Lluvia

Narrador

La caminata parecía eterna, el desierto, interminable. El bosque seco no era tan extenso como parecía, pero cada minuto allí se hacía enormemente interminable. Era algo que no dominaban ninguno de los que estaban atrapados allí. Como si cada aliento fuera un sufrimiento. La sed hacía que la cordura se hiciera cada vez más pequeña.

Los cachorros no desconfiaban de Seth. No, porque ellos sabían bien que era su padre. No por lógica, sino por amor. Los vínculos de padres e hijos son más fuertes que cualquier cosa en el mundo.

Seth cubrió a sus hijos con su capa para protegerlos y los cargó en sus brazos para que no tuvieran que caminar. No hasta que fuera inevitable. Quería ahorrarles todo el sufrimiento que pudiera.

Con cada paso que daba, su fuerza disminuía radicalmente, porque el calor parecía hacerse más fuerte a cada minuto.

Estaba comenzando a respirar con dificultad cuando la primera gota de agua rodó por su frente.

Miró al cielo sin saber que ocurría, extrañado. La gota
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