III

La madrugaba amenazaba con asfixiarlo, los recuerdos se agolpaban en su mente de manera dolorosa y profunda quemando su pecho como si de una brasa ardiente se tratara.

—¡¿Por qué demonios no cesa el dolor?! - gritaba con el llanto ahogándolo en su garganta — ¡¿Por qué no fuí yo?! ¡¿Por qué no morí yo en lugar de ellos?! - lloraba desolado y angustiadamente.

La pérdida de sus seres queridos había dejado el mayor vacío que puede manejar un hombre en su vida. Observó el vaso roto y tentado a tomar los pedazos pero, dirigió la vista a la botella de whisky medio vacía tomándola por el cuello y estrellándola contra el suelo, con toda la intención de lastimarse sin embargo, no podía pensar en suicidarse ya que tenía la responsabilidad de vivir porque se lo había prometido a su hermana frente a las tumbas de su familia.

— ¡Maldita sea! - gritaba desesperado y exhausto a causa del licor, quedaba dormido. Siempre era igual, siempre de esa manera.

A la mañana siguiente despertó sobresaltado ante la presencia de la empleada de limpieza que llegaba a cumplir con su trabajo.

— ¡Buenos días Sr. Black! - miró a través de una nubla somnolienta, respondiendo con un gruñido y mala cara.

Dejando a la mujer con expresión de asombro mientras se dirigía a su habitación para terminar de dormir el cansancio de la noche despierto y el efecto del whisky.

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Su teléfono vibraba insistentemente en el bolsillo de su pantalón, despertó sobresaltado ante el movimiento y buscó en ese lugar. Sacó el aparato y en la pantalla vislumbraba el nombre de Serguei Ivanov, masajeó sus sienes y respondió al quinto repique.

— ¡Serguei, espero que sea importante! - protestó malhumorado.

— ¡Amigo, para tí nada es más importante que tu sufrimiento! - rodó los ojos y arrugó la cara ante el dolor de cabeza que ese gesto le causó.

— ¿Qué quieres? - gruñe.

— Llamo para recordarte el juego de golf, recuerda que los inversionístas que están interesados en la compra del embarcadero se encuentran citados para hoy a las tres de la tarde para la final del mismo ¿lo olvidaste? - restregó su rostro con exasperación.

— ¡No lo he olvidado "matasanos"! - mintió — ¡Ahí estaré! - prácticamente ladró.

— ¿Llevarás acompañante? - cerró los ojos con fastidio.

— ¡Claro que no Ivanov, no seas ridículo! - expresa irritado — ¡No tengo tiempo para acompañamientos! - el doctor Ivanov se rió a carcajadas — Eres un imbécil ¿sabes? - reclamó irascible.

— Y tu caes en la provocación amigo mío - rió de nuevo — ¡Nos vemos en el club!

— ¡Adiós! - y colgó para consecutivamente lanzar el aparato en la alfombra y tratar de descansar un poco.

Pasadas las doce del mediodía, entró a la ducha y de ese modo eliminar los rastros del malestar provocado por los recuerdos de la noche anterior. Aseó su cuerpo a conciencia, lavando su cabello y afeitando su barba de dos días. Salió enrrollado en una toalla y escogió su atuendo para bajar a ingerir algo de alimento ya que se sentía famélico a causa de las casi veinticinco horas que llevaba sin pasar bocado. La empleada de la cual no recordaba su nombre, había dejado el menú para el fin de semana, el que sacó de la heladera y calentó en el microondas para degustarlo antes de dirigirse a su destino.

Camino al club, su teléfono suena por enésima vez sin embargo, ésta vez se vió obligado a responder ya que se trataba de su amigo de la infancia Kevin Gardner y dueño del club deportivo en el cual es accionísta.

— ¡Black! - responde.

— Amigo, los caballeros se encuentran ubicados y saboreando algunas de mis bebidas refrescantes, el campo de golf se encuentra despejado solo para ustedes y bueno, la atención al día como siempre - asiente, su amigo no lo ve pero su expresión es de total fastidio.

— ¡Gracias Kev, te debo una! - expresó con voz suave y tranquila — Voy en camino, llego pronto - y cortó la comunicación.

El resto del camino lo pasó en silencio, pensando en que la semana siguiente Harold Alvarez enviaría una chica para cubrir sus necesidades sexuales pero, él ya no deseaba compañía. Las últimas dos chicas habían vuelto al día siguiente sin ser tomadas en cuenta por el Magnate, ya que ni siquiera se tomó la molestia de levantarse de la cama. Obviamente fueron remuneradas y ataviadas con sus respectivos atuendos. Al día siguiente su amigo lo había llamado y ya él se encontraba tomándose unos tragos en "La Madriguera", club nocturno donde el dueño Mark Ericson también formaba parte del grupo que desde el primer año de universidad formaron los cinco y que él en particular desde hace cuatro años se había alejado.

El ingreso al club fué hecho con toda normalidad a pesar de tener casi tres años de no socializar ya que la semana pasada se reportó enfermo y su socio Serguei Ivanov lo cubrió junto a Kevin Gardner en el comienzo de un juego amistoso en el cual hubo un empate entre los equipos.

— ¡Wow, pero miren quien nos honra con su aristocrática presencia! - grita Harold al ver llegar al Magnate.

Éste rueda los ojos y le hace una seña con su dedo corazón en un gesto ofensivo pero, su amigo rompe en carcajadas ante la afrenta. Lo que provoca en los otros una avalancha de bromas y risas a lo que él respondió negando con la cabeza y una sonrisa que denotaba tranquilidad y placidez.

— ¡Eres un idiota Harold! ¿Qué tal están todos? - saludó con un apretón de manos a cada quien junto a unos golpecitos en la espalda.

— ¡Excelente amigo! ¿tú qué tal? - pregunta Serguei.

— ¡La llevo amigo! ¿Irina? - preguntó.

— ¡Mejorándo, gracias por preguntar! ¿cómo se encuentra Summer?

— Ella está... ¡bien! - puso los ojos en blanco ya que Harold muere por ella.

— ¿Y está tan bella como siempre? - lo miró como el príncipe encantado.

— ¡Si Harold está bella! - lo observó asustado.

Hubo carcajadas y comentarios graciosos al respecto pero, el rostro serio de Owen hizo calmar la chanza.

— ¡Ay por favor amigo, relájate! es solo un juego - expresó Kevin, tratando de lograr que Black no se lo tomara a pecho.

— ¡Si, como sea! - éste se levantó de manera grotezca — Hay un partido que terminar y yo no tengo tiempo - abandonó el grupo para buscar sus implementos de golf.

La tarde pasó entre hoyos y palos de golf en un juego amistoso que precedió a la firma de documentos entre unos tragos y el respectivo compartir en una cena de negocios en el "Tendency's" el bar restaurant de Mark, quien los atendió como reyes frenta a la inversión multimillonaria del negocio que se cerró con broche de oro.

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