Llegamos a la agencia. Yaro bajó una vez, las astas del helicóptero se apagaron. Uno de los agentes de Medellín puso al tanto al capitán, nos entregó al niño y nos dirigimos a la oficina del capitán. El pequeño se fue a sentar en el mueble, me acerqué a él.—Hola.El niño me miró por primera vez y eso que hace un momento realizamos el traspaso de cliente. Ellos ya se desentienden, y ahora Darío pasó a ser custodio de nosotros.» Mucho gusto, soy Jabir Montoya.—Me llamo Darío Diaz Duarte. ¿Eres uno de los agentes contratados por mi hermana? —Sí. Lamento lo de tu mamá.—¿Y lo de mi papá?—También. —Se limpió los ojos con rabia—. Te prometo vengarlos. —Me miró.—Amira lo hará. —sonreí—. Ella es peleonera, pero no me ha llamado.—Sí, no dudes que tu hermana lo hará. Y ella se encuentra en el mar, por eso no sabe nada, llega mañana. ¿No estás enojado con ella?—¿Por qué? —veo que su madre no le trasmitió odio a su hermano en contra de ella—. Desde que mataron a papá, ella nos ha proteg
Antes de bañarme me fijé si tenía mensaje de él, pero no. Y no puedo reclamarle, debo aprender a confiar. La confianza es la clave para mi tranquilidad mental y mi corazón calmado. Además, en este caso la situación nos tenía a todos pensando en los acontecimientos. Con todo lo que había pasado, muy seguro, continúan con los problemas en Bogotá.Salí del baño, cubierta por la toalla y mi pulso dio un vuelco al ver ahí, en mi cama, a mi bollito de coco. Me acerqué, se veía profundo. Me quité la toalla, me acosté a su lado. Le di un beso en la nariz, y al sentir el calor de su cuerpo, a su aliento me sentí protegida, me quedé a su lado, de hecho, me dejé llevar por la calidez de su cercanía, y cuando menos lo esperé quedé dormida entre sus brazos.Unos besos en mi cuello tenían erizada mi piel, su mano acarició de manera lenta el alrededor de mi erecto seno, su lengua jugaba con la parte sensible de mi oreja, ese lugar que había descubierto hace poco. Sentí su erección pegada a mi espald
—La señora Antonella en ocasiones hablaba de ellos con su esposo. —me miró—. Pero sabes que a don Juan Carlos no le gusta que se hable mal de nadie. Ellos no eran amigos por eso la señora hablaba mucho con doña Carmenza. —Arrugué la frente.—La mejor amiga de mi mamá.—Y amiga de doña Amelia Sambrano. Recuerda a que a las dos les dolió mucho la muerte de la madre de la joven Salomé. Ella les podría decir algo referente a ese par de señores, tal vez los ayude en algo.—¿Ella dónde está?—Lo que te diga es mentira, mi niño. Llama a tu madre, ella te puede ayudar. —¡Eres magnifica!—¿Va a llamarla? —afirmé—. Si puede me la pasa para saludarla. —Con Onely a mi lado, le timbré.—Hola hijo, al menos este aparatico obsoleto tiene señal en la casa finca. Recuerda que aquí es un problema la señal. —Me eché a reír—. Tus hermanos me van a volver loca sin internet. Pero al final servirá para desintoxicarlos de la tecnología.—¿Y papá, ya llegó?—Sí, llegó esta mañana, ahora juega con los gemelo
—Lo abracé de nuevo con fuerza—. ¿Voy a vivir contigo? Yo no quiero vivir con los abuelos de papá.—Claro que vivirás conmigo, eso no se pregunta. Y pobre del que me diga lo contrario —sonrió y me dio un beso—. ¿Qué deseas pedir?—Salomé. —Yaro le pasó la carta de comidas.—No tengo hambre. Almuercen ustedes.—Préstame tus audífonos Yasar. Son para Darío.—¿No quieres que escuche conversaciones de adultos? —sonreímos—. Está bien, quiero comer esto, por favor.—Yo pido.—Mi cuñado es muy inteligente. —Se encogió de hombros, se los entregó con la Tablet para que descargara los juegos.—Salomé, el que Ramón esté en esto, no significa que tu padre lo esté. —Le dijo Yaro.—Eso es cierto. —Le reafirmó Yasar—. Cabe la gran posibilidad de que tu tío quisiera mantener controlado a tu padre y a ti sin saber.—Quería a Ramón, ¿creen que él haya sido quién mató a Tabata? —Nos quedamos en silencio.—De ser así. —miramos al capitán—. Algo debió de escuchar o ver y por eso la mató. —tomó su celular
