II

Queens (barrio Corona)

Una hermosa mujer de tez blanca y ojos verde mar reside a causa de un dolor abdominal seguido de una serie de vómitos incontrolables en el Queens Hospital Center bajo el diagnostico de apendicitis.

—¡Buenas, doctor! ¿Valentina  Riggs se encuentra recluida acá? – el doctor se acercó a la morena de cuerpo curvilíneo y asintió impresionado con la belleza de la chica.

—¡Buenas Srta.! Venga conmigo para preguntar en el servicio de información – la morena afirmó con ojos llorosos.

—¡Muchas gracias Dr. …

—Ivanov Srta. Serguei Ivanov. Perdone ¿su nombre es…

 —Yolanda de la Cruz Ochoa Vargas Dr. , solo para servirle a usted – anunció coqueta dejando al médico prendado de su hermoso cuerpo y su desparpajo.

Serguei Ivanov, un prestigioso médico cirujano: filántropo, altruista,  generoso y amante de las buenas acciones, que dispuso su hospital para las personas de bajos recursos es el mejor ejemplo de bondad y abnegación a su trabajo.

 La mujer que tiene enfrente lo dejo total y curiosamente fuera de combate, aunque no es tildado de mujeriego ni sinvergüenza pero Yolanda de la Cruz es la mujer más despampanante que sus ojos hayan visto.

—Venga conmigo Yolanda, le daré información acerca de su amiga – la morena está impactada con la atención que le está dando éste Adonis que está buenísimo según piensa.

—¿Es muy grave Dr.? – pregunta preocupada.

—Solo esperamos la desinflamación de la apéndice para practicar la cirugía, es casi rutina. La chica en cuestión es muy fuerte y atlética; no sufrirá mucho ¡descuide, aquí la trataremos bien! – Yolanda sonrió y el medico pudo notar una dentadura perfecta adornada por los labios mas carnosos y provocativos nunca vistos.

—¡Gracias de nuevo Dr. Ivanov!

—¡Oh, llámeme Serguei, así entramos en confianza!

El rostro de la morena se coloreó de un rojo bellísimo y el Cirujano sintió en su pecho un estrujón irreconocible que le trabó un poco la respiración.

—Si bien, Serguei…

Su nombre se escucho tan sexy en los labios de esa mujer que su cuerpo traicionero decidió revelarse y reaccionar sexualmente. Su hombría vibró y su pantalón encogió a nivel de la pelvis causándole una incomodidad jamás sentida. Esa mujer con su desenvoltura exagerada y su manera de hablar cautivó al solitario Cirujano de ojos celestes y cabello tan rubio como el mismo sol en una calurosa tarde de verano.

—Si desea verla – tragó la saliva acumulada en su boca — Voy a examinarla en este momento, puede venir conmigo – la instó para que lo siguiera tratando de reponerse de su incomodidad.

—¡Siiiii gracias Dr. Serguei, es usted un ángel – y de manera atrevida la chica se paró en la puntilla de los pies y besó la mejilla del doctor quien si se había repuesto de su desestabilidad volvió a caer en un coma sexual frente a esta ninfa preciosa que lo impresionó totalmente.

Llegaron a la habitación treinta y cinco para saber de la chica con apendicitis, el Cirujano tocó la puerta y asomó la cabeza rubia para verificar la estabilidad emocional de la paciente — ¡Permiso! ¿Cómo se encuentra nuestra chica hoy? – preguntó galante y jovial.

—¡Buen día Dr. , me siento un poco mejor, gracias por venir! – el galeno sonrió con ternura ante el rostro angelical  de la chica.

—¿Cesaron los vómitos? – preguntó escribiendo en la historia.

—¡Si, completamente! – respondió ésta acomodando su pierna derecha.

—¿El mareo y el dolor agudo? – la miró a la cara verificando su respuesta.

—¡Si, también! – inquirió alegre.

—Bien Valentina, si al examinarla me agrada el resultado. Podemos programar tu cirugía para esta misma tarde, mas o menos a las tres y media – exclamó el doctor mirando su fino reloj y auscultándola con su estetoscopio.

—¿Qué cirugía? – gritó prácticamente — ¿Pensé que solo era el dolor abdominal? – lloró con el rostro tapado con sus pequeñas manos.

—¡Es de carácter obligatorio practicarla mi niña, porque ya ese órgano no funciona y luego se puede infectar causando daños irreparables a tu sistema – explicó el buen doctor a su paciente.

—¡Pero doctor es que usted no entiende! Yo no tengo a nadie ¿quién va a cuidar de mi? Y además ¿quién va a pagar todo esto? si mi pensión apenas me alcanza para el arriendo y la poca comida que adquiero –  su voz se apagó y era un susurro.

