Capítulo 57

Mientras íbamos de camino a la terraza, en el pasillo se encontraba un hombre gritando a varias personas. Al principio quise reírme, pero al ver a una mujer similar a Ada, quise dispararle al hombre en la frente. Debo dejar mis instintos asesinos. Dios, pero están colmando mi pequeña paciencia el día de hoy.

—¡¿Qué mi3rda se supone que están haciendo dejándonos descubiertos?! —gritaba el tipo como si fuera sus dueños—. ¡Debemos mantenernos encubierto, no pueden andar vistiendo ropas que nos descubran!

Alessandro me ve con confusión, me encojo de hombros y sigo viendo al viejo que no logro leerle el apellido.

¿Ahora resulta que la ropa que llevemos nos dice cuál es nuestra profesión? Es extraño porque me vista como me vista, no parezco mafioso.

—El mayor nos prestó las instalaciones por lo seguro que era este lugar. No anden vistiendo así. Hablen con sus subordinados, que de sus superiores me encargo yo —vuelve a hablar, pero más calmado—. Fin de las misiones para ustedes, chicos —frun
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