Los días perfectos son inolvidables. Y los míos con Nicolas Welling siempre fueron los mejores de toda mi vida. Aún así, tenía miedo… Miedo del “siempre” y de la dependencia que tenía de él, tanto de su cuerpo como de su amor.Era sábado por la tarde cuando mi novio llegó a mi casa. Había pasado una semana desde nuestros días perfectos en la playa. No me encontré con mi padre después de la cafetería. Tenía miedo de que se hubiera ido sin despedirse de mí. Nicolás tampoco tocó más el tema. No queríamos pelear.- Ahora tienes una novia que puede conducir. – le habló orgullosamente mi madre a Nicolás nada más llegar.- Me alegré cuando me lo dijo, doña Olga.- Y ya no tienes que salir en moto. Ella usa el coche.- Mamá, nos gusta la bicicleta. - reclamé.- Quizás hoy usemos el auto. Y me demuestras que sabes conducir. – dijo para complacer a mi madre.- Por eso te amo, Nicolás. Mi madre lo besó.- Le dijo eso a todos mis novios. – Provoqué.- Pero ninguno fue mejor que yo, ¿no, doña Olga
Al día siguiente, caminé por la calle principal de la ciudad durante la tarde, de un lado a otro tratando de encontrar a mi padre “casualmente”. No quise buscarlo en el hotel donde se hospedaba. No me sentía cómodo haciendo eso. La tercera vez que hice el ida y vuelta, lo encontré sentado en la misma cafetería en la que habíamos estado. Estaba bebiendo café y fumando un cigarrillo. Cuando me vio, se levantó y esbozó una sonrisa.Me acerqué a él y recibí un fuerte y cariñoso beso en la mejilla. Me senté y me pidió un capuchino sin preguntarme si lo quería.- ¿Está bien, papá?- En realidad, tenía muchas ganas de verte. Supongo que tendré que irme mañana o pasado mañana. Tu hermano no está bien. Necesito urgentemente encontrar una manera de resolver el tema del dinero para la cirugía.- Dios mío... Que triste.- ¿No podrías ir conmigo al Paraíso, querida? Realmente me gustaría que lo conocieras antes de que él... Si lo fuera. – dijo, sin contener las lágrimas.- Papá, todo esto pasando
Tarde en la noche llamé a Nicolás, seguro de que ya estaba en casa de la universidad.- Hola... - Dijo respondiendo diferente a como me respondía a mí.- ¿Por qué les dijiste?- Porque era lo correcto. Y no lo harías.- Lo siento si no soy perfecto como tú. – me burlé.- Nunca dije que lo fuera... Fuiste tú quien lo inventó.- ¿Crees que tenías razón, Nicolás? Es mi vida.- Pensé que compartiríamos tanto nuestros problemas como nuestras alegrías. Pero aparentemente no eres lo suficientemente maduro para eso.- He oído hablar de "inmadurez" todo el día. Así que ahórrame tus “piropos”. Hipócrita, falso, vengativo, engreído...- E inmaduro. – completó.- Nicolás, ¿por qué no quieres entender lo que realmente está pasando? es mi padre...- Tu familia... Lo sé. Otto y su madre no significan nada. Si supieras todo lo que tienes y no valoras... Pero en fin, son "tus" elecciones y ni yo ni nadie más tiene nada que ver.- Y sin embargo trataste de intervenir y hacerme daño, le dijo a mi madre.
