Miro impaciente el reloj mientras paso el trapo húmedo sobre la mesa, limpiando los restos de comida que hay sobre ella.
Faltan cinco minutos para las once.
Dejo caer los hombros y la cabeza hacia delante, derrotada. Mirándolo no va a avanzar más rápido.
Elliot y Zaheera terminan de meter las ultimas sillas que se colocan en la acera, fuera del restaurante.
Conversan de esto y aquello. Sonrío por sus chistes sin sentido.
Un hombre que entra detrás de ellos, llama mi atención. Mira en todas direcciones del restaurante.
Lleva pantalones vaqueros oscuros, una sudadera negra, botas militares y una gorra azul con un logo de los Yankees en color blanco.
- Disculpe, señor – Lo llamo, soltando el trapo y caminando hasta el hombre de aspecto sospechoso.
- El restaurante está a punto de cerrar – Sigo hablando con amabilidad.
Espero que no se ponga
-¡Ciara! – Todos gritan armados, cuando me desvanezco.-¿Te encuentras bien, Ciara? – Kenai me mira preocupado, es quien ha evitado que mi cuerpo caiga al suelo, haciéndome daño.-No. No estoy bien. Como es posible que ese extraño supiera mi nombre – Estoy al borde de la desesperación y el terror me consume poco a poco.-¿Lo conocías? –-¡No! Mierda, no. No conozco a ese hombre, nunca en mi vida lo había visto – Grito histérica, algunas lágrimas empiezan a correr por mis mejillas. Me suelto del firme agarre de Kenai.-Ciara, muchacha, ¿Qué ha pasado? – Un preocupado Stephen sale a toda velocidad de la cocina.-Un hombre entró pensando que le serviríamos un trago. Pero como sabes. No a
Acelero el paso volviendo la mirada hacia enfrente.El pulso se me acelera a cada zancada que doy. Entro en pánico, mi único pensamiento es correr en dirección a mi departamento.Es lo que hago.-Ciara, non cercare di scappare. Il capo ti vuole solo per sé (Ciara, no intentes huir. El jefe te quiere para él) – No entiendo lo que me está gritando. Me sigue el paso y temo a que me alcance.Giro en la décima y corro hasta que mi pierna comienza a dolerme.Los pulmones me arden por la falta de aire, pero no me interesa, necesito escapar y estar lejos de este hombre y sus malas intenciones.Su mano agarra mi hombro.-¡Ah! ¡Ayuda! – Grito a todo pulmón.Al parecer, mi grito lleno de miedo también lo ha asustado al hombre, porque me suelta de inmediato.Apro
-No – Aparto el plato con los fideos casi intactos.Sus ojos azules me miran incrédulos, mi respuesta lo ha dejado de piedra sobre la diminuta silla de mi comedor. Lo miro desafiante.Parece que no le gusta ser rechazado por las mujeres.Bienvenido a la lista de rechazados, Valentino.No voy a ceder.-Ciara – Gruñe, levantándose de la silla, su rostro fruncido me indica que está enfadado. Sostiene la silla en acto reflejo, evitando su estruendoso golpe contra el suelo.-No – Lo corto – Este es mi hogar, nuestro hogar. No puedes obligarme a vivir contigo. Ni mucho menos, decides por nosotras – Lo imito y me planto frente a él.-Jessie, a tu habitación, cariño – No aparto la mirada desafiante que le arrojo a Valentino.-Pero aun no termino de cenar – La escucho, a mi espalda. El tono de total desilusión.
