Tomo asiento en una de las sillas que se encontraban en el bar para ver la emocionante elección de amantes para los Capos y cualquier mafioso que se encontrara aquí. Me quedé por la simple razón de ver su reacción cuando Patricio la pida. No me importa quien pague dinero por ella, pero siento placer al ver que se tendrá que tragar todas sus palabras.
Mi madre y Alessandra tienen la misma actitud que esta mujer. Espero que no todas sean así porque sé que terminaran muertas por mí poca paciencia.
Las luces bajan la intensidad y salen los futuros objetos sexuales de mis colegas. Veo el rostro de miedo de Ada y sonrío al ver lo cagada que esta.
La vida de este lado del charco no es tan brillante, bella.
—Iniciaremos nuestras ventas de amanti, ahora mismo —anuncia, Brenda, ella es la encargada de las mujeres del prostíbulo—. Estamos honrados de tenerlos esta noche con nosotros. Tener a tantos amigos aquí, nos hace creer que estas jovencitas tendrán un mejor futuro.
Claro, ¿qué mejor futuro que ser la amante o juguete sexual de un viejo verde?
Veo a 15 jovencitas que se encuentran en la tarima con poca ropa y siento un vacío en mi pecho. Mi hermana y Alessandra eran mejores amigas y estoy seguro de que ella no permitiría que nosotros estuviéramos haciendo esto. Detengo la mirada en una mujer pelinegra con rasgos alemanes y hago una mueca de asco.
Es que están las dos metidas en esto.
¿Qué clase de mujeres son ellas? Alessandra, debes elegir mejor a tus amigas en el futuro.
—Tenemos integrantes recién llegadas de Alemania y están esperando por un buen hombre de corazón puro —señala a las alemanas—, las libere de ser de todos y solo ser exclusiva para uno.
Mi celular empieza a vibrar y lo saco de mi bolsillo atendiendo la llamada.
Llamada telefónica:
—Estoy ocupado, llamen a Alessandro o a Bastian —contesto, mientras una bailarina deja un vaso de whisky con bastante hielo.
Odio esa bebida, tiene el color del té que tomaba mi madre para dormir.
—Estando ocupado igual mencionas mi nombre para que te auxilie, caro. Amor prohibido murmuran por las calles porque somos de distintas sociedades… —responde Alessandro, suspiro viendo a Ada.
¿Por qué atendí la llamada?
—Tengo suficiente dinero para hacer arrodillar el mundo a mis pies y se supone que eres mi mano derecha. Debes atender mis asuntos —se escucha una carcajada por su parte—. Voy a cortar la llamada, ¿qué necesitas ahora?
—Estás delicado. Voy llegando al bar, no entiendo por qué estás allá. Mi hermana despertó y necesita que la llames. Nos vemos en media hora —termina la llamada.
Empezó la música sexual y no sensual.
Apoyo mis codos en la mesa donde me encuentro y veo el número 4 que pusieron al traer la bebida. Al parecer estoy participando en la compra de mujeres.
No me gusta ninguna, así que estoy fuera.
Busco el nombre de Alessandra y la llamó mientras juego con mi vaso.
Llamada telefónica:
—¡Piccolo! —hago una mueca de desagrado.
Odio que me llame así, pero a ella siempre le vale madre mis exigencias. Al ser hija de un Capo, es la princesa que todo le permiten. Solo espero que el hombre que su padre le ponga en su camino, no la joda porque no me va a importar matarlo si la hace llorar una sola vez.
—Alessandro me dijo que te llamara. ¿Estás bien? Si quieres que vayamos a la habitación, necesito que nos des una hora para terminar un asunto —hablo preocupado, al escucharla sollozar.
—Estoy preocupada por mis amigas. Nos conocimos mientras estuve en Alemania y no sé nada de ellas después de que nos vimos en Sicilia —responde, sería agradable que me hubiera dicho que está bien.
