Los monstruos más temibles son los que se esconden en nuestras almas.
Cap. 23
Maddie
Salí con mis pertenencias ya guardadas hacia el comedor a despedirme de la señora Fernanda. No pude evitar llorar de felicidad al ver a la señora Fernanda junto con un grupo de pacientes decorando el lugar, con un letrero grande que decía "te queremos Maddie." No esperaba una gran despedida, ni mucho menos que la señora Fernanda haya hecho una fiesta con muchos pacientes.
— No quiero que te vayas, pero es por tu bien— dijo la señora Fernanda mientras soltaba lágrimas.
Cap. 24Maddielas calles se me hacían desconocidas, los recuerdos en ellas eran borrosos, un vacío se instaló en mi pecho y pronto sentí ganas de querer llorar.— Señorita, ¿A dónde vamos? - eso mismo me preguntaba yo, no tenía amigos o familiares, tampoco dinero para ir a algún hotel, estaba sola.— Lléveme a la misión Sanders— él me miro desconcertado.- Pero, esa mansión está en ruinas, hace mucho hubo accidente matando a toda la familia, no quedo nadie vivo— ¿Qué? Claro que hab&iacu
«Más cuerdo es, el que acepta su propia locura»— Edgar Allan PoeCap. 25MaddieLa oficina de papá, un lugar al que yo no estaba autorizada a entrar, tiempo atrás me habría sentido como una espía o una ladrona al entrar, ahora la curiosidad y el dolor se acumulaba, las paredes que anteriormente eran blancas con detalles negros, grandes estantes con libros, un grande escritorio y una pequeña reserva de vinos, los cual utilizaba únicamente para cerrar trato con sus socios, ahora solo eran paredes chamusqueadas, algunas sin pintura, y las que tenían estaban det
El fuerte golpe proveniente de afuera, hizo que Maddie guardara el trozo de papel en su parte delantera del pantalón.—¿Hay Alguien ahí?— la pregunta estaba cargada de nerviosismo, tal vez un ladrón quería llevarse lo poco que quedaba.Alguien tapo su boca dejándola helada, mordió con rapidez la mano de su atacante y corrió lo más rápido que sus pequeñas piernas pudieron, llegó a un pequeño parque en donde se sentó, pensando que estaba a salvo.—Oye, sí que corres— la voz conocida de aquel chico con rasgos asiáticos la dejó pasmada.
"Para nada me asusta el peligro, pero si la consecuencia última: el terror"MaddieMidori y yo caminábamos por acera, mirando todo lo que se moviera, con el pensamiento de que Alex estuviera cerca.—Estamos llegando— informó Midori, cruzó la calle, quedando al frente de un gran edificio, me miró invitándome a cruzar. Pero una gran camioneta bloqueo nuestras miradas, del interior de esta salió una chica, alguien que yo podía recordar perfectamente era Lía, me abrazó como sí fuéramos las mejores amigas y puso un trapo húmedo, el líquido que estaba ahí me entumeció, no pude gritar, no pude forcejear, fue tan r&aacut
"El único medio de conservar el hombre su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella"Maddiedos semanas, dos semanas de tortura e infierno, sin ver a nadie, sin hablar con nadie, sin siquiera ver a Lía, Kayla solo iba una vez al día, para darme de comer, era un silencio sepulcro, frote mis brazos en busca de calor.Ahí estaba Kayla, entrando con una sonrisa y una bandeja en la mano. Después de Kayla a escondidas trajera mi "comida" que constaba de unos panes viejos y duros, con un jugo de naranja, sin azúcar. La soledad y el silencio era tortuoso, el dolor de mis músculos incrementaba.—«Madd
Los monstruos no nacen, son creados— Heist.AdriánSu nariz respingona, sus tiernas pecas que hacen juego con su lechosa piel, su cabello de fuego, simplemente hermosa, la forma en que sus ojos se cierran pesadamente mientras ella lucha por quedarse despierta. podia jurar que era un jodido priviligio admirar a Maddie.Reí, mientras la admiraba por unos segundos más, un pequeño ronquido lo saco de sus pensamientos, salió de la burbuja perfecta y vio a la verdadera Maddie, baba saliendo de su boca, con ellos ronquidos, y su nariz arrugada, sus largos cabellos despeinados, habla cosas incoherentes acompañados de golpes al aire, todo esto estan dormida.
Ámame solo hasta que la primavera termine- Lilac, IUEl toque de la puerta hizo que Maddie apenada cerrara su libreta, era su enfermero, Adrián.— hola, Maddie, ¿Qué tal?— pregunto mientras se sentaba en una pequeña silla al frente de la cama de la chica.— Bien, creo— dijo dándole una pequeña sonrisa.— es hora del medicamento— del bolsillo de su uniforme saco una pequeña bolsita con pastillas, pastillas que ayudaban a Maddie para su esquizofrenia. Ella hizo una mueca, el sabor de las pastillas era desagradable, sin embargo, las trago con dificultad, el chico le ofreció un po
-“Como cartas en la arena, donde las olas estaban, siento que desaparecerás a un lugar muy lejano. Te echo de menos”Maddie era una chica tierna tímida, con una personalidad encantadora, amante de la lectura, sus historias eran impresionantes y su enfermero amaba verla sumergida escribiendo los capítulos.Lastimosamente la chica nunca le permitía ver sus historias, era hora de su medicina, entro a la habitación, la chica alzo su mirada encontrándose con los ojos verdes del mayor.-Maddie, es hora del calmante.-pero, estoy bien, ¿Por que?la voz de la chica se escucho un poco rota, murmuraba cosas incoherentes, sin embargo estiro su brazo esperando que la aguja atravesara su piel.cerro los ojos esperando el pinchazo, el enfermero inyecto el calmante, y mientras este hacia efecto hablaban de temas tribales.cuando