres y le habían otorgado el permiso aunque su madre no estuviese de acuerdo con su noviazgo porque Elena no era de alta sociedad.

Después del fabuloso fin de semana que pasaron el la pequeña cabaña, el lunes a las diez menos cuarto se encontraba Stefan MontBlanc despidiendo a Elena Valentina en el aeropuerto.

— ¿Estás bien? - preguntó la rubia con preocupación.

— ¡Claro que no Elena, te vas y yo me quedo sin ti! - responde con tristeza.

— ¿Me esperarás?

— ¡Siempre amor de mi vida, siempre!

Pero el destino quiso otra cosa y Valentina Riggs presentó mareos y vómitos que la obligaron a ver un médico, no fué sino en esa última gira después del fallecimiento de su madre que se percató de su embarazo, el médico que la vió le aseguró que llevaba seis semanas, por lo cual tuvo que suspenderla y regresar antes del tiempo previsto. Bajó del avión y se dirigió en taxi hasta las oficinas del Emporio MontBlanc para darle la noticia y proponerle ella misma matrimonio pero, al llegar al piso y abrir la puerta se dió cuenta del engaño del cual había sido objeto todo el tiempo. Aquella escena nunca saldrá de su mente mientras viva; la imagen de María de las Nieves sentada a horcajadas sobre él disfrutando de un momento de sexo placentero y sin barreras...

**********

Las maletas en la puerta del Ático le recuerdan que su vida es una farsa, la mujer que ama lo desprecia por su actitud machista y egocéntrica. Las niñas suben a la cama para besarlo y disfruta un poco más de ellas mientras una morena preciosa de cuerpo delgado y perfecto entra a la habitación sin siquiera mirarlo.

— ¿Por qué no esperan al fin de semana y nos vamos juntos? - preguntó Owen Black desde la cama.

— Pregúntale a tus padres - le dijo su esposa sin mirarlo.

— Carol ¿hasta cuando me castigarás? - protestó.

— ¿Quieres hablarlo ahora? ¿delante de las niñas? porque hasta la semana pasada era una loca que me imaginaba cosas - le grita girándose furiosa hacia él.

— Está bien cariño, lo siento tienes razón, pero lo hablaremos. Te aseguro que lo arreglaremos - ella suspiró y salió de la habitación.

— ¡Marilyn, Becca! despídanse que nos vamos - las niñas besan a su padre y él las lleva en brazos a ambas.

Metro noventa de puro músculo tonificado y un color de piel dorada que sería la envidia de cualquier modelo de trajes de baño. Todo eso en conjunto con un hermoso perfil griego y la barba mejor cuidada y pagada en todo Manhattan, ojos color café y la boca más perfecta que  pueda tener mortal alguno. Así era Owen Black perfecto al andar, perfecto al vestir, perfecto al amar, sin embargo su esposa no perdona errores y al salir del apartamento con los padres de su esposo ni siquiera un beso de despedida le regala, solo un gesto con la mano a lo que él reacciona con un asentimiento de cabeza y un suspiro de resignación por ser el culpable de su actual desdicha.

Es medianoche y el teléfono suena...

— ¡Black! - responde enojado aunque no estaba dormido.

— Sr. Black, lamento darle la noticia de que el Jet XR24G7 ... ha caído al vacío - y con ese avión toda su vida también...

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