Tus amigas se vendieron a los Capos del mundo.
—Ellas estarán bien, piccola. Estás preocupada sin necesidad. Ellas pueden estar con algún hombre ejerciendo su prostitución —digo burlón, cuando Ada y yo cruzamos la mirada.
Sonrío con satisfacción al verla sorprendida y aprovecho de saludarla al verla molestarse.
—¡Son mis amigas de las que estás hablando, Fabrizio! Ayúdame a encontrarlas, por favor. Las he salvado de ser prostitutas porque me ayudaron en Alemania, pero perdí su rastro cuando me he desmayado en la mañana —habla desesperada.
Ahora me regaña Alessandra por unas desconocidas.
Suspiro negando con la cabeza y veo como las alemanas caminan al centro del escenario.
—Te recuerdo que el Capo de la Cosa Nostra soy yo y si digo que son prostitutas, es porque las estoy viendo serlo —hablo con seriedad—. No quiero que te pongas mal otra vez, pero me voy a cansar de tus malcriadeces y no me va a importar que te vayas a la m****a. ¿Entendiste o te lo vuelvo a explicar con manzanitas, Alessandra? —le advierto sin titubear.
—Son mis amigas y para mí son famiglia. Soy una mujer en un nido de ratas que se pelean por estupideces y ellas fueron las únicas que me prestaron ayuda cuando más lo necesité. Los imbéciles de los soldados las secuestraron por órdenes de mi padre. Eres el único que puede callar la boca de todos y creí que al ser mi amigo podía recibir tu ayuda. Lamento mucho mi equivocación, Capo di tutti capi —termina la llamada.
¿Se molestó? Dame paciencia con las mujeres que no puedo lastimar.
Escucho cifras ofrecidas para las protegidas de Alessandra y estoy tan cabreado que me vale vergas lo que les pase. Decidí dar por terminada la noche de diversión. Le diré en la mañana que hubo un accidente y ellas pasaron a mejor vida.
Sí, que las llore en silencio por la eternidad.
—Quinientos mil dólares por las mujeres —volteo a ver al soldado a mi lado, su rostro parece de matón y una de sus manos acaricia su polla.
¿Este de donde va a sacar tanto dinero?
—Dos millones de dólares por ellas —dice otro hombre con una cicatriz en el rostro.
Veo lo asustada que están las dos y río internamente.
¿Quién es ese hombre de cicatriz? Debo hablar con Alessandro para que me diga quien entra a este bar.
Es peligroso para nosotros tener extraños.
—Cincuenta millones de dólares por cada una —interviene Patricio, el Capo de Irlanda.
Excelente subasta.
—Oh, apareció un Capo para comprarlas. Sabemos que nadie se atrevería a quitarle una mujer a un respetado jefe —anuncia la presentadora.
Sonrío al ver como los ojos de Ada, se cristalizan.
Te vas a arrodillar ante mí, bella.
—Cien millones de dólares… por las dos —intervengo, ya fastidiado de esto.
Patricio se levanta y viene hacia mí para enfrentarme. Todo queda en silencio cuando las armas son sacadas y apuntadas en mi dirección.
—Son mías, pagué por ellas para que las trajeran de Alemania. No estás respetando los mandamientos de la mafia. Ninguna mujer es tocada —las luces son encendidas y el rostro de Patricio perdió todo el color.
—Yo no estoy haciendo nada ilegal. Todavía no hay un documento que diga que son tuyas. Las alemanas pertenecen a la Cosa Nostra, hasta que llegue un mejor comprador —me levanto de la silla—. Tú estás siendo irrespetuoso porque tu gente me está apuntando con un arma. Fui un anfitrión respetuoso que no ha dado la orden de ejecutarte.
—Bajen sus armas —le pide a su gente—. Don, yo pagué para que las trajeran hasta aquí. Son mías. Yo hice mi negocio con ustedes desde hace meses.
