El festejo por el cumpleaños del dictador había durado hasta bien entrada la madrugada. Las calles se habían visto repletas de personas que bebían y bailaban, olvidándose por unos instantes de la realidad que los asfixiaba en aquel país.
Llegada la noche el equipo de Mark comenzó a prepararse para la acción. Sus ropas eran completamente oscuras y sus rostros estaban pintados con una espesa capa de pintura de igual color que sus prendas. Unos livianos gorros de tela se ajustaba en sus cabezas, debajo de los cascos. Tau estaba terminando de ajustar sus botines cuando Parker se sentó a su lado. Él era el único que no pertenecía al grupo de asalto, sino que era francotirador.
- ¿Ya te vas? - le preguntó la rubia girando un poco su cara para verlo a
Tau comenzó a temblar. Intentó concentrarse, tal vez estaba débil y por eso se había debilitado el contacto entre ellos, pero no, simplemente había desaparecido luego de la segunda detonación.- Tau - Saira se acercó a ella al verla tan perturbada. La rubia levantó la mirada cristalizada en dirección a su amiga -. ¿Qué sucede? - preguntó.- Anwar - logró decir en un susurro casi inaudible. Mark rápidamente se incorporó y observó a su compañera.- ¿Qué pasa con Anwar? - preguntó temiendo lo peor.- No… no lo puedo sentir… él… él dijo que n
La noche había pasado y la mañana estaba bien entrada. De a poco fueron regresando los heridos a la base. Anwar seguía sin aparecer y la ciudad era un completo caos. La misión de ellos había terminado, pero no entendían a qué habían ido si finalmente el caos y la anarquía parecían reinar en las calles. Todo eso complicaba encontrar al castaño, parecía que nadie estaba al mando y las personas decidían qué hacer sin consultar.Un grupo de soldados se dedicó a traer el cuerpo del dictador a la base, como evidencia de que habían cumplido su misión. Ahora restaba deshacerse del cadáver y que el país vuelva a tener un nuevo gobierno o gobernante, poco le importaba eso a ellos.El General del ejército, junto con el Coronel y el Co
El vuelo privado arribó en el pequeño aeropuerto del ejército. Tau sentía que su corazón estaba por salir de su pecho y sus manos no dejaban de transpirar. Se había arreglado lo mejor que podía. Llevaba un jean claro, una remera negra con una campera de cuero color marrón claro. Sus bolcegos negros le daban la comodidad necesaria para salir corriendo, cosa que haría en cuanto lo viera. Había recogido su rubio cabello en una cola alta y se dedicó un buen rato a rizar las puntas del cabello. Quería que él la viera hermosa.La puerta del pequeño avión se abrió y la escalera bajó. De a poco varias personas fueron bajando. A Tau no le interesaba ninguno de ellos, solo lo quería ver a él. Por fin dos personas bajaron ayudando a su bello hombre a descender del aparato. Un tercer asi
Ella sabía que apenas pasara esas puertas todas las miradas caerían sobre su persona. No la intimidaba esa situación, jamás lo hizo. Nunca se sintió menos que el resto aún cuando su naturaleza de Omega la debería someter a un carácter más tranquilo. Al ingresar al internado militar, a expreso pedido de ella, la vida fue algo más que dura. Los instructores no dudaban en tratar de humillar y doblegar su espíritu, algo imposible bajo el carácter que poseía. No era solo con ella, con cada Omega que se alistaba en el internado se lo sometía a un entrenamiento duro e inflexible, debían demostrar que su naturaleza no los doblegaba bajo nada. Tanto ella, como todos sus compañeros, sufrieron interminables días de ejercicios físicos que trataban de quebrar la voluntad del más fuerte. Jamás se rindieron y pudieron culminar s
Los dormitorios estaban separados para hombres y mujeres, lo cual era un alivio por dos cosas. Primero, solo eran cuatro mujeres asique estarían muy cómodas en el espacioso dormitorio pensado para albergar a diez personas. Segundo, durante los días que estuvieran en celo era mejor estar apartadas de los Alfas macho no enlazados dispuestos a arrancarse parte de la carne al entrar en peleas por ganarse a la Omega que estuviera en aquellos días. No era complicado el asunto cuando una ya estaba enlazada a su compañero, pero ese no era el caso de Tau, aún no encontraba a aquel Alfa que debería unirse a ella, y dudaba si realmente estarías dispuesta a hacerlo. Enlazar con alguien era un acto, no solo íntimo, sino que, en su caso, por ser una Omega, de sumisión, y esa era la última palabra que la definiría jamás. Por ello sabía que llegado sus días de cel
-¡Bien señoritas es momento de mover ese culo!¡A correr!-Siempre tan amable - le susurró Anwar a Mark quien sonrió con maldad.-Ahora van a saber lo que es bueno - respondió aún sosteniendo aquel gesto.El grupo de reclutas trotaba alrededor de un gran campo deportivo con el sol en lo más alto del día impactándolos directamente con sus poderosos rayos. Los nuevos integrantes debían correr durante un tiempo desconocido para ellos, lo que aumentaba el estrés en sus mentes al no saber cuántos minutos los mantendrían en movimiento.-La Omega ya está cansada - dijo uno al pasar al lado de Tau. Ella solo lo fulmin
La alarma sonó a las 4 de la mañana. Tau se estiró perezosamente, fiel a su felino interior. Caminó hacia el armario para buscar la ropa que usaría ese día y en total silencio y oscuridad entró al baño. Lista para comenzar el día caminó a la cocina donde un sonriente Omega de zorro la esperaba con un batido de aspecto viscoso y color verde.-Buen día - dijo ella al momento de estar frente a Niko, un sonriente veinteañero pelirrojo.-Buen día - respondió él extendiendo el vaso -. Especialmente para ti - le indicó y rió ante el gesto de desagrado y desconfianza de la mujer.-¿Seguro que no me matará? - preguntó ella olfateando el extra&nti
Dos días después Tau caminaba directo al gimnasio. Luego de haber demostrado sus capacidades en el edificio abandonado las dudas sobre sus capacidades disminuyeron un poco y forjó una nueva relación con sus compañeros de equipo de aquella actividad. Pero ahora, caminado hacia el salón donde sabía que iba a estar él, sus nervios comenzaron a aparecer y el nudo en el estómago a apretar.-Buen día, señor - saludó ni bien estuvo dentro del lugar.-Buen día - respondió él con calma y sin despegar sus ojos del papel que tenía en sus manos - Comencemos con 7 kilómetros - le ordenó.-Sí, señor - respondió ella pero no se movió ni u