Esperé el momento justo para poder llevar a cabo mi plan. Tyler debe estar buscándome como loco; si yo siento la ansiedad y dolor, no me imagino cómo debe estar sintiéndose él.Unas dos horas han debido pasar y Carmen ya vino hasta mi puerta, pasando una hoja por debajo de esta, diciéndome que la distracción sucedería en cualquier momento. Terminé de sujetar las sábanas a uno de los postes de la cama, dejando el resto en el borde de la ventana, lista para lanzarla y salir, descendiendo por ellas.Escuché un leve estruendo resonar fuera de la casa, que hizo estremecer todo el lugar; lo tomé como mi señal.Las voces de los guardias y demás gente, se escuchaban por todos lados, averiguando lo que había sucedido y aproveché esa oportunidad. Lancé la sábana por la ventana y me subí a ella, sosteniéndome con fuerza, descendiendo por aquel muro de roca con cuidado. Creí que sería algo fácil de hacer pero me llevé la sorpresa del año al ver que esto es otro castillo, casi tan alto como el ante
- Verás, querida Gabi, tu padre y yo siempre hemos sido mejores amigos. Sus padres, y los míos, nos trataban como si fuésemos sus propios hijos. - William sonrió, mirando a mi padre. - Cuando este engendro decidió abandonar toda esta vida, tus abuelos se sintieron demasiado tristes, pero optaron por cederle el puesto al más cercano a ellos.- Y ese "cercano" fue este idiota. - Reí con suavidad al escucharlos. - Fue tanta mi decisión y determinación que, como ves, toda mi vida la rehice fuera de aquí. No quería saber nada sobre este lugar. - Asentí, haciendo otra pregunta.- Pero William también tenía sangre de Alpha pura. Si no, ¿cómo habría hecho con Tyler? - Ellos asintieron.- La sangre de Alpha vino de su padre. Le sucedió lo mismo que a mí; conoció a su esposa, quien tenía un leve rastro de linaje de Alpha. - Miré a mi padre, asintiendo. - Pero la sangre de Alpha, totalmente pura, vino por mí. William y yo hicimos una transferencia, un pequeño pacto. - Levanté mis ceja con cierta
Me encuentro en la oficina de William, reunida con mi padre, Tyler, Daniel, William y Kai, quien no se separa de mí o Tyler. Les comenté lo que Gwen había dicho, llegando a la conclusión de que ella los había ayudado con ciertas cosas, pero Bethany fue quien más avivó todo el asunto, sólo por venganza.- A veces me pregunto si mis antiguos "amores" serían capaces de hacer algo así contra ti. - Hablo mirando a Tyler, viéndolo reír con suavidad. - Claro, tú los matarías o algo pero es increíble hasta donde llegan tus "amores". Están bastante locas, a decir verdad.- Gracias, Gabriella. - Escucho el tono mordaz de la voz de Dahlia resonar en la oficina, haciéndome reír, causando que me levante del asiento para darle un abrazo fuerte.- Sabes que lo digo con cariño hacia ti, pero - me separo de ella, mirándola con seguridad - es totalmente cierto. Acéptalo.Ella ríe con suavidad, asintiendo en acuerdo ante mis palabras, dándome otro abrazo, dejándome ver a Oliver entrar justo detrás de el
*Un mes después.* Ha pasado un mes y medio desde que hicimos aquella presentación frente a todo el pueblo. Kai ha estado pegado a mí cuando Tyler no está y eso ha provocado que haya decidido alejarme a las "niñeras". Soy feliz y libre. No demasiado libre pero es algo. Caio ha seguido haciendo sus apariciones, menos que otras veces, pero sigue insistiendo. He vuelto a mi trabajo de manera normal, pero Eleanor ha disminuido mis horarios debido a mi "condición"; Dahlia también ha estado pegada a mí debido a Kai, haciéndome reír al ver la actitud de este tan exasperada. Leslie y Dustin van por buen camino, haciéndome sentir feliz por ellos; hacen una linda pareja. Benjamin y Savannah han ido evolucionando en su "relación", siendo novios oficiales; supe después de una semana que, Savannah, era hija de uno de los armeros de la aldea; más específico: el que crea las armas peligrosas para contraatacar. Se conocieron aquí, un día que Ben había decidido venir a visitarme, dándole tiempo libr