—No tengo por qué darte una explicación, pero para que veas mi bondad, lo haré. Ellas pertenecen a este bar, son propiedad de la Cosa Nostra y, por ende, son mías. Alessandro pagó por una y yo por la otra. Solo estaba divirtiéndome un poco —ladeo la cabeza—. ¿Ibas a matarme, amigo?
—Hay que respetar nuestras mujeres, Capo —insiste.
Miro a las alemanas y sé que me voy a odiar por esto, pero es necesario. Alessandra no me perdonaría si dejo que se vayan de aquí.
—¡Ada es mi amante y Cristal es la amante de Alessandro! —estoy jodido—. ¡Si alguien se atreve a ponerles un dedo encima, tendrán de enemigos a las personas equivocadas! Esto lo hice porque las quería presentar en la sociedad —esta vez me dirijo a Patricio—. Nadie, escúchame bien, absolutamente nadie, puede mirarlas o hablarles con malas intenciones.
Hago una seña para que las bajen de la tarima y veo como todos empiezan a salir del recinto. Sé a la perfección que Patricio no se quedará con los brazos cruzados y también sé, que metí a Alessandro en un problema.
Él está comprometido con la hija de uno de los Capos de Ámsterdam.
Mi madre se va a enterar de esto y sé que me buscaré un problema innecesario por no tener una amante mucho mejor que Ada, pero no puedo tener a muchas mujeres felices a la vez.
¿Algo importante de todo esto? Es que la mujer de ojos azules, que hoy presenté como mi amante, no podrá salir de mi territorio. Ella tendrá que decirme el motivo del por qué se lanzó al cuerpo sin vida de mi hermana menor, hace veinte años.
Dos días después. Compañía Martilleni. Fabrizio. Uno cree que no heredera nada nuestros ancestros, pero viendo mi lado bueno que nadie valora, soy una persona bondadosa. Mi corazón es oscuro, pero tengo pequeños sentimientos y eso, se lo debo a mi madre. Después de todo no soy tan malo. He gastado doscientos millones de dólares por las amigas de Alessandra y posiblemente me he buscado un problema con el Capo de Ámsterdam. Gracias a mí esas alemanas salieron de ese lugar. Lo sé, soy un gran sujeto. Estoy esperando a que Alessandro termine su sermón para poder hablar con las invitadas. —Por lo menos me hubieras dicho y preparo a Jantine. ¡Fabrizio, me voy a casar en unos meses! ¿Cómo es que compré a una amante? —me ve con mala cara—. ¿Ahora de
Semanas después…Restaurante Palermo.Ella me frustra.Después de ese día no nos vimos por algunas semanas. Ella desapareció de todos lados y simplemente nadie puedo encontrarla. Todavía tenemos asuntos importantes que tratar y por solo minutos llegué a sentirme ansioso, más que todo porque no quiero perder a la única persona que puede saber quién es el hombre que asesinó a mi hermana menor.Desconfío plenamente de ella, pero algo que me enseñó la mafia desde que me inicié en este mundo, es que, a tus enemigos y amigos, debes tenerlos en el mismo saco. Ninguno sabe cuál de ellos te dará la puñalada en la espalda con una traición.Ella está en una pequeña línea entre la traición y lealtad.El problema aqu&ia
Compañía Martinelli. Fabrizio. Me considero un adicto al trabajo, obviando la parte de mi vida como Capo, tampoco es que lo ando presumiendo cada vez que es necesario, pero mi papel como empresario, lo hago muy bien. Siempre me ha gustado velar por los demás y por eso, que toda la población de Italia tenga sus productos, es mi necesidad. También debemos tener en cuenta que eso me facilita muchísimo hacer uno que otro contrabando, pero prefiero que mi familia se encargue de eso. Soy más liberal. Mi gente está regada por todo el mundo, pero mi famiglia, vive conmigo aquí en Sicilia. Por muchos años hemos buscado al asesino de mi hermana, pero no hemos tenido suerte en ello. Me gradué con honores de una Universidad de Reino Unido. Es bastante conocida, pero prefiero mantenerlo en secreto. Nadie creería que el líder de una organización delictiva es un tipo inteligente y estudiado. Quería ser reco
