Aquella sublime criatura había caído en mi trampa. Dentro de poco la tendría amarrada a mi cama, explorando cada centímetro de su cuerpo con mis manos.Me enloquecía la idea de oírla gemir mientras penetraba su inmaculado cuerpo, quería que jadeara mojando mis sábanas con aquel delicioso lubricante natural que emanan las vírgenes; porque estaba seguro que ella nunca antes había experimentado el placer de la carne y anhelaba ser el primero. Eso podía saberlo con solo verla caminar. Sus diminutas caderas se menaban de manera tímida. Un caminar casi virginal, como seguro lo tenían las doncellas griegas.Después de entregarle mi tarjeta, salí del bar y subí al Ferrari que esperaba en la puerta de aquel antro. Me pareció escuchar que Marilyn llamaba, más no le di importancia; estaba hastiado de su cuerpo –aunque no puedo negar que me complacía en todo–, ahora tenía en mente una nueva fierecilla con aspecto de cordero, debía amaestrarla para que pueda satisfacerme como quiero.La convertirí
-Disculpa –indiqué con mi mano una silla–. Ellos tienen orden de no dejar pasar a nadie que no tenga cita conmigo. Por lo general, los préstamos los atienden mis secretarias –mentí.Tenía la mirada perdida. Estaba desorientada y eso la hacía más atractiva. Se veía como un asustado cervatillo sin saber si elegir entre las fauces del depredador, o el profundo abismo de la muerte.-Vine por el trabajo que me prometió –entrelazó sus dedos entre sí.-De acuerdo –intenté que nuestras miradas se encuentren–. ¿Te sientes bien?-Sí –sus mejillas estaban rojas por el frío y sus párpados humedecidos por sutiles lágrimas. Apostaría que había llorado–. Por favor, quiero saber si… Podría darme un adelanto.¿Un adelanto? Cavilé. Era lo que estaba esperando, nada mejor que hacerla deudora y luego cobrarme con sus placeres.La observé unos minutos, no debía saber cuáles eran mis intenciones. Mis manos se movían acuciosas esperando el momento para posarse sobre la mesa y sostener mi mentón antes de dar
-Descuida –agregué mientras observaba la dedicación que le ponía a acicalarme–. Quería ayudarte con esto, tal vez sola no podrías, pesa demasiado.Vanesa echó a reír, unas sutiles lágrimas se escabulleron por sus párpados y resbalaron jocosas por sus redondas mejillas de porcelana.-Yo trabajo cargando cajas de abarrotes en el mercado –indicó de manera súbita.Algo me había comentado, pero realmente no creía que fuera real ¿Cómo una doncella tan frágil, podría levantar tanto peso a diario? Seguramente mentía.-Observe por favor –sonrió jactanciosa–. Voy a levantar esta caja de aceite, ponga sobre ella la de atún –indicó señalando el cuadrado contenedor de cartón.-No es necesario –dije intentando detener este pequeño circo–. Ya es tarde, vayamos a almorzar y luego te llevaré a casa.-Por favor –sus palabras se escuchaban como una sutil súplica–. Deje que le muestre mi fuerza –rio palmeando sus delgados pero firmes brazos.-Está bien –acepté con desgano. Fingí una sonrisa de interés, s
¡Ah! No puedo dejar de suspirar pensando en él, en lo felices que seríamos juntos y en lo bien que cuidaría de mis padres. Estoy segura que los trataría como si fueran los suyos.Le debo mucho, más gratitud que dinero.Él nunca mencionaba la deuda que teníamos y siempre era muy caballeroso conmigo, por ejemplo, había noches en las que el trabajo me abrumaba ¡Tenía una ruma de papeles frente a mí! Y debía quedarme hasta altas horas de la noche. Las demás secretarias se iban a descansar y permanecía sola en el enorme edificio; sin embargo, Mr. Stevens me esperaba y llevaba a casa. ¡No solo eso! También me acompañaba a cenar al restaurante de comida rápida. Me encanta ese tipo de comida, pero él casi siempre dice estar lleno y no come. Le he pedido de muchas formas que le de una oportunidad, que seguro le va a gustar, pero se resiste. En el fondo, me resulta gracioso, estoy segura que pronto cederá y ambos disfrutaremos de este delicioso manjar, casi tan delicioso y sublime como su compa