Despertar con el cuerpo desnudo de Nicolas Welling encima del mío era simplemente la mejor forma de empezar el día. Siempre me abrazaba y ponía su pierna sobre mí, como si temiera que pudiera escaparme de él. Y me sentí completamente segura debajo de su cuerpo. Si pudiera, inmortalizaría ese momento mientras lo veía dormir plácidamente. Lo besé suavemente en los labios y él abrió lentamente los ojos.- ¿Ahora me ves dormir? – preguntó estirándose.- Hora de levantarse. Usted tiene que ir. O llegará tarde.- ¿Lo juras? ¿No puedo quedarme aquí para siempre? Me apretó con fuerza.- Puedes... Pero entonces te perderás el trabajo del día. Y yo la clase.- Te prepararé el café mientras te duchas. – dijo levantándose.- No, Nick. Me voy a dar una ducha rápida y me voy. Si me detengo a comer, llegaré tarde. Esperé todo lo que pude para despertarlo.- Te daré un paseo entonces.- Aceptado.Corrí a la ducha y en cuanto entró le advertí:- No quiero llegar tarde.- Ni siquiera hice nada... - Se
Cuando salí a la acera, estaba completamente desconcertado. Las lágrimas nublaron mi visión. No encontré a Nicolás y me fui sin rumbo fijo.- ¿Julieta?Oí que alguien me llamaba y me detuve. Era Tom viniendo detrás de mí.- ¿Qué paso? – preguntó acercándose, visiblemente preocupado.- Nada yo...Ni siquiera sabía qué hacer o decir. La posibilidad de que Nicolás y yo nos separáramos me destruyó por dentro. Dejo que las lágrimas caigan y el llanto venga sin miedo. Me abrazó y me sentí bienvenido. No podría pasar por eso solo... Cualquiera que me viera en la calle pensaría que estaba loco.Tom no dijo nada, solo se quedó allí, dejándome mojar toda su camisa con mis lágrimas saladas. Y la sensación que tuve fue que nunca dejaría de llorar.Tomó suavemente mi barbilla, haciéndome mirarlo.- Gatita, ¿qué pasó?- Por favor, no me hagas explicar. - Yo pregunté.- Todo bien. Ven conmigo.Me tomó de la mano y lo seguí. Cuando abrió la puerta del auto, estaba tratando de entender qué estaba pasa
Jamás en mi vida imaginé, a los veinte años, perder a mi madre y sentarme en una silla escuchando los “Mis pésames” de la gente. Ni siquiera vi quién estaba allí. Mi cabeza daba vueltas y vueltas y todavía sentía que nada de esto era real... Que me despertaría al día siguiente y todo estaría bien y mi mamá conmigo.Renuncié a Nicolás. Él no devolvió. Y me di cuenta en ese momento que no le importaba. Si pensaba que debía ignorarme y no estar conmigo cuando más lo necesitaba, no me merecía.Le pedí a Lorraine que avisara a mi padre en el hotel y así lo hizo. Esperaba que apareciera para disculparse con mi madre y despedirse. Pero no lo hizo.Cuando vi a Alissa, Val y Dani, sentí que mi corazón latía tan fuerte que no pude resistir las lágrimas. No dijeron nada... Sólo me abrazaron, en un “abrazo cuádruple”, como solíamos llamarlo. Sentirlos a mi lado en el momento en que mi corazón deseaba tanto acurrucarse era lo mejor que me podía pasar. No importaba el tiempo que pasara o que no nos
Me subí al auto y le dije a Lorraine, secándome las lágrimas:- Vámonos antes de que me arrepienta de todas las decisiones tomadas hasta ahora.Arrancó el auto y nos dirigimos a la casa de Nicolás. Desde el día anterior traté de llamarlo y no me contestó. El teléfono siempre estaba apagado. No quería irme sin hablar con él primero. Necesitaba explicar que Tom y yo no teníamos nada que ver el uno con el otro. Que había sido un malentendido... Y que sí, me iría con mi padre. Pero pronto volvería. Y necesitaba saber que mi madre nos había dejado. Lo necesitaba en ese momento como nunca lo había necesitado antes.Cuando llegamos, ya estaba cayendo la noche. Rápidamente bajé del coche y pulsé el timbre. Lorraine no bajó. Tomó un tiempo para que una mujer viniera a verme. Debía tener 50 o 60 años. ¿Era su madre?- Buenas noches... yo... quiero hablar con Nicolás.- ¿Nicolás?- Sí.- Debes ser Julieta.- Si, soy yo. lo dije con una sonrisa. Le había hablado a su madre de mí.Abrió la puerta
- ¿Tomás?- Hola Gatita.- ¿Cómo me encontraste aquí? – pregunté confundida.- Otto.Seguí mirándolo. Todavía era hermoso. Ni siquiera había tenido tiempo de mirarlo últimamente.- ¿Me vas a dejar en la calle? ¿No me invitas a entrar?No estaba seguro de qué hacer. Lo miré fijamente, tratando de encontrar una razón para dejarlo entrar a mi casa... oa mi vida.- Es solo una conversación, gatita. quiero saber como estas Te prometo que no dolerá nada... Ni habrá ningún tipo de presión.Salí por la puerta, dejando paso a él. Tom se quitó el abrigo y se sentó cómodamente en el sofá, incluso sin haber sido invitado. Me senté a su lado.- Lamento todo lo que pasó... Con tu madre. Y supongo que tu novio.- Gracias Tom.Tal vez no había reconocido a Nicolás de las noches de Manhattan, lo cual pensé que era extraño. O si recordaba, prefería no comentar.- ¿Quieres hablar de lo que pasó? - le preguntó.Tom me gustaba. siempre me gusto Pero no me sentía cómodo hablando con él sobre mi vida. Los m