CAPÍTULO 13ALAY BENJAMIN QUEEN ECKER.Caminar junto a Charlotte fue como si lo hiciéramos en cámara lenta. Todos los ojos estaban puestos sobre nosotras y no era solamente por como estábamos vestidas o maquilladas…sino porque nuestros apellidos eran los más fuertes en postulaciones femeninas. Éramos una amenaza para toda aquella mujer que quisiera presentarse en sociedad para contraer matrimonio en el palacio.Éramo una amenaza para todos aquellos que quisieran tomarnos como esposa porque habían tantos postulantes deseando hacerlo que podían, incluso, sacarse los ojos entre ellos.Pero estaba segura de que eso pasaría más con Charlotte que conmigo.Hugh, inesperadamente se unió junto a nosotras. Literalmente estábamos caminando a la par y ni siquiera nos había saludado hasta que Charlotte lo miró, horrorizada.—¿Y tú eres…?—le preguntó, torciendo sus labios pintados de un rojo fuego.—Hugh Ecker, amigo de Alay—me sonríe a mí, ya que estoy en el medio de ellos.Amigos.Amigos.Amigos.
CAPÍTULO14Lo primero que sintió Emma al cerrar la puerta luego de despedirse de la señora Ecker fueron dos cosas: abrumación y desconcierto.Fue como una visita engañosa, calculadora. Estaba segura de que la señorita Madeleine había venido hasta aquí con la intención de conocer a la ex de años pasados de su esposo.Era una estrategia meticulosa. Claro, si algo llegaba a suceder otra vez algo entre Emma y Ashton, seguro le generaría culpa porque había traído un delicioso pie en signo de “amistad”.“Oh, cómo puedo ser tan desconsiderada en querer engañar a Madeleine. Ella trajo pie a esta casa” pensó Emma, irónicamente.—He visto a la señora Ecker desayunar en el jardín contigo ¿todo marcha bien? —se sobresalta al escuchar a Damián salir de su despacho.La joven se da la vuelta, saliendo de la ventana y caminando hacia su esposo, alisándose el pantalón blanco.Y ahí está él, limpio, pulcro, una belleza andante. Un hombre duro, frio y que a pesar de que esté trajeado y con lentes, le da
CAPÍTULO 15Al mediodía debíamos bajar a uno de los salones para comer. No tenía hambre. No mucho. Había desayunado bien en casa con mis padres antes de venir aquí.Sinceramente, hasta ahora, me había llevado una mala impresión. Me había topado con la destacada mirada de Hugh sobre Char e iba a convivir con un hombre con unos años más que yo que me despreciaba y yo igual.Aquel tipo era literalmente un simbolismo sexual. Pero tenía una actitud de ogro que opacaba su belleza por completo. Era un sujeto apuesto, debía admitirlo. Incluso tenía en la mente su cuerpo escultural saliendo de la ducha mientras se secaba el cabello con una pequeña toalla, frotando sus mechones rubio ceniza tirando a un castaño claro…—Alay—Charlotte da un chasquido de dedos con fuerza ante mis ojos para regresarme a la realidad—. Tu comida se enfría.—Mierda—musito, comiendo mi puré de papas con culpa por haberlo hecho esperar.—¿No te parece extraño que ninguna chica quiera sentarse en nuestra mesa?—deja caer
CAPÍTULO 16Una de las cosas que había visto Sebastián en Alay, era su forma de hablar tan pausada y tranquila. Como si la paloma de la Paz le hubiese meado encima o fornicado con una humana y de ella hubiera nacido semejante mujer diminuta.Era diminuta por su contextura física pero todas la partes de su cuerpo tenía lo suyo. Pechos medianos, cintura pequeña y trasero de manzana. Era una joven de muñecas chiquitas, tanto que, juraba que algún apretón podía rompersela. De la nada terminaron charlo en un jardín, viendo como varios jóvenes ya habían tomado varios caballos para montarlos y seducir a mujeres que tomaban el té.—Siento que el tiempo aquí será tan eterno como tedioso—le dijo Sebastián—¿tú eras de mi escuela?—Sí, era tu compañera en física, aleman y matemáticas—le responde ella.—Nunca te había visto o simplemente no te recuerdo. Lamenta mi mala memoria.> piensa Alay, con tristeza. —No te preocupes—le dice ella—. Creo que las cosas siempre se dan por