Después de una de la discusión de los hermanos, la oficina quedó en completo silencio. Al final me había quedado solo. Me sentía sofocado, cansado y tal vez molesto. ¿La razón? No tengo idea, solo me siento cabreado. Si tengo idea. El problema siempre son las discusiones que ellos tienen. Me hacen reflexionar y pensar en mi hermana. Estoy seguro de que fuera igual que
Cada vez que me pasan estos episodios por culpa de una discusión de los chicos, siento un vacío enorme en mi pecho. Muchas veces me iba a visitar la tumba de mi hermana y regresaba peor a la casa. Después de irme al extranjero a estudiar, perdí esa costumbre y lo mejor que pude hacer, fue reprimir lo que siento. Si no lo hago siento que mi día irá de la peor mi3rda. Toda mi vida la he dedicado a encontrar a ese hombre que me la quitó y muchas veces soñaba que lo encontraba. Imaginaba todo un escenario donde podía hablar con él y preguntarle, ¿por qué a nosotros?, ¿por qué a ella? Mi hermana era una niña. Solo tenía 7 años. Pero sinceramente ni sé a quién estoy buscando ya. —No soy buena haciendo recetas, pero gracias a YouTube, no nos moriremos de hambre —su voz me regresa a la realidad, la miro mientras prepara algo—. Cristal cocina su comida, así que es la primera vez que hago algo para un adulto. —Tranquila, si me envenenas, recuerda que er
Habían pasado algunas horas desde que nos habían secuestrado en el centro comercial, fuimos bajados de la furgoneta como si fuéramos animales. Digo fuimos, porque solo se escuchaba la mala manera de hablarnos. Escucho a Ada sollozar y juro que si le hicieron algo, no volverán a ver la luz del sol. Baje la guardia y me confíe. Al estar solo se aprovecharon de eso y decidieron atacar. Me cabrea que me secuestraran cuando vine con Ada. Esa alemana no pertenece a este mundo. Me quitan la venda de los ojos y me encandila la claridad, busco a Ada con la mirada a mi alrededor, ella está sentada a mi lado con los ojos llorosos. Estamos atados de manos y pies, el sujeto frente a mí se acerca a quitarnos la cinta adhesiva de nuestras bocas, mientras él la miraba con deseo y sé que quiere hacerle algo a ella. Mi instinto me lo dice y nunca me ha fallado, no después de muchos años de experiencia en este jodido mundo. —Frabrizio Martinelli, ¿hombre de negocios o f
Varias horas después... Clínica privada Amore-Sicilia. Abro los ojos con bastante dificultad y me acostumbro a la luz que invadió mi vista. ¿Estoy en la clínica? Entonces todo salió de acuerdo con el plan. Me siento en la cama adolorido y me doy cuenta de que no hay nadie en la habitación. El dolor en el cuerpo me es insoportable. Bastian debe haber disfrutado golpearme porque me duele más donde me golpeo ese idiota, que los mismos golpes de los hombres de Patric
Algunos días después...He tenido una semana complicada desde el secuestro. Más que todo porque yo estoy acostumbrado a este mundo, pero sé que ella no. Le he dicho que quiero ponerle guardaespaldas, pero es tan terca, que me resulta imposible hacerla entrar en razón.—Me secuestraron a mí por ti. ¿Y si me voy a lanzar un pedo?, ¿él lo va a oler o algo así? No lo necesito y bien lo sabes.Es por seguridad, Bastian no hará nada de eso. Pero ella simplemente decidió no querer entender.La encontré después de mil llamadas, por así decirlo. Sé que ella ha estado trabajando arduamen