Epílogo
SILAS

"¿Cómo coño alguien puede quemar el pan?", reprendí, refunfuñando mientras hacía rebotar el pan negro y duro en mi mano y luego lo arrojaba al fregadero.

"Papi", me miró mi hija de siete años mientras reprendía. "Mala palabra, y has quemado la tostada porque estabas demasiado ocupado tratando de no quemar el tocino", se rio, sentándose en el taburete de la barra y observándome con diversión en sus ojos. Se estaba convirtiendo en una chica muy guapa.

"Normalmente no soy tan mal cocinero", señalé en voz baja, asegurándome de no despertar a mi pareja dormida.

Hacía poco más de un año que había conocido a Grace y seguíamos fortaleciéndonos. La manada la respetaba como su Luna, la admiraba y la protegía de la misma manera que ella los protegía a ellos. Se encariñaron con ella rápidamente y pude ver cómo eso la hacía respirar mucho más fácil. Se metió en el papel de Luna y se las arregló para cumplir con todos y cada uno de sus deberes. De alguna manera, incluso había conseguido qu
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