Perdóname

- Está bien, tenemos un problema. - dijo Oto.

- Nunca pensé que sería fácil dejarlo. Pero tampoco se me pasó por la cabeza que pudiera ser tan difícil.

- Estoy un poco asustado.

- Yo también. - Confesé.

- De todos modos, estoy aquí ahora. Creo que deberías descansar un poco.

- Voy a salir de noche con Nicolás.

- ¿Como asi? Tienes una pierna rota y un yeso. ¿Donde va?

- En un luau.

- ¿Luau? ¿Estáis locos tú y Nicolás?

- Un poquito. Nunca he estado en un luau. Quiero mucho.

Él se rió:

- ¿Sabes lo que pensé?

- ¿Qué?

- Cuando te castigaron.

- ¿Y no me acuerdo? Yo estaba tan enojado. Cuando seas lo suficientemente mayor, te castigaré, Otto.

- ¿Te vengarás?

- Si voy.

- No creo que sea prudente que te vayas con la pierna así. Pero ahora eres un adulto. Así que no hay nada que hacer.

- ¿Puedes ayudarme a levantarme, por favor?

- Puedo. Se rió, ayudándome.

Tomé los papeles que me trajo Eduardo y me los llevé al dormitorio. Pasé la tarde leyendo y analizando.

Cerca de la hora acordada con Nicol
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