En total silencio nos fuimos a la habitación, era más que obvio que estaba sucediendo y sabía que, por ninguna razón, nadie aquí debía enterarse de lo que yo le acababa de decir a Ada. Su vista siempre estuvo perdida, parecía más bien que ella fuera la presa y yo el cazador. Cerré la puerta y cambié la clave de ella, al voltearme a verla, Ada está viendo con miedo lo que hice.

Sonrío molesto por su actitud.

¿Tiene miedo de lo que dirá o de lo que le haré? La primera vez que odié la mafia fue cuando mi exnovia me llamó asesino y hoy… hoy odio la manera en la que me ve Ada. Puedo aceptar lo que todos sientas por mí, pero con ella no puedo.

Simplemente no puedo.

—Quita esa cara que solo cambié la contraseña. No es como si te fuera a hacer algo ahora mismo —digo, con una mueca de desagrado la última palabra.

Ella cambia la mirada a una fría al verme apoyado en la puerta.

—No creo que sea necesario que hagas eso —me río, ya que esta situación es absurda—. No hay necesidad de que te compor