—¡Pues! En realidad pensé que éramos amigas Tina malagradecida – la chica miró a su amiga y sonrió tiernamente, nunca pensó que alguien viniera a verla y Yolanda es… ¡una loca!

—¡Hola Yolanda! – lloró como una bebé — ¡Gracias, gracias por no abandonarme! – ella puso los ojos en blanco y sonrió ante el drama.

—¿Cómo pensaste que no vendría? Después de dejarme patearle el culo al casero y desgreñar a la puta de su mujer – ésta se carcajeó, mientras el doctor asombrado por el despliegue de chabacanería sonreía encantado.

Valentina sonreía con la cara tapada aún y colorada por la vergüenza, pero al observar la expresión del Cirujano desplegó una sonrisa con todos los dientes.

—¡Por favor Yolanda de la Cruz! ¿No te da vergüenza que el doctor escuche toda esa grosería? ¡compórtate por favor! – la morena giró para ver la cara del Adonis de ensueño.

—¡Lo siento pero… ¿cómo se le dice a la esposa del casero? ¿Si esta se acuesta con el chico del piso seis y no le cobra un centavo? – el doctor se encogió de hombros — ¡Pues se le llama puta Serguei! – éste abrió mucho los ojos —Porque la prostitución es un trabajo, y ni siquiera es porque yo la ejerza pero ¡de eso vivo por favor! Y ella nos pone en mal. Yo no le he quitado nada a nadie y mucho menos tengo marido para serle infiel…

—¡Yolanda!

—¿Qué?

—¡Cállate por favor! – Valentina le señaló al doctor que sonreía con cara de asustado.

—¡Ah, lo siento! – enfurruñada se disculpó y el galeno no dejaba de sonreír.

—¡Bien, prosigamos con la consulta! La cita para la cirugía es a las tres y treinta, a esa hora estoy libre y puedo hacerla. Por lo pronto voy a terminar con las consultas para prepararme porque voy a quirófano – se despidió con una seña de mano — ¡Ah y Srta. Yolanda de la Cruz! – ese nombre le encanta— Puede quedarse con su amiga el tiempo que desee – la chica gritó de alegría lanzándose al cuello del galeno y le estampó un beso en la boca que lo dejó sin aliento y perplejo.

La morena se percató de su atrevimiento y miró su ropa quitando una pelusa imaginaria y Valentina tapó su rostro colorado por la vergüenza aunque, deseaba reírse a carcajadas. El doctor por su parte disfrutó no solo del beso sinó del espectáculo que era aquella mujer con toda esa belleza escandalosa.

— Nena ¿Cómo te sientes? - Yolanda miró a su amiga con ojos de inocencia, mientras ésta con labios apretados y ojos entrecerrados la observaba con desaprobación a causa de su impulsiva y osada conducta.

— ¡Me siento bien! pero, un poco incómoda gracias a tí - la morena bajó la vista con falsa tristeza.

— ¿Viste esos ojazos? ¡Creo que estoy enamorada! - Valentina rodó los ojos al tratar de recordar todas las veces que su amiga se había enamorado falsamente.

— ¡Si, los ví! y también fui testigo de tu audacia al faltarle el respeto al doctor - ésta colocó la mano en el pecho y abrió la boca haciendose la ofendida.

— ¡Él dijo que lo llamara Serguei! - exclamó.

— ¿También dijo que lo besaras? - levantó la ceja derecha al elaborar la pregunta.

— ¡Ah, no cariño! eso fue cortesía de la casa por estar tan bueno. Además, por su tamaño debe ser un volcán en la cama - aplaudía dando saltitos, pensando en que tenía una opción para descansar un poco de su trabajo y refrescar su apariencia.

— ¡Eres terrible! ¿sabes? - la morena sonrió dulce.

— ¡Lo sé! y tú deberías después que te operen la barriga, buscar novio y divertirte ¡por ejemplo! - Tina la miró horrorizada y negó frenéticamente.

— ¡Claro que no! yo no puedo hacerlo - sus ojos se nublaron humedeciéndose — ¡¿No me ves?! ¡soy un monstruo! - tapó su rostro llorando desconsolada.

— ¡Ya dulzura! no llores por favor, disculpa lo que dije ¡No quería ofenderte! - Yolanda abrazó a su amiga con ternura y compasión.

Valentina recuerda con tristeza la pérdida de su vida entera por culpa de aquel sujeto que la arrolló con su vehiculo, teniendo como consecuencia por el golpe: la pérdida de su bebé y una lesión permanente en la pierna derecha impidiendo así su movilidad espontánea.

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