Llegamos pasada las siete de la noche a la Villa. Nos esperaban con una amena cena. Vimos llorar de nuevo a Amira mientras era abrazada y consolada por Onely. Era algo conmovedor para nosotras; era la fuerte, la peleonera, la entrona, la arriesgada. Pero le dolía en el alma no poder pedir perdón, no escuchar un te amo hija después de lo ocurrido. Cuando habló con su padre por celular volvió a llorar y otro que no se le apartaba era Darío. El niño sentía consuelo al estar cerca de ella.Hablé con mi madre para comentarle lo de mi tío y que ellos muy seguro mañana saldría para Italia, para que los esperara. Eso fue peor, para ella la imagen de ese desgraciado era perfecta. También hablé mucho con mi tío, poniéndolo al tanto de lo ocurrido y el posible villano de la historia. Diciéndole la verdad de quien era el autor de todo y su respuesta fue.«Tu madre sabe que él jamás me agradó, pero había muerto y me dije que no tenía por qué dañarle una imagen a una niña». Y yo crecí con su idolat
No fue sencillo llegar al lugar donde debíamos ir, sobre todo porque la señal del GPS se perdía por momentos y eso nos puso a dudar más en más de una ocasión. Lo bueno fue la gente, fueron amables y nos indicaron el camino a seguir hacia el pueblo y por fin vimos el letrero que decía Pueblo Buho. Al dejar la camioneta a un lado de un colegio nos dirigimos a preguntar si sabían dónde quedaba la finca de la señora Carmenza Echeverry y a todos los que les preguntamos nos dijeron lo mismo.Quedaba a una media hora en una dirección específica, que era irnos derechos por el costado del colegio, pero fueron enfáticos en decir que el carro no pasaría por ese lugar. Era mejor dejarlo guardado donde don Cayetano, que ahí no le pasaba nada.De hecho, los carros de la finca la Pangua, como se llamaba dicha propiedad, estaban guardados en el solar de don Cayetano. Nos informaron todo, y decidimos hacerle caso a la señora chismosa que estaba sentada en el taburete echándose fresco con el abanico
Los oídos se me taparon, lo que acaba de decir esa mujer no lo creía. Mi madre no pudo ser infiel. Jamás. —Me levanté del taburete donde estaba sentada y salí del kiosco en dirección a unos establos. Yaro me siguió.—Linda.—No quiero rechazarte Yaro, pero necesito unos minutos a solas. Por favor.Vi la tristeza en sus ojos, el labio me tembló y en vez de alejarse lo que hizo fue abrazarme. No sabía que mi cuerpo temblaba hasta que sus fuertes brazos me envolvieron y eso era lo que en verdad necesitaba.—Al parecer lo que dijo Orlando terminó por ser cierto. Declaró que me iba a sorprender al descubrir la verdad. Entre más indago o busco, más temo encontrar verdades como esta. No he superado el que mi padre haya sido infiel. Ahora, ¿mi madre también lo fue?—Todos cargamos con cruces Salomé. Se objetiva. —La dama de hierro y ¿le falló a mi padre siendo infiel? ¿Dónde está la rectitud ahí?—La vida privada es una cosa y la laboral otra.—El ser leal es una sola cosa en tu vida, en c
Nos quedamos a dormir en la finca de la señora Carmenza. Fue muy entretenido el almuerzo que fue un delicioso sancocho trifásico, hacía mucho que no comía uno tan bien preparado. Aunque debo tener presente que el hacerlo en leña le daba un toque mucho más delicioso.Luego nos invitó a conocer los alrededores, el pueblo, nos presentó a varios hacendados, nos contó que en un par de meses eran las fiestas patronales y nos invitó. En los caballos que habían ensillado; el mío era un semental negro azabache, Salomé estaba sobre uno ejemplar hermoso color café rojizo. Jabir estaba sobre uno blanco y Onely sobre uno pintoso. La dueña montaba un semental de color café claro. Cabalgamos por varias horas, luego nos dirigimos al pueblo, nos invitó a tomar chicha de arroz y para ese calor y el esfuerzo de la cabalgata —hacía mucho que no montaba a caballo—. Fue muy refrescante.Salomé trató de incluirse en la cotidianidad, en las bromas de Jabir, en las conversaciones con la anfitriona y Onely. Pa