CAPÍTULO 17ALAY BENJAMIN QUEEN ECKER.Era normal ver como todos, al salir de almorzar, preferían pasar el tiempo al aire libre en el clima espectacular. Y los entendía porque el palacio era el paraíso.No iba a faltarte comida nunca, no iba a faltarte agua nunca, la diversión estaba al alcance de nuestras manos. Nos imagino a todos con la ropa cómoda, a colores, pero a decir verdad…el gris era un fastidio.El gris opaca nuestros atributos, esa era la verdad. Charlotte no era la única que se había saltado la norma. Incluso Sebastián no la llevaba puesta, tenían algo muy a gusto sacado de sus roperos.Me sentía una tonta estar de gris entre ellos como una azafata sin color.Pero eso no era lo importante, sino como Charlotte y Sebastian se habían quedado mirando. Cada vez que sus ojos se encontraban, nerviosos, los desviaban deseando que el otro no se hubiera dado cuenta.De pronto me convertí en un tercero, que estaba allí, tomando su malteada de frutilla con timidez.—¿Ya tienen en me
CAPÍTULO 18ALAY BENJAMIN ECKER QUEEN.Una de las cosas que había hecho en mi vida, casi ilegales, fue escapar de casa para ir a una fiesta que Charlotte deseaba ir con ansias. En mi caso, volví a las dos de la madrugada y al día siguiente le había contado a mis padres lo que había hecho solo porque me costaba guardar secretos.Y hablando de cosas ilegales, aunque no lo sean en absoluto, me sentía en un momento así al ver que mi mejor amiga se dio el revolcón de su vida con el chico con el que ahora convivo mientras Hugh llamaba a mi puerta.Alan y Charlotte me miraron sin entender que estaba pasando así que mientras ellos se vestían a toda prisa para tapar su desnudes como si pudieran borrar sus gemidos de mi mente, yo les pedía silencio con el dedo sobre mis labios, acallandolos.—¿Por qué no lo atiendes? De paso dejas que nos cambiemos tranquilos, Alay—me suplica Char, buscando sus bragas en el suelo.—¿Qué?¡No! —susurro, nerviosa—¡No puedo hacer eso!—¿Ustedes dos se conocen? —nos
CAPÍTULO 19El día apareció y con él el cantar de los pájaros. No había ruido alguno, solo el de la naturaleza. Me senté sobre el colchón, la luz del sol se calaba por las cortinas y había tanta armonía que incluso la habitación irradiaba calidez.Sola. Estaba sola. Alan no estaba conmigo y ese sentimiento de tener la libertad de hacer lo que se me plazca sin incomodar a alguien. Salgo de la cama y solicito servicio a la habitación y cambio de sábanas.Las empleadas y yo damos vuelta el colchón al ver que aún sigue humedo y acomodamos todo como si nada hubiera pasado. Desayunando en la cama y todo ya hecho porque no quería usar las cosas de Alan, miro por la ventana el hermoso paisaje hasta que mi mente me obliga a prender el móvil por mi hermosa adicción a las redes sociales.Tengo varios mensajes en innnstagram, otros en face y algunos en el email, pero aun así decido ignorarlos. Abro WhatsApp y tengo un mensaje de Charlotte y otro de Hugh deseándome los buenos días. Les envío un st
CAPÍTULO 20Era cierto. No era mentira.The Sun estaba dejando de ser un pueblo pequeño con sus contados habitantes, con sus contados apellidos y ahora éramos más que eso, estábamos a punto de convertirnos en una enorme ciudad con múltiples habitantes que eran hijos de los hijos de los hijos.Era algo preocupante porque al ser un pueblo la gente lo desconocía, y si pasábamos a ser ciudad, todo el mundo se enteraría de la existencia de The Sun y sus políticas que regían las conductas cristianas, pero mucho más flexibles que otros pueblos.Y que ahora esté en la habitación de un hombre que no conocía era mucho más preocupante que otra cosa.—La idea de casarnos es una locura y no quiero hacerlo—le digo a Alan, saliendo de la cama y quedándome a varios pasos de él—. Debemos hacer una queja.No me incomoda verlo en playera y bóxer. Incluso mantengo mis ojos en su cara para no verle el paquete…A él no le parece incomodo estar así en su habitación asi que…—Presente catorce quejas desde qu