Mis hombres

Grité varias veces y nadie me escuchó. El garaje estaba un poco por debajo del nivel de la casa y estaba en la parte de atrás. Por eso era muy difícil que alguien me escuchara desde allí. Y tuve miedo de intentar sacar el cuerpo y me dolió aún más. ¿Que haría yo?

Entonces, como un espejismo, vi a Tom corriendo hacia mí. Y nunca en toda mi vida había estado tan feliz de verlo.

- ¿Gatito? ¿Que pasó aquí?

Intentó quitarme la bicicleta, pero no pudo.

- Joder, ¿quién inventa algo así que una persona no pueda levantar?

- Tom... Llévate eso. Me duele mucho la pierna.

Corrió hacia la puerta y desapareció, regresando poco después con dos empleados del resort, quienes ayudaron a levantar la bicicleta. Cerré los ojos y me mordí el labio con fuerza para no gritar cuando intenté mover la pierna.

"No te muevas…" preguntó Tom. – Por favor trae mi coche aquí.

Pronto, uno de los hombres se fue mientras el otro alejaba la bicicleta.

"Dime que no está sangrando…" Pregunté, apartando la cara mientras él
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