A la mañana siguiente me despierto, desconcertada miro a mi alrededor. Estoy en una habitación diferente a la mía, recuerdo el momento en el que me pase al cuarto de Eric, dormir en sus brazos, el beso. Exasperada, me levanto y me voy a mi habitación.
«¿Qué he hecho?»
No quiero que Eric se haga falsas ilusiones y lo primero que hago es demostrarle interés. «Imbécil»
Me doy una ducha que dura una hora, necesitó un respiro. Algunas lágrimas traicioneras se me escapan, rápidamente las limpio. Una vez me doy por satisfecha y con valor para empezar el nuevo día, me envuelvo en un albornoz y salgo. Me miro al espejo , me veo otra vez, tengo el mismo aspecto de hace seis años. Ojeras, cansancio y ojos rojos. Mi aspecto deja mucho que pensar. Intento tapar las ojeras con maquillaje, aunque lo logro, sigo viéndome pálida. Buscó en mi mochila unas gotas para los ojos, recuerdo haberlas guardado
Después de prometerle a Renata ir a buscarla al día siguiente, muy temprano. Llegamos a las motos. Debemos comer o pronto estaremos en el hospital.Antes de llegar al restante miro la hora. Les informo y coinciden conmigo, es muy temprano para comer. Los convenzo de ir al mercadillo, Eric y Félix protestan, pero al final claudican.Miro miles de cosas, ninguna me gusta y a Jessica tampoco. El gentilicio desdesperan a Félix y Eric. Estamos por irnos, pero mis ojos encuentran un letrero que pone «Sexshop» tiro del brazo de Jessica para entrar, puede que encuentre algo que me guste.Antes de entrar alguien tira de mí.—¿Vas a entrar? —Asiento, claro que voy a entrar—. ¿Debemos acompañarlas? —Asiento nuevamente.—Claro, tigre. Debéis acompañarnos. —Eric me suelta y entra al local. Detrás de él voy yo.Al entrar miles de juguetes sexuales y disfraces se exti
Llegamos a casa, está en silencio. Renata se echa en menos. Subo a mi habitación y me cambio por ropa más formal. Debo ir de compras, la ropa de Jessica no me queda muy bien. Bajo nuevamente, los chicos están tomando una cerveza.—¡Mierda! ¿Dónde está Jane? —pregunta Félix, exaltado.—Aquí. —respondo entrando a la cocina.—Me llego una alerta, ¿sabes de ella? —asiento—. Lo siento, me dejé el móvil aquí. ¿Estás bien?—Si, no te preocupes.—¿Vas a salir? —asiento nuevamente—. Jane, no quiero que salgas sola.—Estaré bien. Además, Jessica no puede acompañarme y quiere que tú estés con ella.—¿Le ocurre algo?—Dolores menstruales, ya sabes, una mierda.—Está bien. Eric puede acompañarte.—No, no es necesario. Puedo cuidarme sola, Félix. Eric tiene planes más importantes.—Eso no es cierto, p
El camino al “lugar” es silencioso, únicamente la música se escucha de fondo. Analizó el cuerpo de Eric, hombros anchos, espalda larga y musculosa, brazos fuertes. Subo a su cara, la analizó en silencio. Me concentro en su forma de fruncir el ceño, en la forma en que entreabre los labios para soltar el aire. En el movimiento de sus ojos color esmeralda, la delicadeza con que agarra el volante, en como mueve su pierna con impaciencia mientras espera el cambio de color en el semáforo. Con cuidado agarro su mano. Él me mira. Le sonrió.Si debemos recorrer el camino hacia el infierno, ¿por qué no disfrutar el viaje?Concentrada en nuestras manos entrelazadas no me percato cuando el auto se detiene. Eric suena su garganta, levantó la vista y lo veo: el lugar.Es un campo de flores con un pequeño riachuelo, la luz de la luna se filtra entre las pequeñas olas haciéndolo un espejo asombroso de su magnífica bell