Un par de semanas después, entre citas y visita imprevistas de parte de Valentino en el departamento que se han vuelto una costumbre para los tres.Y no puedo estar más encantada. Parece haber olvidado el tema de mudarnos con él y puede que por eso se deba mi buen humor.Llevo la bandeja con la comida a la familia que se ha situado en una mesa hasta el fondo del restaurante. Sonrío, como habitualmente lo hago con todos mis clientes.Ahora más que nunca, las cosas entre ambos marchan bastante bien. Me da mi espacio y no me presiona sobre ciertas cosas.Y cuando digo ciertas cosas, me refiero en que no saque el mudarnos a su“castillo”.-Que lo disfruten – Deposito con sumo cuidado las pequeñas charolas individuales con pizzas al estilo italiano sobre la mesa.-Gracias, señorita – La pequeña niña rubia que acompaña a la parej
-Peter, lo lamento tanto – Coloco la bandeja sobre la mesa. Agarro las servilletas de papel e intento limpiar la ropa de Peter con desesperación.-Déjalo así, preciosa. La lavadora hará su trabajo – Sus manos hacen detener las mías. Evitando hacer el desastre aún más grande.Levanto el rostro para mirar a Valentino, que a detenido su andar al ver que Peter tiene sus manos encima de las mías.Mierda.Su rostro fruncido y malhumorado me dice,quien ese tipo.Nunca me había visto en medio de una situación similar.-Ciara – Valentino pronuncia mi nombre entre dientes. Tiene la mandíbula tensa.Las flores desaparecen de mi vista y ahora están al costado de su cuerpo.Aparto inmediatamente las manos del contacto de Peter.-Valentino – Pronuncio su nombre en un susurro.-
-Creo que sí – Confirmo, verlo me hace sonreír como una tonta.-Ni hablar del café que te prometí el otro día – Se rasca la nuca, nervioso.-Claro que no. Podemos salir como amigos. –-No creo que a tu novio le agrade la idea de que salgas conmigo. No como ha actuado hace unos instantes – Me siento avergonzada.-Entenderá que eres mi amigo. A sido muy difícil adaptarme a esta nueva vida y encontrarme con personas del pasado, no me hace sentir que estoy perdida y me hace ver que casi nada ha cambiado – Los ojos comienzan a llenarse de lágrimas.-Lo hare corriendo el riesgo de terminar con los huesos rotos – Ríe de su propio chiste.-No lo creo capaz – Vuelvo la cabeza para mirar a Valentino. Su aspecto duro, autoritario y un tanto posesivo. No creo que lo hagan peligroso.Al menos que person
No me encuentro amordazada, ni maniatada y los ojos no me han sido cubiertos con alguna tela, permitiéndome ver el oscuro interior del vehículo donde tres sujetos me subieron a la fuerza. Me remuevo incomoda, su mirada intensa esta posada en mi cuerpo. Las ventanas polarizadas del auto me impiden ver más allá del cristal oscuro y resistente. Las tenues y borrosas luces del exterior pasan a toda velocidad ante mis ojos llenos de lágrimas. Mi único pensamiento es Jessie. Necesito saber que ella se encuentre bien o si está en el departamento sola y asustada. -Ella se encuentra bien. Va en otro auto, sana y salva con mi hombre de confianza – Su voz, rasposa y gruesa. Hacen que lo vea con la vista distorsionada por el rabillo del ojo. El enojo me invade de manera peligrosa porque me ha leído el pensamiento. -¿Por qué lo hiciste? – Susurro. Mi voz rota, delata lo mal que me encuentro. Mi garganta me arde por retener los s
El trayecto parece interminable, el trasero me duele horrores, al igual que el resto de mi cuerpo.Valentino y yo no volvimos a cruzar palabra desde que el vehículo se puso en marcha alejándome de todo lo conocido. Incluido en cementerio donde están enterrados mis padres.Solo quería salir de ese auto en constante movimiento. De lo que estaba segura mirando a través de la ventana, que viajábamos por la autopista, este maldito país estaba llenas de ellas.No era fácil adivinar por cual estábamos hiendo.Lanzarme por la puerta no es una buena opción, la puerta podría estar asegurada y el único que tuviera el control de ella es el hombre que está conduciendo el auto y descender la ventanilla tampoco lo era, alteraría a Valentino, si me escabullía por ella, él me sujetaría los pies con mucha facilidad.Romperme algunos huesos con tal d