El embarazo de Mariana siguió y con el la tortura para el CEO. Mancini, ella ya no se podía mover a placer, era él quien le ayudaba a ponerse los zapatos, a vestirse o ducharse, el bebé lo seguía despertando de madrugada por antojos, el hombre estaba que pedía esquina

— Carajo, creo que preferiría que me creciera el vientre y ser yo el consentido en este embarazo, me tienes como un esclavo, ese bebé no deja de despertarse por las madrugadas, parece hijo de un vampiro — el CEO dejaba salir su cansancio

— Lo ves, bebé, papá ya está cansado de nosotros, creo que deberíamos de irnos unos días con el rio Danilo, él si nos tiene paciencia — Mariana hizo un puchero mientas acariciaba a Fabianito que todavía estaba dentro de la barriga, ya tenía ocho meses y tres semanas pasadas, estaba por dar a luz en cualquier momento

— !Ahh... ustedes no se mueven de aquí, está es su casa y aquí se quedan, que tío Danilo ni que ocho cuartos, ese tipo es insoportable, y no creo que tenga más paciencia que