Martes 13 de noviembre.Hoy fue un día de mierda, como todos. Tras una fuerte pelea con Simón, decidí salir al jardín y tomar aire, necesitaba calmarme. Simón, como siempre tan controlador y posesivo mando a uno de sus chupamedias a golpearme por evitar al «amo» como le gusta que lo llamen. Deje que lo hiciera, eso ayudaría a acabar con la agonía.Después de ese corto texto hay más garabatos y manchas de algunas lágrimas, me entran los calores del infierno, Simón es una Bestia, un cerdo que no merece estar en este mundo. Paso a la siguiente y última hoja:Sábado 28 de Diciembre.¡Jodeeerr! Estoy embarazada, ¡no puede ser! Pensé que no podía ser más estúpida y dejo que esto ocurra. Simón no lo sabe y no lo sabrá, no quiero ni imaginar como se pondrá si se entera, ¡Dios, me va a matar! Tengo que sacármelo, no puedo darles la vida miserable que yo tengo. Lo siento.T
Cuando llegamos a casa todo está en orden, el desastre de Félix horas atrás desapareció.Voy a mi habitación y dejo todas las bolsas, me doy una ducha, luego de ponerme un ligero vestido de gasa para estar en casa; bajo las escaleras. Eric está sentado en el sofá con una cerveza en la mano.—Eric —Lo llamo—. ¿Sabes donde está Félix?—Si, esta por allá. —señala el cuarto donde se encuentra el tablero de evidencia. Antes de ir le pregunto por el viaje:—El viaje a Colombia, ¿sigue en pie?—Claro, pequeña, sigue en pie. Salimos mañana a las siete.Agradezco y me voy a donde se encuentra Félix.Al entrar a la estancia no la reconozco, todo está limpio y despejado. La vieja mesa llena de papeles fue remplazada por varios ordenadores. Hay una repisa con radios, algunas armas pequeñas, teléfonos y pequeños tóper’s; hay un arm
En la mañana me despierto y aun soñolienta me ducho. Tomo las maletas y sin hacer mucho ruido bajo las escaleras hacia la cocina. Eric está tomando una tasa de café y lee las noticias.—Buenos días. —saludo.—Buenos días, señorita Stanley.Me río. Ya estamos con eso otra vez. Con paciencia y mucho sueño me tomo la tasa de café, no tengo hambre, más tarde tomaré algo en el avión.Eric y yo tenemos una espontánea conversación del trabajo y el tour a la Guajira. No quiere quedarse en un hotel y yo le doy la solución inmediatamente, sé donde nos quedaremos.En el auto me habla de trabajo. Llevar Zigler a Colombia fue idea de su padre y como tal, dejo muchas cosas resueltas, una de ellas las instalaciones y algunos inversionistas más. Llegamos al Adolfo Suárez, el bullicio de la gente me irrita. Al bajar del auto, un señor canoso nos saluda con mucha cordialidad. Eric le entrega las
Me despierto sobresaltada, escuché una voz, es la azafata anunciando la llegada:“Señores pasajeros, Hemos llegado a nuestro destino”Escucho en los altavoces. Eric me ayuda a bajar y me hace esperar en un lateral del aeropuerto El Dorado de Bogotá mientras él busca las maletas. Una vez regresa con ellas, nos vamos al hotel.—¿Habitaciones separadas? —Me pregunta Eric antes de registrarnos en el hotel.—Por favor.Noto su cara de decepción, paso de ella. Con Patrick y John queriendo hablar conmigo tan seguido necesitaré estar sola, más tratándose de Eric.—Gracias. Agradezco a la recepcionista y me dirijo a mi habitación; una suite presidencial.Dejo las maletas y voy directamente al baño, Huelo a sexo. Cuando termino me doy el lujo de explorar la habitación. Una cama King-size en el centro, con mesas
Me deja en el suelo, tardo unos segundo en recuperar el control de mis piernas. Necesito hacer más ejercicio. Abro la mampara de la ducha y entro en ella. Eric sale de del baño. Ambos sabemos que no debemos traspasar la intimidad. Me lavo la cabeza y caigo en cuenta de algo, ¡no usamos preservativo! Abro los ojos de golpe y el champú que corre por mi rostro se cuela en mis ojos.—¡Mierda! —grito intentando quitar el ardor. Una vez lo consigo apago la regadera y me envuelvo en un albornoz. Necesito encontrar a Eric.Hago las cuentas de mi ciclo menstrual, convencida de que he elegido el peor día para hacerlo sin protección.—¿Dónde carajos esta? —busco mi celular por toda la habitación. No esta y tampoco esta Eric aquí, mucha mierda.—¿Qué pasa? —pregunta el perdido desde el minibar.Respirando más tranquila pregunto:—¿Desde cuándo estás ahí?—Desde que salist