Narra Bruno.
— Se puede saber de qué muere el jefe de seguridad por ver— preguntó Abigaíl con una de su hermosa y definida ceja alzada.
Emiliano me miró y sonrió malicioso a punto de darle una respuesta de las que solo él sabe crear, pero le dediqué una mirada de advertencia; sé que poco le agrada Abigaíl, literal a él no le agrada nadie y a mí por igual por esa y por más razones compartimos muchas cosas en común.
—Por ver la cara de tu esposo cuando te plante un beso aquí delante de él— me causo risa en la manera tan rápida que soltó su equipaje y tapó sus labios.
—No te atrevas&mda
NARRADOR OMNISCIENTE.Camila sabía que Rogelio de seguro la visitaría como cada noche y ya se estaba fastidiando de su presencia, puesto que una cosa era soportarlo por momentos a tenerlo metido todo el tiempo en la casa, lo amaba, pero se había acostumbrado a su soledad, le gustaba tener tiempo para ella. Así que aprovechando que pronto sería la hora de almorzar, se puso el vestido que hace dos noches Rogelio le había comprado, luciendo muy bien y elegante para su edad.Le irritó tener que tomar un taxi, pero no le quedaba de otra, ya que quería ir a un restaurante muy exclusivo de California.Eligiendo la mejor mesa, como siempre presumida, se sentó con delicadeza pidiendo lo más costoso de la carta y luego de comer todo lo que había pedido incluyendo el vino
NARRA ABIGAÍL.Me quedé impresionada con la belleza y elegancia del hotel al que llegamos en New York, el hotel Larsson New York, pertenece a la cadena de hoteles Larsson, todos son cinco estrellas, debo reconocer que este es el viaje de más categoría que he hecho en mi vida, con Rogelio viajé algunas veces, pero no nos quedábamos en hoteles cinco estrellas ni siquiera porque pagaba la empresa, quizás él tiene razón y Bruno llevará a la empresa a la ruina, pues no es mi problema, la empresa es de él.Bruno de manera profesional reclama las habitaciones para ambos, una al lado de la otra en la planta vip, luego me ofrece la tarjeta de mi habitación junto con una tarjeta de crédito negra.—Ve de compras, hoy cenaremos y quisiera que asist
NARRADOR OMNISCIENTE.Bruno iba de camino al restaurante cuando se cruzó con el dueño del hotel, Bernhard Larsson. Tenía años sin verlo, pues él fue amigo de su padre.—Señor Bernhard, es un placer saludarle, soy Bruno Lambert.—Claro que sí Bruno, te recuerdo cómo estás muchacho —, Bernhard Larsson le dio una palmada en la espalda—, supe que tomaste el mando en Sky Limited.—Así es, para mañana tengo una reunión acá con empresarios a los cuales pretendo conseguir como clientes.—Me alegro, sé que tu padre estaría muy orgulloso de ti.—Pues quien sabe
NARRADOR OMNISCIENTE.Bruno no aguantó, necesitaba saber de ella, conocer sus razones, preguntó con temor de notar que su respuesta fuera una descarada mentira, tenía que escucharla decirlo y luego interpretarlo.—El amor no entiende de edad —, respondió Abigaíl de inmediato, era la respuesta que siempre había tenido, pero precisamente hoy no se sentía segura de eso, después de un minuto y cuando Bruno se sintió decepcionado, era una respuesta vacía y ensayada, pensó que no diría más ella continuó—, mi familia no aprobaba a Rogelio, yo apenas tenía 18 años, pero siempre fui muy madura y Rogelio era tan diferente a los chicos a mi alrededor, él no deseaba jugar, quería formar una familia, pues ya tenía un hijo; sé que Jerem&iacu
Narrador Omnisciente.Bruno la elevó hasta que ella abrazó su cintura con sus piernas, mientras él la devoraba como nunca, con exigencia, pero, aunque deseaba que esto durará muchas horas, frente a él esta vez había una cama, no un escritorio, no había cámaras que tapar, ni cristales que oscurecer, estaban solos y entre sus brazos tenía la hembra más apetecible que había deseado, se acercó a la cama y la puso de pie en ella.—Quítate la ropa sexi Abigaíl, quiero verte a mis anchas, embriágame con tus encantos —, la voz de Bruno era oscura y seductora, él aflojó su corbata y la tiró al piso, soltó su cinturón y Abigaíl de solo verlo se sentía arder, mordió su labio inferior sonriendo, sintiénd
NARRA BRUNO.—Bruno ¿qué demonios te pasa?—dije al reflejo en el espejo —, es un polvo satisfactorio, fin del cuento, —me hablé a mí mismo como si el idiota que se refleja en el espejo no fuera yo, —te la gozas que tienes suficiente tiempo para sacarla de tu sistema y te concentras de una vez por todas en que es tu jodida secretaria que se irá con el estúpido marido cuando lo descubra robándome, así que sal de aquí y te la tiras de todas las maneras que sabes y dejas de pensar idioteces.Luego de mi propia auto terapia creo que estoy mejor, no estoy loco ni tengo por costumbre hablar solo, pero este viaje ha sido muy extraño y es que esta chica despierta deseos en mí, para empezar la deseo a cada instante, quiero llevármela y no devolverla, eso me atormenta porque no son
NARRADOR OMNISCIENTE.Rogelio estaba nervioso, estos tres días los había deseado desde que se enteró de que Abigaíl iba a viajar, los anhelaba y pensaba que se sentiría feliz estando junto a Camila, porque era tantas las ansias de compartir la noche de amanecer en la misma cama, desde antes de divorciarse de Camila lo que más odiaba Rogelio era amanecer solo en una cama, pero debía trabajar, ya que si se esforzaba muchísimo podría tener suficiente para darle a Camila la vida que ansiaba y de esa manera lo querría; sin embargo, amaneció junto a Camila, le hizo el amor con calma ni prisa y lo disfrutó, sin embargo, el pensamiento de que Abigaíl puede estar con otro no dejaba de torturarlo.—Tiene que ser que se dañó su teléfono, no puede haber otra explicación &
Narrador omnisciente.Por su parte, Emiliano estaba pendiente a cada movimiento de Rogelio, incluso lo monitoreaba desde su departamento, ya que con la facilidad de un programa tenía todas las grabaciones al momento de lo que sucedía dentro y fuera del hangar.Cuando el sonido del intercomunicador de su piso sonó arrugó el entrecejo pues no recibía visitas y el único que podía hacerlo y que nunca lo ha visitado es Bruno, también pensó en que la señora que trabaja para él no era, ya que estaba libre.Envolviendo una toalla en su cintura fue a ver de quien se trataba y cuando vio a Arantza dijo hastiado— ¡demonios será que la estoy pagando!—, ella escuchó y en vez de molestarse por el comentario únicamente sonrió.