Mis patas aceleran a todo lo que mi cuerpo da, alcanzando a mi enemigo en menos de nada, lanzándolo hacia el suelo con fuerza.Gruño en su dirección, enseñándole mis dientes sin miedo; ya no más. Lo veo observarme con terror y algo de sorpresa, sin querer demostrarlo del todo, levantándose del suelo.En un movimiento rápido, se abalanza sobre mí, intentando vencerme pero no se la dejaré tan fácil. Nuestros cuerpos caen con fuerza nuevamente, revolcándose sobre el suelo terroso, sin siquiera doler ni un poco.Mis patas alcanzan sus costados y cabeza, causándole heridas feas y profundas, provocando quejidos de dolor que escapan de su hocico.Logro quitármelo de encima, lanzándolo lejos de mí, haciendo que estrelle su espalda contra los árboles, provocando un ruido bastante espantoso. Me levanto del suelo, dirigiéndome hacia él, totalmente decidida en acabar con su vida, queriendo vengar todas las muertes y vidas inocentes que ha quitado por su deseo de conquista.Tan inútiles como él.H
Me encuentro sentada en la oficina de nuestra casa, pensando en todo: sí, ya no vivimos en la mansión.Después de tres años en intensas guerras, y también nuevos pactos, para traer paz a todo ser sobrenatural, Tyler decidió que era momento de tener nuestra propia casa, con mucha más razón si dos bebés nos acompañaban en el camino.Y sí.Después de que Caio asesinara a mi bebé prematuro, dejándome heridas profundas y nada fáciles de superar, logré encontrar fuerzas para salir adelante, quedando embarazada al año siguiente; claro, después de intentarlo sin descanso.Al mes siguiente de haber asesinado a Caio, Tyler y yo nos unimos en sagrado matrimonio, siendo algo obligatorio. Mi puesto como reina no valdría de nada si no me unía, bajo leyes humanas, a él.En el transcurso del tiempo, muchos preguntaron sobre lo que sucedería con los traidores y tuvimos que pensarlo bien; después de la muerte de Caio, pocos quedaron de su "ejercito" y, el que más me preocupaba, fue puesto en una celda m
Hola, me llamo Gabriella White, y tengo diecinueve años; en unos cuantos días cumpliré veinte. Soy blanca, mi color de cabello es castaño con ciertos reflejos rubios, y mi color de ojos es extraño. Son como verdes pero con algo de miel en ellos; no es muy común este color de ojos. Soy la típica chica solitaria, que ama a su familia, aunque a veces parezca loca, con un sarcasmo que a veces sale a relucir. Tengo un hermano "pequeño", de quince años, llamado Benjamin; lo adoro. Es igual de loco a mí y me apoya en lo que hago o digo. Nuestros padres: Helena y Henry White, son amorosos y responsables, siempre pensando en nuestro bienestar. Vivimos en una casa grande en la ciudad de Chicago, pero por cosas de la vida, el destino o yo que sé, a mi padre le tocó trasladarse por su trabajo como oficial de la policía a la ciudad de Ashland, Oregon. Obviamente, porque somos su familia, nos tocó venirnos con él. Aunque, siendo honesta, todo el asunto en sí me parece algo sospech
Escuché la molesta alarma sonar y maldije internamente; me senté en la cama, mirando a la nada, apagando el sonido estrepitoso después de un tiempo, dándome cuenta que eran las seis y treinta de la mañana. Decidí levantarme y darme un baño para que no se me hiciera tarde de nuevo. Entré al baño con toda la lentitud habida y por haber, decidiendo que lavaría mi cabello. Me demoré unos veinte minutos allí adentro, deseando remover la sensación inquietante que me invadía. Al salir, me alisté con rapidez, bajando a desayunar al haber terminado. - Buenos días, hija. - Mi madre sonrió al verme entrar a la cocina. - Veo que te levantaste temprano hoy. - Le sonreí de vuelta, asintiendo en silencio. - Supongo que no quiero que, Ben, llegue tarde de nuevo. - Me senté en una de las sillas del comedor, pensando en todo. - Mamá, hoy comienzo a trabajar. - Ella me miró con cierta sorpresa, algo extrañada. - ¿Y eso? Sabes que no necesitas hacerlo, hija. Tu pad