Vi las miradas que se lanzaban. Henderson era un casanova desde la secundaria y no quería que me arrebatara esta conquista, después de todo él era joven y tenía una gran ventaja con ella, quien era muchísimos años más joven que yoDebía asegurarme de ser el primero en dejar mi huella en su cuerpo, después ya podría relegársela a mi hermano, aunque seguro él la rechazaría; sé que tiene una preferencia especial por las doncellas.Lo vi salir de la oficina e inmediatamente me aseguré de cerrar todo. Iba a plantearle la situación en que se encontraba y dejarle las cosas claras a Vanesa; no podía andar en coqueteos con otro, menos en mi presencia, peor aún con mi hermano; hasta que su deuda sea cancelada, solo entonces podrá ser libre.Sí, eso le diría.Al voltear, la vi mirándome con un extraño brillo en sus ojos.¿Qué significaba eso?Quizás había malinterpretado mi accionar, aunque… No estaría del todo mal. Podría aprovechar esta oportunidad y consumar lo que con tanto esfuerzo construí
Es la combinación perfecta entre un Príncipe y un noble caballero, un verso de luna y las melodiosas notas del canto de Diva; no dudo que sus padres fueran Afrodita y Ares, pues la hermosura y la virilidad desbordan cada una de sus facciones; ni que aprendiera junto a Atenea, todas las ciencias que forjan sus saberes. Me sentía dichosa, única.Encendí mi computador y me perdí en el vasto universo de mis fantasías preguntándome que hacer cuando regrese a la oficina.“¿Estaría bien que le prepare el almuerzo?”Así ya no gastaría en esos caros menús de los restaurantes a los que acude con frecuencia, además, mi madre siempre decía que a los hombres se les conquista por el estómago.Estaba decidida, mañana me levantaría temprano y le prepararía un suculento guiso de pollo –con algo de menestra–, chicha morada, hmmm ¡A sí! Haré también arroz con leche ¡¿A quién no le gusta el postre?! Steve ¡Digo! Mr. Stevens, estará muy contento.-¿Qué sucedió? –Inquirió Melina, una de las secretarias–. H
Tardaron unos minutos en irse. Cuando la pesada puerta del baño cerró, salí caminando a paso lento. Estaba confundida, sin saber si arrojarme como una ingenua paloma, a las garras del amor o huir despavorida. Había esperado toda mi vida por esto, él era la personificación del Eros, tenía todas las cualidades que buscaba en un hombre.¡AAAHHH! ¡QUÉ DIFICIL ES ENAMORARSE!Salí corriendo de ese lugar, ya no deseaba pensar más en esta situación, era agobiante. Sin darme cuenta, tropecé con alguien. El choque fue tan fuerte que caí de espaldas al piso. Aquel golpe me devolvió a la realidad, mi realidad, aquella de la que escapé cuando flotaba en las nubes rosas que empezaron a llenar mi mente.-¿Estás bien? –Extendió su mano.-Si, no se preocupe –dije intentando pararme–. Soy yo la que debe preguntar si se encuentra bien –sonreí elevando la mirada hacia mi interlocutor, para darme cuenta que a quien había golpeado, era el hermano menor de Mr. Stevens–. ¡Oh por Dios! –Exclamé asustada–. Los
-No juegues conmigo Henderson –cogí mi saco que dejé en la mesa al entrar–. Podrías terminar viviendo de nuevo en ese basural del que te sacamos. -Vamos –extendió los brazos–. ¡Solo jugaba hombre! No lo tomes en serio, eres mi hermano y te quiero –palmeó mi espalda. Estaba harto de sus bromas. Ninguno de los dos tenía sentimientos filiales por el otro, es más, podría asegurar que nos odiábamos. Desde que lo conocí, nunca le mencioné el lugar de su nacimiento, ni las desdichas que padeció con la insensibilidad de mi padre, no porque sintiera lástima por él o por miedo a herirlo, sino porque no me interesaba; es más, nunca bromeamos sobre algún tema, no teníamos esa confianza, pero siempre lo llamé “hermano”, aunque no tuviera el más mínimo sentimiento de cariño hacia su persona. -Me mandan esto del departamento de estadísticas –dijo una delicada voz desde la puerta. Era Vanesa, la habían enviado desde el 5.º piso, a la oficina de este bastardo para entregar los documentos. Es un ali